“Fallar en la cama, cualquier hombre falla. Pero fallar dos o tres veces, ya no es normal”, dijo Kátia con aire de preocupación cuando Elisangela le contó sobre las repetidas veces en que Benedito no pudo responderle en la cama.
“Cuando no usa Viagra, no funciona el pobrecito”, agregó Elisangela riendo.
“Por lo visto, hiciste un pésimo negocio Elis”.
“Claro que no. Él cuida de mis padres y dijo que va a conseguir un empleo para mi hermano que hace más de un año está sin trabajo. Además, el Dito es muy bueno para mí. Él me trata bien, parece un padre. Satisface todos mis deseos…”
“Casi todos”, interrumpió Kátia con sarcasmo.
“Bueno, eso es verdad. Pero por ahora no me voy a preocupar con esas cosas. Lo importante es que mi familia está súper feliz con mi matrimonio. El lado malo es que yo ando con un fuego que ni te imaginas y, por lo visto, el Dito no va a ser capaz de apagarlo. Pobre, pero él es tan buenito…” dijo con una mezcla de burla y piedad.
“En tu lugar”, dijo Kátia, “yo resolvería ese problema rapidito”.
“¿Cómo así?”, preguntó.
“Ah, Elis, no seas boba. Sobre todo ahora que estás llena de plata, no faltará alguien que te satisfaga”.
“¿Estás loca? ¿Realmente piensas que sería capaz para traicionar al Dito? ¿Empezamos recién a vivir juntos y ya quieres que salga con otro hombre? ¡No! Yo no sería capaz de hacer eso. Sería como traicionar a mi propio padre”.
“Pues, si yo estuviera en tu lugar, estaría pensando en esa opción. Tú eres muy joven y, por lo que estoy percibiendo, el Dito puede que sea una persona muy buena, pero no va a lograr apagar tu fuego. Sólo a base de mucho Viagra”, completó dando una carcajada.
“Yo no debería haberte hablado de esto. No te burles de cosas serias. Si él sabe que te conté esta historia es capaz de morirse por el enojo. Ya sabes cómo son los hombres: admiten todo, menos que no les funciona”.
“Es obvio que no voy a contarle nada a nadie. Pero, ¿quieres un consejo de amiga? En tu lugar, yo no perdería contacto con Rafael. Él está loco por ti y podría resolver esos problemitas que tu marido, como te gusta decir, no va a poder solucionar”.
“Deberías avergonzarte, Kátia, ¡me estás incentivando a traicionar a mi marido! Nosotros nos amamos. A ver si comprendes eso…”
“¿Ustedes dos qué? ¿Se aman? ¿Fue eso lo que oí?, dijo. “No existe amor entre ustedes dos, Elis. Tú estás con Benedito por seguridad económica y él, sólo para exhibir a la mujercita como si fuese un trofeo. Y no te hagas la ingenua porque eso no combina contigo. Sólo sé discreta. Nadie necesita saber que existe un tercero en la relación. Él nunca va a desconfiar de nada. Confía en mí. Respóndeme una cosa: ¿él te está satisfaciendo en la cama? Pregunto en la relación de hombre y mujer. ¿Está?
“No. Tú sabes que no lo está. Pero eso es sólo en el comienzo. Con el tiempo nos vamos a arreglar. Además, después de la invención del Viagra se acabó esa historia de que el hombre no funciona. No hay nada que un comprimido azul no resuelva”, respondió.
“Ah, Elis… ¿estar con un tipo que sólo funciona a base de Viagra? ¡Qué vergüenza! Después, un sólo comprimido no va a servir para nada”, completó riendo.
“Para con eso, Kátia. No intentes lavarme el cerebro. Y ni siquiera sé si Rafael me aceptaría en la condición de amante”.
“Realmente pienso que no deberías dejar a tu tío. Pero insisto, yo buscaría otra forma de compensación y no le cobraría nada, dejando lo dicho por lo no dicho, finalizó riendo.
(CONTINÚA…)