Hay un ardid formidable en ensoñar: la propia fuerza del cuerpo ensoñador. Por ejemplo, es muy fácil para el cuerpo de ensueño contemplar las emanaciones del Águila por largos períodos de tiempo, ininterrumpidamente, pero también es muy fácil que sea totalmente consumido por ellas. Los videntes que contemplaron las emanaciones del Águila sin sus cuerpos de ensueño murieron, y aquellos que las contemplaron con sus cuerpos de ensueño se quemaron con el fuego interior. Los nuevos videntes resolvieron el problema viendo en grupo. Mientras un vidente contemplaba las emanaciones, otros permanecían cerca para prestar ayuda. Ellos sueñan juntos. Como tú mismo sabes, para un grupo de videntes es perfectamente posible activar al unísono las mismas emanaciones que nunca se usan. Y también, en este caso, no existen técnicas conocidas, simplemente ocurre sin uno saber cómo.
Al soñar juntos, algo en nosotros toma la iniciativa y de pronto nos encontramos compartiendo la misma vista con otros ensoñadores. Lo que pasa es que, automáticamente, nuestra condición humana nos hace focalizar el resplandor de la consciencia en las mismas emanaciones que otros seres humanos están usando; ajustamos la posición de nuestros puntos de encaje para cuadrar con los que nos rodean. En nuestra percepción ordinaria lo hacemos con el lado derecho de la consciencia, pero también lo podemos hacer con el lado izquierdo, al ensoñar juntos.
Como el no hacer de dormir, el ensueño da a los practicantes la utilización de esa porción de sus vidas gastadas en la siesta. Es como si los ensoñadores no durmiesen más. Aun así, no hay nada malo con eso. Los ensoñadores no sienten falta de sueño, pero el efecto de ensoñar parece ser el aumento del tiempo a través del uso de un presunto cuerpo extra, el cuerpo ensoñador.
Todos nosotros, los seres luminosos, tenemos un doble. ¡Todos nosotros! Un guerrero aprende a tener noción de eso y nada más. Existen barreras aparentemente protegiendo esa noción. Pero eso es de esperarse; son esas barreras que tornan la conquista de esa noción un desafío tan raro.
El cuerpo ensoñador es conocido por nombres diferentes. El nombre que más me gusta es “el otro”. Era el término usado por los antiguos videntes y era el sentido que ellos le daban. Es misterioso y prohibido. Exactamente como los antiguos videntes, él me da una sensación de tinieblas, de sombras. Los antiguos videntes decían que el otro siempre se presenta envuelto en un velo de viento.
También el cuerpo ensoñador es a veces llamado de “el sosia”, porque es una réplica perfecta del cuerpo de quien ensueña. Es básicamente la energía de un ser luminoso, uno blanquecino, una emanación fantasmagórica que es proyectada por la fijación de la segunda atención en una imagen tridimensional del cuerpo. El cuerpo ensoñador no es un fantasma, es tan real como cualquier cosa con la cual lidiamos en el mundo.
Tú estás pensando que el sosia es lo que la palabra está diciendo, un doble, u otro tú. Escogí esas palabras con el fin de describirlo. El sosia es el propio ser y no puede ser encarado de otro modo. El sosia es una cosa simple para un brujo porque él sabe lo que está haciendo.
No hay pasos definidos y estandarizados para alcanzar ese doble, como tampoco hay pasos definidos para alcanzar nuestra consciencia diaria. Nosotros hacemos eso simplemente practicando. Encontramos esos pasos en el acto de empeñar nuestra atención del nagual. El doble no es cuestión de elección personal. El secreto del doble está en la burbuja de la percepción. El conglomerado de sentimientos puede ser obligado a unirse instantáneamente en cualquier lugar. En otras palabras, podemos percibir aquí y allí al mismo tiempo.
El doble es la consciencia de nuestro estado como seres energéticos o luminosos. Puede hacer cualquier cosa, y sin embargo prefiere ser discreto y delicado. La segunda atención es inevitablemente llevada a focalizar sobre nuestro ser total como un campo de energía, y transforma esa energía en cualquier cosa apropiada. La cosa más fácil es naturalmente la imagen del cuerpo físico con la cual ya estamos perfectamente familiarizados en nuestra vida diaria a través del uso de nuestra primera atención. Lo que canaliza la energía de nuestro ser total a producir cualquier cosa que esté dentro de los límites de posibilidades es conocido como voluntad. La energía de un ser humano puede ser transformada a través de la voluntad en cualquier cosa.
El cuerpo ensoñador y la barrera de la percepción son posiciones del punto de encaje, y ese conocimiento es tan vital para los videntes como saber leer y escribir para el hombre moderno. Ambas son capacidades conquistadas después de años de práctica. El recuerdo del principal viaje del cuerpo ensoñador deja el punto de encaje en condiciones de romper la barrera de la percepción para poder aglomerar otro mundo.
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