Antonio Januário de Campos, o Tunico do Xisto, fue una persona muy especial. Para mí fue un ejemplo en todo. En la vida privada y en la pública.
Era el hijo “del medio” de mi Tío Xisto y tenía cuatro hermanos más: Levi, Ju, Lili e Izinha.
En mi mente, el mayor recuerdo de mi primo fue el del día en que falleció mi padre. Luego del entierro, en una tarde oscurecida por la neblina y el frío, mi primo Tunico llegó en su camioneta International y paró en la calle irregular donde vivíamos. Resumió todo en una frase: “Comadre”, así él se refería a mi madre, “Ni a ti ni a los niños les faltará nada. Nosotros vamos a ayudarte a criarlos”.
De ahí en adelante pude constatar que su compromiso era para cumplirse. Hizo muchos esfuerzos para ayudarnos. Mi contacto con él se estrechó aún más después del año 1953, cuando empecé a trabajar en el comercio de piezas para automóviles y materiales de construcción de propiedad de su hermano Lili.
Era un consejero seguro. Registro aquí su amor a la Democracia con D mayúscula. El país vivía un período de turbulencia y el Diputado Carlos Lacerda, de la Unión Democrática Nacional – UDN – incendiaba el país a través de sus brillantes discursos. El día 24 de agosto de 1954, el presidente Getúlio Vargas entró en la historia con un misterioso suicidio. Pompéu, donde yo vivía y trabajaba, era una ciudad de poco más de 10 mil habitantes. Para mí, con 12 años, Getúlio era pésimo. Encontré que su suicidio era óptimo y bajé alegremente para abrir la tienda puesto que el patrón estaba de viaje.
Lección número uno: Tunico me llamó y me mandó a que cerrase las puertas porque el presidente representaba mucho más que la persona que ocupa el cargo. Es el nivel más alto de las instituciones nacionales, había que respetar! Se me quedo grabado para siempre en la memoria.
Tunico era un hombre extremadamente serio en la política. Empezó temprano. En 1945, con veinte y pocos años, ayudó a fundar la UDN en la ciudad. Aquí, un poco de historia: La UDN nació ligada a la campaña del Brigadier Eduardo Gomes para la presidencia de la república en 1946, con la redemocratización al final del Estado Nuevo y su lema era humanista: “tornar a los ricos menos poderosos y a los pobres menos sufridores”. Su campaña se popularizó por su forma de recaudar fondos vendiendo dulces de chocolate, que a partir de esa época se conocen con el nombre de “brigadeiro”. Él fue derrotado en 1946 por Eurico Gaspar Dutra, del Partido Social Demócrata – PSD, y después en 1950 por el propio Getúlio, que concurrió por el Partido Trabalhista Brasileiro, PTB. Volviendo a Pompéu, en 1947 Tunico fue alcalde provisorio, pasando el cargo al electo José Maria Álvares da Silva, su adversario del PSD.
Lección número dos: en 1955 mi hermano y yo aprovechábamos la noche para arrancar carteles del adversario Juscelino , de candidatos del gobierno de Minas y de diputados del PSD, cuando surgió, no sé de donde, la figura impoluta de Tunico. Nos dijo con firmeza y cariño: en la democracia todos tienen derecho a usar el espacio público para divulgar sus mensajes. La campaña electoral clara y honesta merecía el respeto de todos nosotros.
Las lecciones se fueron sumando. Tunico era lo que hoy llaman un emprendedor. Conquistó una asociación con la Empresa Oeste de Transporte y otras de nivel más amplio y transportaba todas las mercadorías de la capital para el comercio de nuestra ciudad, y transportaba la mantequilla de alta calidad producida en Pompéu para exportación. Detentaba ese servicio exclusivo pero era justo en la cobranza del flete.
Llevó a la ciudad el hábito de abonar la tierra. Incentivó a los hacendados y agricultores a usar abono, principalmente el salitre de Chile que transportaba y almacenaba, dando la necesaria orientación a sus clientes. Yo le ayudé haciendo los primeros pedidos del producto. No me costaba nada. Mientras tanto él anotó todos los pedidos y me ofreció quinientas acciones de la Compañía Força e Luz de Pompéu, de la cual siempre fue director e incluso llegó a ser presidente, diciendo que era para que yo comenzase mi vida. La compañía generaba energía eléctrica en una pequeña usina en Rio Picão, en Martinho Campos, municipio vecino. A través de una línea de alta tensión, la energía llegaba a Pompéu donde tenía una subestación y la red distribuidora. Los accionistas eran todos de la ciudad, principalmente comerciantes, y el abastecimiento, mientras
Tunico estuvo vivo, fue siempre confiable y satisfactorio. Con su salida de la ciudad, la compañía decayó y los activos de la compañía local fueron asumidos por la empresa estatal en 1974 sin ninguna compensación a sus accionistas.
