Los pases mágicos fueron descubiertos por los antiguos brujos. Todo eso comenzó con la extraordinaria sensación de bienestar que los brujos experimentaban cuando estaban en estados de consciencia intensificada. Ellos sentían un vigor tan extraordinario que luchaban para repetirlo en las horas de vigilia.
Al principio ellos creían que eso era una disposición de bienestar que la consciencia intensificada creaba. Luego descubrieron que no todos los estados de consciencia intensificada producían la misma sensación de bienestar.
Un examen más cuidadoso les reveló que siempre que la sensación de bienestar ocurría, ellos habían estado involucrados en algún tipo de movimiento corporal. Percibieron que mientras estaban en estados de consciencia intensificada, sus cuerpos se mueven involuntariamente de determinadas maneras y que eso era de hecho la causa de la sensación fuera de lo común de plenitud física y mental.
Los movimientos que sus cuerpos ejecutaban automáticamente en consciencia intensificada eran una especie de herencia oculta de la humanidad, algo que había sido profundamente almacenado para ser revelado sólo a aquellos que estuvieran buscándolo. Los brujos antiguos eran como buceadores de aguas profundas que, sin saberlo, recuperaron esa herencia.
Ellos comenzaron a reunir arduamente los movimientos que se acordaban. Sus esfuerzos valieron la pena. Fueron capaces de recrear movimientos que les habían parecido reacciones automáticas del cuerpo en un estado de consciencia intensificada.
Animados por el éxito, fueron capaces de recrear centenas de movimientos sin alojarlos en un esquema comprensible. La idea de ellos era que en la consciencia intensificada, los movimientos acontecían espontáneamente y había una fuerza que guiaba el efecto de los movimientos sin la intervención de su voluntad.
Esos movimientos no eran sólo llamados pases mágicos, ¡ellos eran mágicos! Producían un efecto que no puede ser descrito a través de explicaciones comunes. Esos movimientos no son ejercicios físicos o meras posturas del cuerpo, son intentos reales de alcanzar un estado más favorable de ser.
La magia de los movimientos es un cambio sutil que el practicante experimente al ejecutarlos. Es una cualidad efímera que el movimiento trae para sus estados físico y mental, una especie de brillo, una luz en los ojos. Esa mudanza sutil es un toque del espíritu, como si a través de los movimientos el practicante restableciese una ligación no utilizada con la fuerza vital que los sustenta.
Otra razón para que los movimientos sean llamados pases mágicos es que los practicantes son transportados en términos de percepción para otros estados en que pueden sentir el mundo de una manera indescriptible. Debido a esa cualidad, a esa magia, los pases deben ser practicados no como ejercicios, sino como una manera de llamar al poder con un gesto.
Puedes practicarlos de la manera que desees. Los pases mágicos intensifican la consciencia, independientemente de la idea que te hagas de ellos. Lo más inteligente sería sólo aceptar que la práctica de los pases mágicos lleva al practicante a dejar caer la máscara de la socialización – el barniz que todos nosotros defendemos y por el cual morimos. El barniz que adquirimos en el mundo y que nos impide alcanzar todo nuestro potencial. Lo que nos hace creer que somos inmortales.
La intención de miles de brujos permea esos movimientos. Ejecutarlos, aunque sea de una manera casual, hace a la mente llegar a una pausa.
Llegar a una pausa
Todo lo que hacemos en el mundo lo reconocemos e identificamos convirtiéndolo en líneas de semejanza, línea de cosas que están asociadas a propósito. Por ejemplo, si yo te digo tenedor, eso inmediatamente trae a tu mente la idea de cuchara, cuchillo, mantel, servilleta, plato, taza, vaso de vino, carne, banquete, cumpleaños y fiesta. Podrías continuar nombrando tales cosas indefinidamente. Todo lo que hacemos está asociado así.
Para los brujos, lo raro es que ellos ven que todas esas líneas de afinidad, todas estas líneas de cosas asociadas a propósito, se ligan a la idea del hombre de que las cosas son inmutables y eternas, como la palabra de Dios.
Parece que en nuestras mentes todo el universo es como la palabra de Dios, absoluta e inmutable. Esa es la manera como nos conducimos. En lo más profundo de nuestras mentes existe un dispositivo restrictivo que no nos permite parar para examinar que la palabra de Dios, como la aceptamos y creemos que ella sea, habla al respecto de un mundo muerto. Por otro lado, un mundo vivo está en constante flujo. Él se mueve. Él se altera completamente.
La razón más abstracta por la cual los pases mágicos de los brujos de mi linaje son mágicos es que practicándolos nuestro cuerpo comprende que todo, en vez de ser una serie continua de objetos que tienen afinidad entre sí, es una corriente, un flujo. Y si todo el universo es un flujo, una corriente, esa corriente puede ser detenida. Se puede apresar y así su flujo puede ser detenido o desviado.
Los brujos de mi linaje quedaron choqueados casi hasta la muerte al comprender que la práctica de sus pases mágicos ocasionaba la parada del, de otra manera, ininterrumpido flujo de las cosas. Construyeron una serie de metáforas para describir esa parada y, en el esfuerzo para explicar eso o para reconsiderarlo, crearon confusión. Se resbalaron para el ritual y la ceremonia. Comenzaron a escenificar el acto de la parada del flujo de las cosas. Creían que si determinadas ceremonias y rituales estuviesen concentrados en un aspecto definido de sus pases mágicos, los propios pases mágicos podrían atraer el resultado específico.
Rápidamente la cantidad y la complejidad de sus rituales y ceremonias se tornaron más complicadas que la cantidad de sus pases mágicos. Es muy importante concentrar la atención en algún aspecto definido de los pases mágicos. Mientras tanto, esa fijación debe ser leve, divertida, libre de morbidez y severidad. Debe ser hecha por ella misma, sin realmente esperar retornos.