La pobreza es la principal causa de violencia urbana en Brasil. Cuanto más pobre es una población más insegura es la vida de todos, pues la violencia está íntimamente relacionada a la renta de las personas. Cuanto más precarios son los lugares donde viven las personas, mayor es el índice de violencia, pues cuando la pobreza sale ganadora, el tráfico se hace cargo de los espacios públicos y la violencia genera terror. En otras palabras, cuanto menor sea el Índice de Desarrollo Humano, IDH, mayor es el índice de violencia.
Una de las soluciones para el problema de la violencia es la inversión en las familias pobres, pues cuanto más se invierte en el combate a la pobreza, menores serán los índices de violencia. El día en que los pobres tengan derecho a educación de calidad, universidad gratuita, una salud decente, el terrorismo que asola hoy a la población brasileña, que es la violencia, dejará de existir. El desarrollo humano está directamente asociado a una vida segura.
En ese sentido, el programa Bolsa Familia del Gobierno Federal desempeña un papel fundamental, sacando a millones de la miseria. Pero aún está muy por debajo de lo esperado, pues la población sabe que tiene derecho a más, principalmente la juventud. Ella quiere más, tiene sueños mayores y no se contenta con ese poco. No es posible que un joven para merecer cien reales por mes, en el programa Pro-Joven urbano, tenga que ser un analfabeto funcional, pues este es el prerrequisito. Es inconcebible que un adolescente haga apenas 33 reales al mes para estudiar, dentro del programa Pro-joven adolescente. Pero aún así, son esos programas que han sacado a millones de jóvenes de la violencia.
Así, podemos concluir que uno de los programas que mejor combate la violencia en Brasil ha sido el Programa Bolsa Familia, ya que aproximadamente cuarenta millones de brasileños están siendo beneficiados directamente. No existe ningún programa público que alcance un contingente tan voluminoso como ese. Las obras de urbanización de favelas, que son los barrios periféricos de bajos recursos, solo corroboran los beneficios de paz generados por el programa Bolsa Familia. La tranquilidad tan deseada por las clases medias y altas solo se realizará en el momento en que la mayoría de las personas pobres de Brasil asciendan a condiciones de vida más decentes. En caso contrario los jóvenes continuarán muriendo, víctimas de esa guerra provocada por la grave e injusta distribución de renta brasileña.