Cabe un mundo dentro de la cartera de una mujer. De todos los lugares curiosos de este planeta, la cartera de una mujer es ciertamente uno de los más peculiares y misteriosos. ¿Qué cabe dentro de la cartera de una mujer? Cabe una desorganización desorganizada. Comencemos por aquí.
Cómo consiguen colocar tantas cosas dentro de aquél minifundio, es una pregunta que desafía las leyes de la física y de la imaginación.
Cabe un teléfono celular, con certeza.
Cabe un lápiz labial.
Cabe un cepillo para el cabello, ya que a la mujer le gusta y quiere estar siempre bonita.
Cabe un buen perfume, un Dolce Gabbana o un Bulgari. En algunos casos, caben los dos. O tres. A la mujer moderna le gusta andar siempre perfumada.
También caben utensilios de belleza, lápiz para realzar el color de los ojos, rouge y carmín.
Productos inherentes al universo femenino abundan en la cartera de esta mujer: lima para las uñas, hilo dental, toallas higiénicas para eventuales emergencias, pastillas para el dolor de cabeza y el síndrome premenstrual.
Cabe un estuche de lentes de contacto o un aparato dental, de esos que se usan a la hora de dormir.
En la cartera de esta mujer cabe un paquete de pañuelos desechables para momentos de emoción.
Cigarros de filtro blanco –si esta mujer fuma-, chicles de menta, encendedor y una barrita de chocolate.
Un amuleto. Una oración para protección. Un escapulario. Cabe una fe.
Cabe una libretita para anotaciones donde ella escribe situaciones, citas y frases que la marcaron.
Cabe una agenda bonita, de esas que abundan en las librerías, con tapa de papel dura y con un diseño de última generación.
En la agenda de esta mujer están direcciones y números relevantes, recetas de belleza y consejos de compras.
Lentes oscuros, ciertamente, tienen su lugar garantizado en la cartera de una mujer de estos tiempos.
En la cartera de esta mujer encontramos también su billetera, siempre llena de cosas que van desde recibos de tiendas a tarjetas de crédito junto a fotos de personas queridas.
Una foto de la persona amada puebla, con seguridad, la billetera de la mujer moderna. Al final, la mujer moderna ama. Aún ama. Es inherente al alma femenina el amor y todo lo que recuerde ese oficio cada vez más difícil.
Entonces, cabe una carta de amor. O dos.
Cabe un amor con todas sus delicias y dolores.
En la billetera de esta mujer están todos sus documentos: cédula de identidad, licencia de conducir y CPF (Catastro de Personas Físicas).
En la cartera de esta mujer cabe un libro. Cabe una revista, de esas direccionadas al público femenino. Cabe una curiosidad insaciable.
Cabe un aparato de MP3 con la banda sonora de su vida: cabe U2, Morcheeba, Seal, Caetano y Djavan. Un universo de canciones.
Mucho más que objetos y cosas, la cartera de una mujer carga sueños, reminiscencias de los tiempos y lugares por donde su dueña plantó sus pies.
No es inverosímil encontrar una postal de Machu Pichu, un revolvedor de mojito guardado como souvenir de un paso por la Bodeguita del Medio, en La Habana, una caja de fósforos del Balthazar de Manhattan, un lápiz con el logo de algún hotel de algún lugar distante donde esa mujer pueda vivir.
Caben recuerdos de la infancia y pasajes que quedaron marcados del patio de sus abuelos.
Cabe el sabor de una carambola o de una piña en un palillo. Cabe el vuelo de un ave. El arrebatamiento plateado de un pez. La caricia de un perro. Cabe una brisa del mar del Caribe. Cabe una piedra recogida en la calle. Un anillo de bisutería y un collar.
En la cartera de esta mujer caben añoranzas del pasado y planos para el futuro.
En la cartera de esta mujer cabe la añoranza del futuro.
Y el futuro.
En la cartera de esta mujer cabe una mujer que es ella misma.
En la cartera de esta mujer cabe un mundo.
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