Sabiduría (II)
Quien llega a los cuarenta años sin ser estimado, no lo será nunca más.
No corregir las propias fallas es cometer la peor de ellas.
La única manera de no cometer errores es no haciendo nada. Este, sin embargo, es ciertamente uno de los mayores errores que se podría cometer en toda una existencia.
Elige un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar ni un día en tu vida.
Todos los hombres se alimentan, pero pocos saben distinguir los sabores.
La mejor manera de ser feliz es contribuir para la felicidad de los otros.
La mayor gloria no es nunca caer, sino levantarse cada vez que se cae.
El bien que persigo puede estar distante, aun así existe.
El hombre común atribuye la culpa a los otros, el hombre superior a sí mismo.
Si los hombres fuesen severos consigo mismos y generosos para con los otros, nunca darían razón a resentimientos.
Para vencer en la vida, exija mucho de sí y poco de los otros…
Lo que el hombre sabio busca está en sí mismo, lo que el hombre ignorante busca está en los otros.
Entre amigos, las frecuentes censuras alejan la amistad.
Sin una lengua común no se pueden concluir los negocios.
No importa lo lento que vas, siempre que nos pares.
La pereza anda tan lenta, que la pobreza fácilmente la alcanza.
Huye por un instante del hombre rabioso, pero siempre huye del hipócrita.
Aquél que no prevé las cosas remotas se expone a desgracias próximas.
Lleva un puñado de tierra todos los días y luego tendrás una montaña.
Hasta que el sol vuelva a brillar, encendamos una vela en la oscuridad.
El obrero que quiere hacer bien su trabajo debe comenzar por afilar sus herramientas.
El éxito depende siempre de una preparación previa, sin ésta el fracaso es seguro.
Quien se siente seguro trae calma, quien tiene calma trae paz, quien tiene paz puede hacer planes, quien hace planes tiene más oportunidades de vencer.
Debes tener la cabeza siempre fría, el corazón siempre caliente y la mano ancha.