Gracias a Dios, ¡soy ateo!

Publicado por Tarzan Leão 29 de marzo de 2010

Graças a Deus, sou ateu!

Sé que hay mucha curiosidad por parte de algunos lectores acerca de mi fe. Así, aunque mi fe sea una cuestión de fuero íntimo y solo hable de mi relación con Dios, compuse un pequeño des-Credo en el cual expongo la cuestión de la manera más clara posible. Helo aquí:

De las cuestiones que más me atormentan, tal vez la mayor sea la idolatría contemporánea. Se idolatra a la Ciencia, el Mercado, la Naturaleza, el Capital, la Opinión Pública; en fin, la idolatría se instala en nuestra sociedad de una manera avasalladora; pero nosotros ni siquiera nos damos cuenta de eso.           Humildemente me confieso ateo. No creo en la Ciencia como recurso único de salvación de la humanidad, ni mucho menos que ella, por sí misma, explique el Cosmos y tenga la solución para todos nuestros problemas. No creo en los científicos como si fueran neo-sacerdotes en esta sociedad secularizada, donde no hay espacio para lo Absoluto ni para el Misterio más puro y simple. No creo en el Mercado: ese nuevo dios adorado e idolatrado, al cual debemos ofrecer sacrificios humanos con el argumento del equilibrio económico mundial. En nombre del dios-Mercado, diariamente cientos de miles de personas mueren de hambre en todo el planeta. Por eso, grito desde lo alto de la sierra de la Contabilidad: no creo en ti, dios-Mercado; y aunque te ofrezcan sacrificios y ofrendas, tienes que saber, soy un ateo confesado y no creo en ti.

No creo en la Naturaleza ni mucho menos en sus Leyes como fuente única e irrefutable. Me cuesta creer que siempre tenga que haber pobres y ricos en el mundo, y que sea absolutamente natural que esto acontezca. Sí, me confieso ateo también en relación a ti, diosa-Naturaleza, poderosa y soberana sobre todos los dioses. No creo que sea la voluntad del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que solamente el 15% de la humanidad consuma el 85% de los recursos naturales en nombre de la ley del más fuerte y de la selección natural.

No creo en el Capital. No creo que él sea fuente o garantía de felicidad para nadie cuando esto se da gracias al hambre y a la desolación. Sí, soy un ateo confesado y no temo sus castigos. No creo en el dios-Dinero ni acepto su dominación. A ti jamás te ofreceré sacrificios. Bajo la justificación de economizar dinero, nunca me distancié de mi familia ni de mis amigos, y, cuando por ti me sentí seducido, no dudé en volver a mi casa desempleado, aunque eso me costó varias noches de insomnio. No creo en ti ni tampoco seré tu siervo, oh dios-Dinero, señor todopoderoso, capaz de enfurecerse por nada y condenar a sus hijos al desprecio y escarnio de la sociedad. Yo, desde lo más profundo de mi corazón, me declaro ateo.

No creo en la Opinión Pública como fuente de verdad, pues el mismo pueblo que en el Domingo de Ramos (Mt 21, 1-11; Mc 11, 1-11; Lc 19, 28-40; Jn 12, 12-36), recibió a Jesucristo como se recibe a un rey, no dudó en condenar a muerte a un inocente cuatro días después (Mt 27; Mc 15, Lc 23; Jn 18). Sí, me rebelo contra el dios-Pueblo y afirmo perentoriamente que la máxima que dice “Vox populi, vox Dei”, no pasa de una artimaña del Demonio para que recorramos el camino fácil dictado por la Opinión Pública, soberana y opresora; yo, desde lo alto de mi descreencia, reafirmo mi público ateísmo.

Tampoco creo en oraciones poderosas, magias o amuletos capaces de librar a nuestro cuerpo de enfermedades y pestilencias, o de hacernos tener una gran suerte en la lotería o en los negocios. Sí, me declaro ateo, aunque tenga que ir en contra de todos y de todo. De modo que repito, ¡Padre, aleja de mí ese cáliz!

Para terminar, ¿quieren saber quién es el Dios de mi fe? Yo respondo: yo creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, el cual fue concebido por obra del Espíritu Santo; nació de la virgen María; padeció sobre el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado y sepultado; resurgió de los muertos al tercer día; subió al Cielo; está sentado a la derecha del Dios Padre Todopoderoso, donde vendrá para juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo; en la Santa Iglesia Universal; en la comunión de los santos; en la remisión de los pecados; en la resurrección del cuerpo; en la vida eterna. Amén.

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