Delante de la tumultuosa caída de Hosni Mubarack, de 82 años de edad, de los cuales treinta condujo a Egipto con mano de hierro, el gobierno demócrata de los Estados Unidos mostró una imagen de débil, vacilante e indeciso, porque no quiso ni opinar, y cuando lo hizo fue de manera insegura y descoordinada. En pronunciamientos sobre la situación, no habló con claridad y se equivocó en sus augurios. Esos países eran considerados “amigos y moderados” frente a las sangrientas dictaduras de Sadam Hussein o del loco Ahmadinejad. La palabra “dictadura” aplicada al Túnez de Ben Ali y al Egipto de Mubarak, llevó al mundo occidental a preguntarse si es eso lo que leyeron u oyeron durante los últimos años. Los medios de comunicación y sus sumisos periodistas con “p” minúscula insistieron por décadas que esos dos “países amigos” eran “moderados”… ¿y ahora?
Menos mal. Está llegando la hora de que esos países del mundo árabe ejerzan realmente su soberanía nacional, el famoso principio de no interferencia, o de la autodeterminación de los pueblos y países, nacido en el inicio de los años 1960. Nuestro “amigo”, el ex presidente Lula, dio una de las más sabias lecciones de no intervención, en los casos más críticos de la historia en su período de gobierno. Y el gobierno de la presidenta Dilma mantiene la sensatez.
Ahora quien quiere comandar es Ahmedinejad. Dijo que las protestas en Túnez con la caída del clan mafioso de Ben Ali, seguidos de esos 18 días de Egipto que culminaron con la victoria de la mayoría, no diría tanto victoria del pueblo, como quieren algunos, ni de los jóvenes, como quiere Obama, comenzaron en 1970 con los Ayatolás.
También aquí podemos dar nuestros presentimientos sin criticar al mandatario de Irán. Él, que exprese su punto de vista, su fe y su ideología. Y que sólo con palabras interfiera en los acontecimientos de los países vecinos y correligionarios del Islam.
Pero pasemos a Túnez. En toda la avenida Bourguiba, en el centro de la capital tunecina, lugar de los trascendentes acontecimientos que provocaron el derrocamiento del “presidente” Ben Ali, resonaban bocinazos, gritos de alegría y pequeños grupos de personas que comenzaron a danzar espontáneamente con el anuncio de la noticia de la caída de Mubarak. El movimiento de protesta lanzado en Túnez a mediados de diciembre que causó la salida el 14 de enero del entonces presidente Zine El Abidine Ben Ali, “capo” de la mafia del clan Ben Ali-Trabelsi, dio origen a otros movimientos de protesta en varios países árabes. Es sólo esperar para ver la secuencia.
¡Dos regímenes cerrados y despóticos cayeron en menos de un mes! ¿De quién es el turno ahora? La monarquía jordana hizo algunos cambios, entregaron los anillos para preservar los dedos. Cuando Estados Unidos a través de la CIA le pasó una fortuna a Osama Bin Laden para que trabajara junto a los fundamentalistas talibanes procurando la expulsión de los intervencionistas soviéticos en el Afganistán de la década de los 70, no previeron que luego Bin Laden iría a cuestionar a la realeza saudita, que manipula sin ningún pudor a su país natal en su propio beneficio, con la complicidad del gobierno de los Estados Unidos. ¿Cómo se estarán sintiendo los reyes sauditas? ¿Hasta dónde llegaran los vientos del Sahara y del Valle del Nilo?
Hasta Estados Unidos, que administraba el mundo como si fuese el Imperio Romano o Alejandrino, después de sucesivos desastres republicanos, el juego político colocó a un hombre de origen popular en el poder. Y si la existencia social determina la praxis política y social, el presidente Obama estará conduciendo al país para llegar más cerca de una mudanza y para tornarse realmente una gran nación líder, que predique el derecho de soberanía, autodeterminación y desarrollo también para las otras naciones del mundo. El más estúpido reducto conservador de su país reacciona brutalmente a través del poder legislativo y judicial. El propio electorado de este gran país se rebela por la falta de resultados económicos visibles a corto plazo.
Pensando positivamente, los Estados Unidos de América cuentan con uno de los mayores acervos tecnológicos, científicos y culturales del mundo moderno, y podrá usar esa fantástica base para mejorar la calidad de vida del pueblo americano y de los pueblos de todo el mundo. A pesar de la dificultad de control sobre el complejo político-financiero-industrial-militar y de la “inteligencia” que consume de los impuestos el equivalente a toda la producción de lo que resta del mundo, aún hay algunas esperanzas.
En todo el mundo las fuerzas conservadoras están viendo sus mitos caer uno tras otro y acaban carcomiéndose interiormente. La visión de dominio por la fuerza se evapora de cualquier mente que tenga acceso a los fundamentos de la filosofía y de la cultura universal. Brasil también está enfrentando la dura reacción de algunas mentes acostumbradas al apartheid entre terratenientes y esclavos, que tienen dificultades de aceptar la realidad de una mujer como primera mandataria del país. Y aun más con su corajosa fuerza progresista. Hacen de todo por desacreditar los Proyectos de Erradicación de la Miseria, los cuales durante los próximos años tornarán a Brasil la quinta mayor potencia del planeta.
Venezuela está a duras penas aguantando la presión de las clases más retrógradas del país. Los grupos de comunicación, oportunistas en general, y todos los que temen perder los privilegios seculares se unen descaradamente contra el presidente Chávez.
Chile, en un aparente retroceso, está sólo adormecido. Allí, como en Uruguay, vive un pueblo que ostenta los mejores estándares culturales y políticos de Latinoamérica. Es una cuestión de tiempo para que ese país se adhiera al camino del resto de las naciones del continente. Hasta Argentina, estereotipada como un reducto arrogante que se consideraba más europeo que sudamericano, está abriendo su mente para el nuevo mundo que se configura a su alrededor. Bolivia, Ecuador y Paraguay están afinando sus posiciones políticas enfocadas hacia un cambio firme y consistente. Perú aún es una incógnita y la elección presidencial en abril del 2011 todavía no da señales de mudanzas significativas. ¿Permanecerán en el poder las elites tradicionales? El papel asumido por Colombia es muy conservador, cuyo gobierno sólo se mantiene por el dinero y por la fuerza de las tropas de Estados Unidos estacionadas en el país, mientras paradojalmente la guerrilla logra sobrevivir con las propias fuerzas. ¿De qué lado estará a fin de cuentas la legitimidad?
Allá, bien distante está China, actualmente viviendo la euforia del “boom” capitalista. Poco importa en el presente quién está en el gobierno de cada país. El negocio de China son las asociaciones y acuerdos económico-financieros. Este milagro económico chino permanecerá por algunas décadas, pero la semilla del socialismo que está en la base de su soberanía, su orgullo nacional y su éxito económico, está latente e incubada, y puede renacer súbitamente.
Con el fin de la guerra fría cayeron en todo el mundo los fantasmas de la amenaza comunista que llevaba a los Estados Unidos a implantar dictaduras sanguinarias basadas en ejércitos nacionales que se convirtieron en tropas de ocupación al servicio de su imperio. O, por lo menos, se mostraron complacientes con esos dictadores amigos durante décadas de despotismo, como ya ocurrió en la propia Europa (España, Portugal, Grecia y Turquía), aparte de Asia, África y Latinoamérica. Tiranías de todo el mundo comienzan tiritar de miedo, o dicho de otra manera, están “mojando los pantalones”.