En el Nuevo testamento (Juan 13, 36-38) hay un pasaje en que Pedro pregunta a Jesús adonde él va, “¿Quo Vadis, Domine?”, “¿Adónde vas señor?, y Cristo le responde a Pedro que él aún no estaba preparado para acompañarlo. Cuando Pedro reacciona afirmando que estaba dispuesto a dar la vida por el maestro, éste responde: “antes que cante el gallo me negarás tres veces”. Cuatro siglos después surgió el documento “Actos de los Apóstoles Pedro y Paulo”, sin autor conocido, que narra que los cristianos después de la muerte de Cristo se concentraron en Roma y en el reinado de Nerón (54-68 DC) fueron perseguidos y asesinados en la arena. Según este texto, siendo Pedro primer obispo de Roma, decidido a huir de la ciudad, encuentra a Jesucristo en la Vía Apia en la forma de un niño y el diálogo se repite. Al preguntar a Jesús “¿Quo Vadis, Domine?”, éste le responde que va para Roma para ser recrucificado por sus ovejas que fueron abandonadas. Avergonzado, Pedro retorna y reasume su puesto. Este pasaje es narrado en el romance de Henryk Sienkiewicz, “¿Quo Vadis?”, que también se transformó en una película épica de Hollywood.
En Brasil, un ex-secretario nacional de Seguridad Pública presentado por el presidente Lula y por el PT (Partido de los Trabajadores) como el salvador de la patria, se exilió en Nueva York, diciendo que estaba amenazado de muerte y pasó a escribir libros e incluso un guión de un filme, “Tropa de Elite”. La herencia de su modelo es el desarme de la población brasileña y la creación de la Fuerza Nacional de Seguridad Pública, o sea, la militarización de la seguridad pública.
El presidente Lula realmente tiene una protección celestial incontestable. Él comprobó tener una fuerte intuición en cuestiones económicas y geopolíticas, y en términos de seguridad pública tuvo mucha suerte en tener una oposición más ciega que los desorientadores de su palacio. El pueblo brasileño dio su recado en el “plebiscito del desarme”:
“-Ustedes y sus familias que andan cercados de seguridad pagada con nuestro dinero, ¿cómo piensan que nos vamos a defender? ¿Quién va a defender a mi familia cuando intenten invadir mi casa? Seguramente no será la policía, que llega con la sirena sonando dos horas después que los bandidos se fueron. ¡He dicho!”.
Nuestros “líderes” políticos, intelectuales, mediáticos, religiosos y voluntarios en un memorable consenso promovieron una fuerte campaña para desarmar al pueblo brasileño. Revólveres y fusiles viejos de gran valor para museo, hasta reliquias de la Guerra de Paraguay fueron aplastadas sobre los rollos compresores en frente de las cámaras con el aplauso de esos ángeles de la paz. Esta ola encontró un formidable freno de arreglo en el “plebiscito del desarme”, cuando el pueblo brasileño mostró que desde los petistas chiitas a los tucanes neoliberales, de los apostólicos romanos a los pentecostales de la tercera ola, de los intelectuales comprometidos con los académicos escolásticos, periodistas con o sin diploma y ONGs de fachada y las porra-locas estaban en otro país o en otro planeta cuando decidieron implementar el plan de desarmar al pueblo brasileño.
Aprovecho aquí para citar dos países que resolvieron de formas diferentes la represión a los comportamientos antisociales, llevando seguridad a los ciudadanos: Cuba y Canadá. Por increíble que parezca, son países sumamente diferentes, en el primero el estado omnipresente y omnisciente controla todo, en el otro es símbolo de liberalismo, de la libertad individual. Pero, ¿qué es lo que tienen en común?
Respuesta: ¡relaciones entre vecinos y participación de la comunidad! En Cuba no hay espacio para trompadas ni para asaltantes porque los Consejos de Defensa de la Revolución, los respetados CDR, controlan todo, es claro, controlados por el gobierno a través de sus bien entrenadas Brigadas de Respuesta Rápida. Ninguna persona extraña tiene oportunidad de caminar por las calles de una comunidad sin ser abordada, identificada y atendida por la organización de vecinos.
En Canadá, me sorprendí mucho con una charla de una oficial de la Policía Montada. Su consejo no es para desarmar a los ciudadanos honestos ni la militarización de la policía como ocurre en Brasil. Entre sus campañas están consejos simples a los ciudadanos, como “haga una caminata alrededor de su manzana y salude a sus vecinos”. ¿Quién no necesita caminar? ¿Quién puede dispensar la amistad del vecino?
“La vigilancia comunitaria es una evolución y no una revolución”. La afirmación es de la policía canadiense Shelly Dupont, jefe de la División de Servicios Nacionales de Policía Comunitaria de la Policía Real Montada de Canadá (RCMP).
Para Shelly, la vigilancia “a la moda antigua” no funciona más: “Las personas son presas, después sueltas, y vuelven a cometer los mismos delitos”. Según ella, hoy la participación comunitaria es vista como tan importante como la policía en el control del crimen.
Rio de Janeiro, ¡Ciudad Maravillosa! ¡Qué tarjeta postal! ¡Qué postales! El Leblon y su negativo, el Vidigal! ¡São Conrado y la Rocinha! ¿Y São Paulo? Los más viejos se recuerdan del slogan: ¡SÃO PAULO NO PUEDE PARAR! ¿São Paulo, donde fue a parar? Una ciudad donde nadie conoce a su vecino. ¿Dónde llegamos? ¿Qué país es éste? Llegamos a la dilaceración del precario “tejido social”. ¡También pudiera!
Desorientados por el rechazo de su política de avestruz en el Plebiscito del Desarme, estado, academia, medios de comunicación, religión y voluntarios se mandaron por la Vía Apia y dejaron un vacío.
… ¡Estaba abierto el camino para las MILICIAS! Nunca vi una película tan oportuna como “Ensayo sobre la ceguera” de Fernando Meireles, inspirado en la obra de José Saramago. Quien tiene el arma asume el comando. ¿Y con quién quedaron las armas después de las sucesivas campañas para el desarme? Si usted pensó en los policías acertó. Si usted encuentra que fueron ellos quienes crearon las milicias acertó de nuevo. ¡Pero sin ningún tipo de control de derecho o de hecho de una sociedad que dice ser civilizada!
El “Ensayo sobre la ceguera” anuncia el fin, aunque sea temporario, de la civilización. Pues bien, esta ley que impera en las dos más grandes metrópolis nacionales ya se está extendiendo por todo el país, y ¿quién sabe por donde más? Quien tiene un arma manda, y ¿quien no tiene? Solo podemos entregar a las mujeres como en la obra de Saramago traducida en la película de Meireles. ¿Cómo podemos denominar el nuevo orden de seguridad pública en el Brasil de las milicias? ¿Salvajismo o barbarie? En el plebiscito este niño que es el pueblo brasileño pregunta a su intelligentsia: “¿Quo Vadis, Domine?”.