El acto más perfecto del hombre es la Paz. Y por ser tan completo, tan pleno, en sí mismo, es lo más difícil.
La libertad no tiene ningún valor si no incluye la libertad de errar.
Si actúas contra la justicia y yo te dejo actuar, entonces la injusticia es mía…
Quien venció el miedo de la muerte venció todos los otros miedos.
El miedo tiene alguna utilidad, pero la cobardía no.
Quien quiera llevar una vida pura debe estar siempre listo para el sacrificio.
La fuerza no proviene de la capacidad física, sino de la voluntad férrea.
Las enfermedades son los resultados no sólo de nuestros actos, sino también de nuestros pensamientos.
Las alabanzas del mundo no me agradan; por el contrario, muchas veces me entristecen.
Así como una gota de veneno compromete a un balde entero, también la mentira, por menor que sea, arruina toda nuestra vida.
Los únicos demonios en este mundo son los que deambulan en nuestros corazones, y es ahí que nuestras batallas deben ser entabladas.
La alegría está en la lucha, en el intento y en el sufrimiento envuelto. No en la victoria propiamente dicha.
Mantenga sus pensamientos positivos,
porque sus pensamientos se tornan sus palabras.
Sus palabras se tornan sus actitudes.
Sus actitudes se tornan sus hábitos.
Sus hábitos se tornan sus valores.
Sus valores… se tornan su destino.
Existen dos días en el año en que no podemos hacer nada: el ayer y el mañana.
La verdadera sed del paladar no es la lengua, sino el espíritu.
Primero ellos te ignoran, después se ríen de ti, luego vienen a pelear, y entonces tú los vences.
Ustedes pueden encadenarme, torturarme; pueden hasta destruir mi cuerpo, pero nunca van a aprisionar mi mente.
El hombre se torna muchas veces lo que él mismo cree que es. Si insisto en repetir para mí mismo que no puedo hacer una determinada cosa, es posible que acabe tornándome realmente incapaz de hacerla. Al contrario, si tengo la convicción de que puedo hacerla, ciertamente adquiriré la capacidad de realizarla, aunque no la tenga en el comienzo.
Mi vida es mi mensaje.