«La Teta Asustada»

Publicado por Vânia Rodriguez 27 de octubre de 2010
La Teta Asustada

La Teta Asustada

El cine alternativo, con su abordaje creativo de los grandes temas políticos de la vida contemporánea, viene contribuyendo significativamente en la construcción de un nuevo paradigma estético para la cinematografía a nivel mundial.

Los efectos especiales como recurso para tornar al filme espectacular se tornaron simples aderezos delante del énfasis que los cineastas independientes dan a la trama, la fotografía, la banda sonora e incluso al silencio, anunciando una nueva forma de hacer cine.

A la luz de estas ponderaciones, hoy recomiendo el largometraje peruano “La Teta Asustada”, dirigido por la joven cineasta Claudia Llosa.

El filme retrata una dimensión peculiar de la realidad sociocultural de Perú a partir de creencias populares que se manifiestan en la vida de Fausta (Magaly Solier), una joven de origen andino que nació de un estupro practicado contra su madre en el contexto de la guerrilla peruana, en la década de los 80. La joven sufre una maligna enfermedad llamada popularmente “teta asustada”, una especie de mal adquirido a través de la leche materna, que, según los indígenas, hace que los niños nacidos en esas circunstancias vivan sin tener alma, absorbiendo el miedo extremo de sus madres de quedar prisioneras en la soledad eterna.

Temiendo un futuro como el de la madre, Fausta llega a la demencia de introducir una batata en la vagina para evitar un posible estupro, hecho que marcaría su vida de forma asustadora, tal como ocurriera con su madre, que pasó su existencia sumergida en la angustia y en la apatía, negándose a comunicarse con palabras y canturreando fragmentos de canciones antiguas en quechua.

La muerte de la madre, aparte de traer dolor y sentimiento de pérdida, torna más evidente su condición de extrema pobreza, sin tener dinero para enterrar dignamente a la fallecida. A pesar de todo, la vida cotidiana de la protagonista se da en la convivencia con un tío y su familia en la periferia de Lima. Con ellos comparte experiencias de vida típicas de los emigrantes andinos, calcadas en la tradición, experimentando una leve ilusión amorosa con el jardinero de la casa de una famosa pianista para quien trabajaba como empleada doméstica.

La historia habla de miedo, soledad, aislamiento, pero también tematiza perspectivas de vida en un medio social marcado por mitos, ritos y esperanza.

Ciertamente es gratificante constatar que con tan inspirador abordaje, una producción de este tamaño fue merecidamente premiada en diversos festivales internacionales de cine, incluyendo el de Berlín en su versión 2009, que le entregó el célebre “Oso de Oro”, aparte de haber recibido el ilustre premio de la Fipresci (Federación Internacional de Prensa Cinematográfica), consagrándose como una extraordinaria pieza cinematográfica contemporánea.

Por todo esto, vale la pena ver, y dejar que la razón y la sensibilidad fluyan delante de este precioso filme.

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