Continuación de “El Mar Oscuro de la Conciencia” – Las emanaciones del Águila se reúnen siempre en racimos. Los antiguos videntes llamaron a eso las grandes bandas de emanaciones. No son realmente bandas, pero el nombre se les quedó. Por ejemplo, existe un racimo inmensurable que produce seres orgánicos. Las emanaciones de esa banda orgánica son de una calidad casi esponjosa. Son transparentes y tienen una luz propia única, una energía peculiar. Están conscientes, se mueven. Esa es la razón por la cual todos los seres orgánicos están llenos de una energía devoradora. Las otras bandas son más oscuras, menos esponjosas. Algunas de ellas no tienen luz en absoluto, sino una especie de opacidad. Imagina como si fuese una banda enormemente ancha de filamentos luminosos, cuerdas luminosas sin fin. Los seres orgánicos vivientes tienen un capullo que encierra las emanaciones.
Imagina que en esa banda de vida orgánica algunos capullos son formados alrededor de filamentos luminosos en el centro de la banda, y otras son formadas cerca de los márgenes; la banda es suficientemente ancha para acomodar todo tipo de seres orgánicos, con espacio de sobra. Así, las burbujas que están próximas de los márgenes de la banda reciben las emanaciones que están en el centro, presentes solamente en las burbujas que están alineadas con el centro. De la misma forma, los capullos del centro no reciben las emanaciones de los márgenes. Como puedes comprender, todos los seres orgánicos están ligados a las emanaciones de una banda; pero los videntes “ven” que dentro de esa banda orgánica hay diferencias descomunales entre esos seres. Hay tantas bandas como el infinito mismo. Sin embargo, los videntes descubrieron que en la tierra sólo hay 48 de esas bandas. Eso significa que hay 48 tipos de organizaciones en la tierra, 48 tipos de racimos o estructuras. La vida orgánica es uno de ellos.
Entre las restantes, hay siete bandas que producen burbujas de conciencia inorgánica. Las otras cuarenta bandas producen burbujas sin consciencia alguna; ésas son bandas que sólo generan organización. Imagina las grandes bandas como si fueran grandes árboles. Todas ellas producen frutos; envoltorios llenos de emanaciones: sin embargo, sólo ocho de esos árboles producen frutos comestibles, esto es, burbujas de consciencia. Siete producen frutos amargos, pero aun así comestibles; y sólo uno tiene el fruto más suculento y sabroso que existe.
Los seres inorgánicos no son tan numerosos como los orgánicos, pero eso es compensado por el mayor número de bandas de consciencia inorgánica. Las diferencias entre los propios seres inorgánicos son mucho más vastas que las diferencias entre los organismos, porque los organismos están ligados solamente a una banda, mientras que los seres inorgánicos están ligados a siete.
Aparte de eso, los seres inorgánicos viven infinitamente más tiempo que los orgánicos. Ese aspecto estimulaba a los antiguos videntes a concentrar su visión sobre los aliados. Los antiguos videntes también llegaron a percibir que es la alta energía de los organismos y el subsecuente alto desarrollo de su consciencia, que hace de ellos bocados deliciosos para el Águila. En la visión de los antiguos videntes, la gula era la razón por la cual el Águila producía el mayor número posible de organismos.
El producto de las otras cuarenta grandes bandas no es en absoluto la consciencia, sino una configuración de energía inanimada que los antiguos videntes llamaban “vasos”, mientras que llamaban “capullos” o “recipientes” a los productos de las ocho bandas con consciencia. Lo que explica la luminosidad independiente de los capullos y los recipientes es la energía de la consciencia, mientras que los vasos son receptáculos rígidos cuya luminosidad estática proviene sólo de la energía de las emanaciones encapsuladas.
Necesitas tener en mente que todo lo que existe en la Tierra está aprisionado. Todo lo que percibimos es construido de partes de capullos o vasos con emanaciones. Generalmente, no percibimos de ninguna manera los receptáculos de los seres inorgánicos. El mundo total es hecho de 48 bandas. El mundo que nuestro punto de encaje aglomera para nuestra percepción normal es construido de dos bandas; una es la banda orgánica, la otra es una banda que tiene sólo una estructura, pero no consciencia. Las otras 46 grandes bandas no forman parte del mundo que percibimos normalmente.
Hay otros mundos completos que nuestros puntos de encaje pueden alinear. Los antiguos videntes contaron siete de esos mundos, uno por cada banda de conciencia. Dos de esos mundos son fáciles de alinear; los otros cinco, son casi imposible. Lo desconocido está eternamente presente, pero está fuera de las posibilidades de nuestra consciencia normal. Lo desconocido es la parte superflua del hombre común. Y es superflua porque el hombre común no tiene energía suficiente para captarlo.
Los nuevos videntes se quedaron simplemente aterrorizados por el conocimiento que los antiguos toltecas habían acumulado a lo largo de los años. Es comprensible. Los nuevos videntes saben que aquel conocimiento sólo lleva a la destrucción total. Entre tanto, también son fascinados por él; especialmente por las prácticas. Ellas son un legado de los antiguos toltecas. Los nuevos videntes aprenden sobre ellas a medida que progresan. Difícilmente llegan a usarlas, pero esas prácticas son parte de su conocimiento. Son fórmulas muy oscuras, encantamientos, procedimientos demorados que tienen que ver con manosear una fuerza muy misteriosa.
Al menos, era misteriosa para los antiguos toltecas, que la enmascararon y la tornaron más aterrorizante de lo que realmente es. Es una fuerza que está presente en todo lo que existe. Los antiguos videntes nunca intentaron desvendar el misterio de la fuerza que los hizo crear sus prácticas secretas; ellos simplemente la aceptaban como algo sagrado. Pero los nuevos videntes la miraron de cerca y la llamaron voluntad, la voluntad de las emanaciones del Águila, o intento.
Compilación Flórion