La libertad total

Publicado por Editor 14 de febrero de 2013

Los antiguos videntes descubrieron que es posible mover el punto de encaje al límite de lo conocido y mantenerlo fijado allí en un estado fundamental de consciencia intensificada. De esa posición, vieron la posibilidad de lentamente mover sus puntos de encaje hacia otras posiciones permanentes más allá de ese límite – un hecho estupendo, repleto de osadía, pero desprovisto de sobriedad, pues nunca lograron rehacer en sentido inverso el movimiento de sus puntos de encaje, o tal vez nunca lo hayan deseado. Los hombres osados, ante la elección de morir en el mundo cotidiano y morir en mundos desconocidos, irán inevitablemente a optar por la segunda hipótesis, que los nuevos videntes, comprendiendo que sus antecesores habían meramente elegido mudar el lugar de su muerte, llegaron a la comprensión de la futilidad de todo aquello, la futilidad de luchar para controlar a sus semejantes, la futilidad de aglomerar otros mundos y, sobre todo, la futilidad de la vanidad.

Una de las decisiones más felices que los nuevos videntes tomaron fue nunca permitir que sus puntos de encaje se moviesen permanentemente para cualquier posición que no fuese la de la consciencia intensificada. A partir de esa decisión, decidieron realmente su dilema de futilidad y descubrieron que la solución no está simplemente en elegir un mundo alternativo en el cual morir, sino elegir la consciencia total, la libertad total.

Al elegir la libertad total, los nuevos videntes involuntariamente continuaron la tradición de sus antecesores y se tornaron la quinta esencia de los desafiantes de la muerte. Los nuevos videntes descubrieron que si el punto de encaje es llevado a moverse constantemente para los confines de lo desconocido, pero traído de vuelta a una posición en el límite de lo conocido, cuando es súbitamente liberado, él se mueve como un relámpago a través de todo el capullo del hombre, alineando todas las emanaciones del interior del capullo de una sola vez.

Los nuevos videntes arden con la fuerza del alineamiento, con la fuerza de voluntad, que transforman en la fuerza de la intención a través de una vida de impecabilidad. La intención es el alineamiento de todas las emanaciones ambarinas de la consciencia, de modo que es correcto decir que la libertad total significa consciencia total.

La libertad es el regalo del Águila para el hombre. Infelizmente son muy pocos los hombres que comprenden que todo lo que necesitamos para aceptar un regalo tan magnífico es disponer de energía suficiente. Si es todo lo que necesitamos, entonces es evidente que debemos tornarnos avaros de energía.

El regalo de libertad del Águila no es una concesión, sino una chance de tener chance.

Una voltereta para lo inconcebible

Voy a contarte algo fundamental sobre los brujos y sus actos de brujería. Algo sobre la voltereta de su pensamiento para lo inconcebible. Algunos brujos son contadores de historias. Contar historias para ellos no es sólo el explorador avanzado que prueba sus límites perceptibles, sino su camino para la perfección, para el poder, para el espíritu. Mudar el relato factual de la historia de un héroe o personaje, por ejemplo, puede ser un instrumento psicológico, una especie de pensamiento deseoso por parte del brujo contador de historias. O tal vez sea una manera personal, idiosincrásica, de aliviar la frustración.

Pero esa no es la cuestión de un brujo contador de historias. Todos ellos lo hacen. El brujo contador de historias que cambia el final del relato factual lo hace bajo la dirección y bajos los auspicios del espíritu. Por lograr manipular su conexión alusiva al intento, puede efectivamente cambiar las cosas. Bajo los auspicios del espíritu, este simple acto lo zambulle en el propio espíritu. Él deja a su pensamiento dar una voltereta para lo inconcebible. Por ser su entendimiento puro, un explorador avanzado probando la inmensidad de afuera, el brujo contador de historias sabe sin ninguna duda que en algún lugar, de alguna manera, en ese infinito, en este exacto momento el espíritu bajó. El ideal del héroe trascendió su persona.

Acecharse a sí mismo

Los seres humanos son infinitamente más complejos y misteriosos que nuestras más locas fantasías. La experiencia de los brujos es tan bizarra que los brujos la consideran un ejercicio intelectual, y la usan para acecharse. Su triunfo como acechadores, sin embargo, es que permanecen agudamente conscientes de que son los perceptores de que la percepción tiene más posibilidades de lo que la mente puede concebir.

Para protegerse de aquella inmensidad, los brujos aprenden a mantener una mezcla perfecta de impecabilidad, astucia, paciencia y dulzura. Esas cuatro bases están inexplicablemente interligadas.

Los brujos las cultivan intentándolas. Esas bases son, naturalmente, posiciones del punto de encaje. Cualquier acto ejecutado por cualquier brujo es por definición gobernado por esos cuatro principios. Así, hablando propiamente, cada acción de cada brujo es deliberada en pensamiento y realización, y tiene la mezcla específica de los cuatro fundamentos del acecho.

Los brujos usan las cuatro disposiciones del acecho como guías. Se trata de cuatro estructuras mentales diferentes, cuatro mezclas distintas de intensidad que los brujos pueden usar para inducir a sus puntos de encaje a moverse a posiciones específicas. Piensa sobre los cernes abstractos básicos de las historias de brujería. O mejor, no pienses al respecto de ellos, pero haz a tu punto de encaje moverse en la dirección del lugar del conocimiento silencioso.

Mover el punto de encaje es todo, pero no significa nada sino un movimiento sobrio y controlado. Por lo tanto, cierra la puerta de la autoreflexión. Sea impecable y tendrá la energía para alcanzar el lugar del conocimiento silencioso. Los cernes abstractos se revelan extremadamente lento, avanzando y retrocediendo de un modo errático.

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