El último texto legible que escribí sobre navidad fue, FUE, hace unos tres o cuatro años, por sugerencia de mi mejor amiga, Ana María, que vive en Juiz de Fora. No me acuerdo bien del contenido del mensaje, pero sé que era bastante positivo, ya que mi musa inspiradora sólo conduce mis pensamientos por los caminos más brillantes de este mundo.
Se avecina de nuevo en este final de año la fecha magna de los cristianos, cuando conmemoran el nacimiento de Cristo. Estamos viviendo estos últimos días del año llenos de expectativas y esperanzados de que un nuevo sol va a brillar el primero de enero del 2011. Vale también aprovechar las fiestas preparatorias para el festejo mayor con las confraternizaciones, con el juego del amigo secreto (actualicé), e incluso el trueque de tarjetas, que yo todavía creo que es lo máximo, mensajes virtuales y expresados verbalmente expuestas.
Hasta los ateos acostumbran entrar en esa línea imaginaria de bondad y perdón para deshacer rencillas personales y aproximarse nuevamente a las personas que ya amamos o a aquellos con los cuales, por lo menos, tuvimos buenas relaciones. Esta es la hora de superar el llamado amor propio, orgullo y hasta el incomprendido respeto humano para rever nuestras relaciones y traer de vuelta a amigos, parientes y hasta colegas de trabajo que se alejaron por motivos generalmente más irrelevantes de lo que parecen.
El año pasó muy rápido con desaciertos personales y sociales incluidos. La buena noticia fue la elección de una mujer para dirigir el país. Pequeñas mejorías aún cuentan poco para ese ejército de reserva llamado pueblo. En Brasil, 28 millones de personas adquirieron la dignidad del ser humano. Esperamos más. Aún hay gente viviendo de limosnas, ya que desde el 2009, nuestros legisladores y juristas no consideran más mendigar un crimen. ¡Qué buenitos! Seamos nosotros también amables.
Yo miro al cielo y veo cómo, después de tantas lluvias, el tiempo en esta ocasión parece más puro, más calmo y sereno, y la atmósfera también más suave nos deja también más soñadores. Quién sabe si la lluvia purificó también nuestra alma. Vamos a usar el verdadero amor para transformar esos sueños en una realidad que se pueda constatar.
Soñamos con la mejora en la calidad de vida e vislumbramos, aunque sea sólo por un momento, la mejoría para todos nuestros coterráneos y para las personas de todo el mundo.
En nuestra reflexión navideña, nos tornamos personas mucho más conscientes y humanas, libres del pasado que nos esclaviza y listos para ser buenos como nacemos o como deberíamos ser y mantener por el resto de la vida.
Miro hacia el cielo y veo el buen tiempo que vendrá. Sé con toda certeza que el pasado se fue, y por más que nuestra mente todavía lo recuerde, él ya se fue. De las cosas buenas que nos acontecieron, aunque tengamos la certeza de que se fueron, aún podemos y debemos acordarnos para renovar esa sensación agradable de los momentos vividos. Hace bien para el alma, para nuestra mente y en muchos casos para nuestro cuerpo. Reitero que sólo debemos recordar los buenos momentos, éxitos y logros que nos ocurrieron a nosotros o junto a otras personas que nos agradan, admiramos y amamos.
Un ejercicio que todos nosotros deseamos iniciar en el final de año es ese de practicar el bien de tornarnos buenos, siempre éticos, amables, solidarios, justos, y cada día más humanos. Estamos en esa época del año de búsqueda de serenidad, de mucha fe, de deseos sinceros y unas ganas locas de mejorar el mundo.
Soñamos con el día en que el ideal sea real, como quería nuestro querido Che Guevara. Un día en que todos los seres humanos puedan gozar de los placeres que están a disposición sólo de unos pocos hoy en día. Esperamos un nuevo día en que las personas puedan sonreír de alegría, puedan disfrutar de momentos felices, teniendo un techo para protegerse, comida para alimentarse y tener salud y buenas escuelas para aprender y mejorar la calidad de vida de manera general.
Soñamos con los pies en la tierra con una Nueva Presidenta que va dentro del corazón de los banqueros y les muestre nuevas reglas para sus profesiones, posibilitando distribuir los lucros astronómicos que esas instituciones expropian de los trabajadores y apropian egoístamente para sí. De repente, esa Mujer a quien depositamos toda nuestra confianza, va a hacer cambios en la concentración de renta, mostrando a todos el espíritu cristiano, de igualdad y de fraternidad.
Puede ser un presente de Papá Noel simple o incluso obvio, ofrecer casa, comida, escuela, derecho a salud y una vida segura PARA TODOS, pero es un poco más que eso lo que pedimos que nos sea ofrecido en esta navidad y se nos entregue a partir del primero de enero de 2011.
Entre en el clima: