El cinismo no permite que hagamos cambios drásticos en la comprensión que tenemos del mundo. Él también nos fuerza a sentir que estamos siempre en lo correcto. Propongo que hagas una cosa absurda que puede cambiar todo. Repite incesantemente para ti mismo que el punto crucial de la brujería es el misterio del punto de encaje. Si repites eso para ti mismo durante el tiempo suficiente, una fuerza invisible asume el comando y hace mudanzas apropiadas en ti.
Corta tu actitud cínica. Repite eso con buena voluntad. El misterio del punto de encaje es todo en la brujería. O mejor dicho, todo en la brujería depende de la manipulación del punto de encaje. Tú lo sabes, pero necesitas repetirlo.
Nuestra incapacidad para romper los parámetros de percepción normal es inducida por la cultura y el medio ambiente social. Ambos factores transfieren cada partícula de nuestra energía inherente para el cumplimiento de patrones de comportamiento establecidos, que no nos permiten romper esos parámetros.
Romper esos parámetros es la cuestión inevitable de la humanidad. Romperlos significa la entrada a mundos inconcebibles de un valor diferente del nuestro mundo pragmático de la vida cotidiana. Independientemente de que aceptemos o no esa premisa, somos obcecados por romper esos parámetros, pero hemos fracasado miserablemente. A eso se debe la profusión de drogas, estimulantes, rituales y ceremonias religiosas entre los hombres modernos.
Fracasamos en satisfacer nuestro deseo subliminal porque atacamos el problema precipitadamente. Nuestras herramientas son groseras. Actuamos como si quisiéramos derrumbar una pared golpeándola con la cabeza. El hombre nunca considera esa ruptura en términos de energía. Para los brujos, el éxito es determinado únicamente por la accesibilidad o inaccesibilidad de la energía.
Una vez que es imposible aumentar nuestra energía inherente, la única avenida abierta para los brujos es la redistribución de energía.