Aparte de administrar una empresa en forma de Sociedad Anónima, él siempre invirtió algo en la Bolsa de Valores, siempre estuvo a la par del valor real y nominal de las acciones y eso en 1955/56 era muy avanzado.
Vino la agitación política de los años 60 y allá estaba Tunico reuniéndose con media docena de pompeanos inteligentes para discutir la situación del país. En la puerta de los bares de la calle Dona Joaquina él daba verdaderas clases de economía política. Su radio estaba siempre sintonizada en la Radio Mayrink Veiga, propagando en frente de su casa para toda la plaza los pronunciamientos de Leonel Brizola.
Él llevó líderes políticos como José Aparecido de Oliveira a la ciudad para hablar de reformas de base, inclusive para clarificar de una vez por todas la Reforma Agraria. Su primer hijo se llamó Francisco Eduardo en honor a los líderes de la UDN nacional, Francisco Campos y Eduardo Gomes. Comenzó a construir la mejor casa de esa época en su amada ciudad de Pompéu. La casa tenía dos pisos, con finas terminaciones y excelentes instalaciones, pero tuvo que mudarse a la capital y no llegó a concluirla.
Para eso, tuvo un impacto decisivo los desdoblamientos del golpe militar en 1964, cuando un grupo de reaccionarios de la ciudad, liderados por un notario forastero, llegó a formar una comitiva para prenderlo en su casa. Él simplemente se colocó sus dos “Smith & Wesson” calibre 38 en la cintura, uno niquelado y otro oxidado, y se quedó en el balcón de la casa esperando. El notario, líder de la pandilla llegó hasta la esquina, miró de reojo, y viendo a Tunico con su garbo de caballero intocable lo pensó dos veces y desistió. Pero al día siguiente, los reaccionarios, que en su mayor parte eran hacendados, formaron una caravana festejando el golpe, soltando fuegos artificiales, apuntando hacia el balcón de su casa, donde su hijo menor estaba en los brazos de la niñera. Se sintió insultado y no logró continuar viviendo en la ciudad, mudándose a Belo Horizonte. Los hacendados, que le temían a la reforma agraria de Jango, decían tener 60 ametralladoras “INA” calibre 45, benditas por Don
Sigaud, el arzobispo reaccionario anti-comunista de Diamantina. Hasta hoy no se sabe si era bluf pero nunca nadie vio tales “INAs”.
Tunico era hostilizado por su avanzada posición política pero todos lo respetaban por su cabeza pensante y por ser la voz más esclarecida de la sabiduría política en la ciudad.
Se mudó para la capital. Dejó los transportes de mercadorías e ingresó al mercado hotelero. Tenía un socio con quien tuve la oportunidad de conversar muchas veces. Mario solo abría la boca para elogiar a mi primo. Eran solo elogios espontáneos y sinceros. También tuve la oportunidad de visitar el restaurante “Recanto” que abrió al público externo del Pompéu Hotel, en el inicio de la Avenida Amazonas, en el centro de Belo Horizonte, donde se me grabó en la mente una escena en que una pareja exageraba en los toques amorosos y sexuales. Mi primo, en persona, como gerente, emitió la cuenta y fue hasta la mesa de la pareja. Con mucha educación, reserva y firmeza, los invitó a retirarse. Fue aplaudido por el resto de las personas. Y miren que el Tunico era un liberal de la cabeza a los pies.
Él ayudaba a nuestra familia de manera discreta por medio de trabajo y orientaciones. Incluso recomendaba a mis hermanos para prestar servicios en la ciudad. A los parientes más pobres él hacía una especie de cesta básica con algunos kilos de tocino, de frijoles, arroz, etc. Mantenía a esos parientes bien alimentados. La última vez que conversé con la Tonha, que era una prima lejana de mi madre, ella siendo ya viejita, se acordó de la ayuda de mi primo.
Vale la pena recordar el matrimonio, el viaje de la luna de miel y el bautismo de mi hermano. El casamiento de Tunico fue una ceremonia bella. Lo que lo marcó fue que salieron de la ciudad para la luna de miel en avión. Era un hombre avanzado para su tiempo. La esposa Cleuza era una mujer lindísima. Y todos nosotros, niños, queríamos ser fotografiados junto a ella, yo tenía solo ocho años. Creo que esas fotos aún están en la casa de mis familiares.
Sentí mucho la muerte de mi primo. Tengo orgullo de haber aprendido tantas cosas buenas con él: especialmente el rigoroso sentido ético, el respeto al derecho de los otros, el buen humor y la solidaridad humana.