El tema comunidad en aquella época era raramente debatido en público y en las universidades existía sólo una recopilación superficial organizada por el sociólogo Fernando Henrique Cardoso.
En el cine, marcó la época la película Queimada. En ella, Gillo Pontecorvo, en un momento de rara felicidad, lleva a la pantalla una experiencia imaginaria, consagrada y consolidada por el gran actor Marlon Brando. En ese filme podemos ver paso a paso cómo movilizar un liderazgo que, consciente y consistentemente, induce a su comunidad a salir del conformismo y tomar las riendas de sus vidas. Es una película que muestra la realidad, por lo tanto, muestra también el revés impuesto por el sistema capitalista – por la fuerza y competencia – hasta donde le interesa. El agente inglés pasa a infundir las ideas libertarias en el intrépido esclavo, hasta que juntos logran organizar una gran rebelión. Diez años después él vuelve para deponer a quien él colocó en el poder, pues los intereses económicos exigen un nuevo cuadro político en la región.
A pesar de la ficción creada en la película, existió en la vida real un soldado estadounidense llamado William Walker, que en el período de 1856-1857 llegó a ser presidente de Nicaragua, financiado por el magnate Cornelius Vanderbilt.
Al proseguir en esta reflexión me acuerdo que en 1972, en el auge del régimen militar, fui seleccionado para participar del I Curso de Desarrollo de Comunidades para Docentes y Técnicos de Nivel Superior, realizado por el Ministerio del Interior en Brasília. En el curso contábamos esencialmente con teorías sociales y trabajos de reconocidas asistentes sociales, especialmente militantes en la región nordeste, Safira Bezerra, entre otras. Éramos pocos con formación sociológica y todavía menos los que tenían una consciencia crítica dentro de los veintidós participantes del curso. Hasta hoy mantengo el contacto con el brillante colega Estenio Iriart El Bayne, que fue nuestro orador y marcó el momento con palabras y mensajes revolucionarios. Comenzó diciendo ante la presencia del ministro y varios miembros de alto grado del régimen “un agradecimiento al pueblo brasileño que financia este curso”.
De ahí salimos con el fuerte deseo de mudar este país. Y sabíamos que debería ser por la fuerza del pueblo. Un libro escrito en 1976 por el corajoso Márcio Moreira Alves, diputado federal despedido, en el cual él registra el movimiento popular estimulado por el entonces alcalde Dirceu Carneiro del oposicionista PMDB, en la ciudad de Lages, en Santa Catarina, cuyos resultados marcaron la vida de todos los que estaban involucrados en la Movilización de las Comunidades marginadas por el perverso capitalismo salvaje que reinaba. Hoy, todo eso sólo es historia.
Mucho más tarde tuvimos contactos con el libro “Movilización Social: un Modo de Construir la Democracia y la Participación” de autoría de Nisia Maria Duarte Werneck, con el filósofo colombiano Bernardo Toro y con las Teorías de Planeamiento Participativo, del chileno Carlos Mattus.
En la práctica de nuestros trabajos, como Analista de Movilización Social tuvimos contactos con el carismático Rodolfo Alexandre Inácio Cascão, quien viniendo de una experiencia revolucionaria, incorporó lo lúdico, lo festivo, el arte y la diversión en los movimientos como formas de atraer y concienciar a las poblaciones de todas las camadas sociales.
El hecho es que las decisiones políticas son tomadas por legos que ignoran totalmente los principios y teorías de Movilización. Los dirigentes prefieren los trabajos empíricos, muy al estilo paternalista que mantienen a las poblaciones involucradas como espectadoras pasivas del proceso.
La esencia es muy diferente de la apariencia. Comenzando por la comprensión de que todos los seres humanos nacen iguales y sólo la cultura dominante los trata como diferentes.
Hace pocos días tuve una reunión en una comunidad en que tuve la oportunidad de ver cómo es diferente lidiar con las personas, cuando se tratan con respeto y dignidad. Los pobladores de la Vila Aparecida de Belo Horizonte exponían sus puntos de vista, defendían sus derechos y reivindicaciones, con toda la fuerza de sus pulmones y se sentían de hecho, como iguales. De los presentes, quien no tenía una formación sociológica se asustó. Nuestra colega Maria Lucia Vieira demostró su encanto con las ganas que casi todos los asistentes tenían de participar. ¡Fue un show!
Es bastante diferente llegar a una comunidad con un paquete listo, ofreciendo lo que el poder público juzga que debe ofrecer y otra cosa es conocer las reales reivindicaciones de los habitantes que allí realmente sufren y saben lo que necesitan.
Sólo quien estudia a través de todos los recursos disponibles el sistema vigente y sus infinitos trucos, puede realizar un trabajo serio de Movilización Social. Y sabrá que solamente la consciencia comunitaria puede conducir a la sociedad por los caminos que soñamos: la no violencia, la solidaridad y la paz.