El sonido y el significado de las palabras son de suprema importancia para los acechadores. Las palabras son usadas por ellos como llaves para abrir todo lo que esté cerrado. Por lo tanto, los acechadores tienen que afirmar su objetivo antes de intentar alcanzar el entendimiento. Pero no pueden revelar su verdadero blanco en el inicio, de modo que deben verbalizar las palabras con cuidado para esconder la intención principal.
Ver el Molde del Hombre Solo
Comúnmente se ve el molde del hombre como masculino porque el punto de encaje no tiene la estabilidad para permanecer completamente pegado a su nueva posición, y se desliza lateralmente en la faja del hombre. Es el mismo caso de ver la barrera de la percepción como una pared de neblina. Lo que hace al punto de encaje moverse lateralmente es un deseo o necesidad casi inevitable de traducir lo incomprensible en términos familiares: una barrera es una pared, y el molde del hombre sólo puede ser un hombre.
Hay dos maneras de ver el molde del hombre. Tú puedes verlo como hombre, o puedes verlo como una luz. Eso depende del movimiento del punto de encaje. Si el movimiento es lateral, el molde es un ser humano; si ocurre en la sección central de la faja del hombre, el molde es una luz.
La posición en que se ve el molde del hombre es muy cercana a aquella en que aparecen el cuerpo soñador y la barrera de la percepción. Es por esa razón que los nuevos videntes recomiendan que el molde del hombre sea visto y comprendido.
Ver el molde del hombre solo, sin la ayuda de nadie, es un paso importante, porque todos tenemos ciertas ideas que deben ser quebradas para que seamos libres. El vidente que viaja a lo desconocido con el fin de ver lo incognoscible debe encontrarse en un estado impecable de ser.
Encontrarse en un estado impecable de ser es estar libre de suposiciones irracionales y miedos racionales. Es necesario ir más allá del molde. El molde debe ser meramente una etapa, una parada que trae paz y serenidad temporales para quien viaja rumbo a lo desconocido, pero es estéril, estático. Como si fuese al mismo tiempo una imagen plana reflejada en un espejo y el propio espejo. Y la imagen sería la imagen del hombre.
El rompimiento de la barrera de la percepción es la combinación de todo lo que los videntes hacen. En el momento en que esa barrera es rota, el hombre y su destino asumen un sentido diferente para los guerreros. Debido a la importancia trascendental de romper esa barrera, los nuevos videntes usan el acto de romperla como un test final. El test consiste en saltar de lo alto de una montaña a un abismo, en estado de consciencia normal. Si el guerrero que salta hacia el abismo no apaga el mundo cotidiano y aglomerar otro antes de alcanzar el fondo, él muere.
Lo que vas a hacer será provocar el desaparecimiento de este mundo, pero de alguna forma irás a permanecer tú mismo. Este es el último bastión de la consciencia, aquél en que los nuevos videntes se apoyan. Ellos saben que después de arder con la consciencia, de cierta manera todavía retienen el sentido de ser ellos mismos.
Romper la barrera de la percepción es la última tarea del dominio de la consciencia. Para mover tu punto de encaje a esa posición necesitas reunir energía suficiente. Haz un viaje de recuperación. ¡Acuérdate de lo que hiciste!
Pasará mucho tiempo antes de que puedas aplicar el principio de que tu orden es la orden del Águila. Esa es la esencia del dominio de la intención o del intento. Mientras tanto, da la orden ahora de no impacientarte, ni siquiera en los momentos de dudas. Será un proceso lento hasta que esa orden sea oída y obedecida como si fuese una orden del Águila.
Existe un área inconmensurable de consciencia entre la posición habitual del punto de encaje y la posición donde no hay más dudas, que es casi el lugar donde la barrera de percepción aparece. En esa área inconmensurable los guerreros son presa de todos los errores concebibles. La prevención es estar atento y no perder la confianza, pues serás inevitable alcanzado en cualquier momento por un opresor sentimiento de derrota.
Todo eso volverá a ti algún día. Una cosa desencadenará la otra. Una palabra clave, y todo saldrá de ti como si la puerta de un depósito excesivamente lleno cediese.