Belo Horizonte implantó este año de 2010 la recolección nocturna de basura en treinta barrios donde vive la gente más rica de la capital. Es un doble privilegio. Esta medida permitió mantener la recolección selectiva de materiales reciclables sin sacar ningún día de la recolección normal de basura. Ahora casi atendemos a aquella señora del barrio Belvedere que hace años pedía que la recolección también fuese los domingos porque hacían fiestas los sábados y tenían que guardar la basura hasta el lunes. Ahora, por lo menos, los restos del asado del sábado pueden colocarse en la basura de la noche.
Antes de iniciar la recolección nocturna, fueron contratados veinte estudiantes en práctica para avisar a las personas de esa mudanza. Gritería general. Una señora en el Barrio Mangabeiras al ser abordada por estar colocando basura durante el día, bramó diciendo que es un absurdo que la prefectura imponga a los dueños de los inmuebles un horario para colocar la basura. Yo orienté a los estudiantes en práctica para decir que no era la prefectura, sino las demás personas. Nadie quiere quedarse con esas horrendas bolsas de supermercados o sacos azules y negros todo el día, llenos de basura hedionda en las calles próximas a su casa.
Luego, la clase alta y hasta las partes más altas de la clase media pararon de reclamar de la recolección nocturna. Están súper felices. Noto que las calles ganaron otra apariencia. Quedó más fácil dirigir la mirada hacia la belleza que caracteriza nuestros barrios más ricos.
Esa gente necesita ganar consciencia. El último viernes fuimos a hacer una inspección al final de la calle Canárias, área mucho más simple, donde una persona pedía un conjunto de containers para recoger los materiales reciclables. La gente todavía cree que la recolección selectiva es la salvación de la labranza.
Aún estamos analizando si es posible colocar el equipamiento porque la depredación es muy grande. Son los recolectores de materiales que ahora, privados de recoger los materiales de los barrios clase A, se van dispersando por todos lados, incluso en barrios más humildes, recolectando su parco sustento, donde encuentran algunos kilitos de materiales reciclables.
Soy a favor de extender la recolección selectiva puerta a puerta a todos los barrios. Todos los ciudadanos belo-horizontinos merecen un trato igual. En cuanto a la cantidad de materiales, eso es bastante relativo. Hasta porque el gran peso y volumen separado en los barrios de clase alta y media son botellas de vino y de whisky que están valiendo 2 centavos por kilo triturado.
Para justificar ese privilegio, esa población beneficiada podría, al menos, embalar correctamente la basura, construir y reformar sus veredas, barrer al frente de sus casas como manda el Reglamento de Limpieza Urbana y hasta cumplir el código de posturas que manda que el propio ciudadano plante árboles frente a su inmueble. Además podría hacer el escurrimiento de las aguas internas por debajo de la vereda. Esa gente paga un poquito más de impuestos de construcción y territoriales urbanos por la alta valorización de sus inmuebles. En relación al valor pagado para recoger los residuos sólidos es prácticamente el mismo que paga un ciudadano de barrios periféricos. Al final todo terminó bien. Las empresas contratistas están felices de la vida y las personas alegres y contentas.
No creo que alguien se interesará, como yo me interesé en escribir el libro “Limpieza Urbana en una Belo Horizonte Centenaria”, en el año 1997. Pero si alguien tuviera paciencia, podrá consultar en el CEMO, Centro de Memoria y Pesquisa de la Superintendencia de Limpieza Urbana – SLU, el informe de la implantación de la recolección selectiva con las tres etapas, desde la implantación a los dos monitoreos, donde verá cientos de relatos y fotos de unas pocas casas de los recalcitrantes y la inmensa mayoría, cuyas fotos panorámicas muestran cómo la ciudad quedó más limpia y más linda durante todo el día.
Felicitaciones SLU, felicitaciones equipos de movilización, de planeamiento y de operación. La ciudad venció.