Alejando moscas y mosquitos
No se debe prestar atención a los zumbidos. No intentes espantarlos con tu mano. Intenta que se alejen. Construye una barrera de energía a tu alrededor. Quédate en silencio y desde el silencio la barrera será construida. Nadie sabe cómo eso es hecho. Es una de esas cosas que los antiguos brujos llamaron hechos energéticos. Para tu diálogo interno. Eso es todo lo que necesitas.
Ventanas del ser
Cuando se lidia con el nagual nunca se debe mirar para él directamente. El único medio de mirar al nagual es como si fuese una cosa normal. Es necesario pestañear para poder romper la fijación. Nuestros ojos son los ojos del tonal, o tal vez fuese más apropiado decir que nuestros ojos fueron entrenados por el tonal, y por lo tanto el tonal los reivindica.
Uno de los motivos de tu perplejidad e incomodidad es el hecho de que tu tonal no suelta tus ojos. El día en que haga eso, tu nagual tendrá una gran victoria. La obsesión de las personas es arreglar el mundo de acuerdo con las reglas del tonal. Por lo tanto, cada vez que nos enfrentamos con el nagual, hacemos lo posible para tornar nuestros ojos rígidos e intransigentes. Tengo que apelar para la parte de su tonal que comprende ese dilema y tú debes hacer un esfuerzo para liberar tus ojos. El problema es convencer al tonal que existen otros mundos que pueden pasar frente a las mismas ventanas. Así, deja a tus ojos ser libres, que sean ventanas de verdad. Los ojos pueden ser las ventanas para espiar dentro del tedio o para espiar hacia ese infinito.
Hacer eso es una cosa muy simple. Basta organizar tu intención como si fuese una aduana. Siempre que estés en el mundo del tonal, debe ser un tonal impecable, no gastes tiempo con estupideces irracionales. Pero siempre que estés en el mundo del nagual, también debes ser impecable, no hay tiempo para estupideces racionales. Para el guerrero, la intención es el portón del medio. Se cierra completamente atrás de él, cuando él se dirige hacia cualquiera de las dos direcciones.
Movimiento de los ojos
Los nuevos videntes recomiendan un acto muy simple cuando la impaciencia, el desespero, la rabia o la tristeza cruzan tu camino. Recomiendan que los guerreros giren los ojos. Cualquier dirección sirve. Yo prefiero girar los míos en la dirección de los punteros del reloj. El movimiento de los ojos hace al punto de encaje moverse por un momento. En ese movimiento, encontrarás alivio. Eso substituye al verdadero dominio de la intención.
La mirada del guerrero
La mirada del guerrero es lanzada al ojo derecho de la otra persona. Y lo que hace es callar el diálogo interno, y después el nagual toma el control, a eso se debe el peligro de esa maniobra. Siempre que el nagual prevalece, aunque sea sólo por un instante, no hay forma de describir la sensación que el cuerpo experimenta.
La mirada en el ojo derecho no es fija. Es, antes, apoderarse a la fuerza por medio del ojo de la otra persona. En otras palabras, agarramos alguna cosa que está detrás del ojo. Se tiene la sensación física real de que se está agarrando alguna cosa como la voluntad. No hay forma de describir exactamente lo que se hace. Alguna cosa crepita de algún lugar abajo del estómago. Esa cosa tiene dirección y puede ser enfocada sobre cualquier punto.
Sólo funciona cuando el guerrero aprende a enfocar su voluntad. No hay forma de practicar eso, y por lo tanto no recomiendo ni aconsejo su utilización. En un momento dado de la vida de un guerrero, simplemente acontece. Nadie sabe cómo.
El secreto está en el ojo izquierdo. A medida que el guerrero progresa en el camino del conocimiento, su ojo izquierdo puede agarrar cualquier cosa. Generalmente, el ojo izquierdo del guerrero tiene un aspecto extraño, a veces, queda permanentemente bizco, o menor que el otro, o mayor, diferente de algún modo.
Siempre mira a la persona que está involucrada contigo en una disputa, cada uno tirando la cuerda por una punta. No tires la cuerda simplemente, mira para arriba y mira sus ojos. Entonces sabrás que ella es una persona, así como tú. No importa lo que ella diga, no importa lo que haga, estará temblando igual que tú. Una mirada de esas lleva al oponente a quedar indefenso, aunque sea por un instante. Ahí das el golpe.