Nuestra tendencia es ponderar, cuestionar, esclarecer. Y no hay cómo hacer eso en la disciplina de la brujería. Ella es el acto de alcanzar el lugar del conocimiento silencioso, y el conocimiento silencioso no puede ser raciocinado. Sólo puede ser experimentado.
Es muy fácil en el camino del conocimiento perderse en la confusión y en la morbidez. Los videntes se enfrentas a grandes enemigos que pueden destruir su propósito, mirar sus objetivos y volverlos débiles, enemigos creados por el propio camino del guerrero junto con las sensaciones de indolencia, pereza y vanidad que son partes integrantes de nuestro mundo diario. Los errores que los antiguos videntes cometieron como resultado de la indolencia, pereza y vanidad eran tan grandes, tan graves, que los nuevos videntes no tuvieron opción sino maldecir y rechazar su propia tradición.
La cosa más importante que los nuevos videntes necesitaban eran pasos prácticos para mover sus puntos de encaje. Como no tenían ninguno, comenzaron a desarrollar un intenso interés por ver el brillo de la consciencia y así desarrollaron tres conjuntos de técnicas que se tornaron su piedra angular.
Con esos tres conjuntos, los nuevos videntes ejecutaron un hecho extraordinario y difícil. Lograron hacer moverse sistemáticamente el punto de encaje de su posición habitual. Reconocieron que los antiguos videntes también habían realizado ese hecho, pero por medio de maniobras caprichosas, de su idiosincrasia.
La visión que los nuevos videntes tuvieron del brillo de la consciencia resultó en la secuencia en que organizaron las verdades de los antiguos videntes sobre la consciencia. Esto es conocido como dominio de la consciencia. A partir de ahí desarrollaron los tres conjuntos de técnicas. El primero es el dominio del acecho, el segundo, el dominio del Intento y el tercero el dominio del Sueño.
El intento, la Energía de Alineamiento de las Emanaciones
El dominio del intento, junto al dominio del acecho, son las dos obras primas de los nuevos videntes, que marcan el advenimiento de los videntes de los días de hoy. En sus esfuerzos para obtener una ventaja sobre sus predecesores, los nuevos videntes perseguían cada posibilidad. Sabían que sus predecesores habían ejecutado hechos extraordinarios, manipulando una fuerza misteriosa y milagrosa que sólo podían describir como Poder. Los nuevos videntes tenían muy poca información sobre esa fuerza, de modo que fueron obligados a examinarla sistemáticamente a través de la visión. Sus esfuerzos fueron ampliamente recompensados cuando descubrieron que la energía del alineamiento es esa fuerza.
Comenzaron por ver cómo el brillo de la consciencia aumenta en tamaño e intensidad cuando las emanaciones en el interior del capullo son alineadas con las emanaciones libres. Usaron esa observación como trampolín, exactamente como lo habían hecho con el acecho, y pasaron a desarrollar una compleja serie de técnicas para manejar ese alineamiento de emanaciones.
Inicialmente se refirieron a esas técnicas como el domino del alineamiento. Percibieron entonces que lo que estaba en juego era mucho más que el alineamiento; era la energía producida por el alineamiento de emanaciones. A esa energía le llamaron Voluntad. La voluntad se tornó la segunda base. Los nuevos videntes la comprendieron como una explosión ciega, impersonal e incesante de energía que nos hace actuar del modo que lo hacemos. La voluntad responde por nuestra percepción del mundo de los eventos comunes e, indirectamente, a través de la fuerza de esa percepción, responde por la localización del punto de encaje en su posición habitual.
Los nuevos videntes examinaron cómo tienen lugar la percepción del mundo de la vida cotidiana y vieron los efectos de la Voluntad. Vieron que el alineamiento es incesantemente renovado, de manera a dar un sentido de continuidad a la percepción. Para siempre renovar el alineamiento con el frescor de que este necesita para producir un mundo vivo, la explosión de energía que sale de esos mismos alineamientos es automáticamente redireccionada para reforzar algunos alineamientos especiales.
Esa nueva observación les sirvió a los nuevos videntes como otro trampolín que les ayudó a alcanzar la tercera base de sus técnicas. La llamaron intento y la describieron como guiar la voluntad, o guiar intencionalmente la energía del alineamiento.
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