Sabiduría (I)
No todos pueden ser ilustres, pero todos pueden ser buenos.
Podemos cometer algunos excesos de vez en cuando. Pero siempre es bueno parar y reflexionar sobre lo que hacemos en la vida.
Quien descubre su ignorancia comienza a tornarse sabio.
Conocerse a sí mismo es la llave de la sabiduría.
El sabio teme al cielo sereno; en compensación, cuando viene la tempestad, él camina sobre las olas y desafía al viento.
Comidas simples, agua para beber, el codo doblado como almohada, ahí está la felicidad. Las riquezas materiales y la posición social sin integridad son como las nubes que flotan.
La diferencia entre un hombre de éxito y otro orientado por el fracaso es que uno está aprendiendo a errar, mientras que el otro está buscando aprender con sus propios errores.
El hombre que se queda en lo alto de la colina con la boca abierta esperará un largo tiempo hasta que un pato asado le caiga en ella.
Si quieres tener prosperidad por un año, cultiva granos. Por diez, cultiva árboles. Pero para tener éxito por cien años cultiva gente.
Puedes entender a los que están sobre el promedio, pero no puedes entender a los de abajo del promedio.
No reclames de la nieve en el tejado de la casa de tu vecino, cuando la base de tu puerta no está limpia.
¡Muchos buscan la felicidad por encima del hombre! Otros, más abajo. Pero la felicidad es exactamente del tamaño de un hombre.
Me preguntas por qué compro arroz y flores. Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.
El pesimismo puede volver a los hombres cautelosos, mientras el optimismo puede volver a los hombres imprudentes.
Tú no puedes cambiar el viento ni la corriente, pero puedes ajustar las velas y el timón del barco para llegar donde quieres.
Adonde quiera que vayas, anda entero, lleva junto a ti tu corazón.
El mayor placer de un hombre inteligente es hacerse el idiota en frente a un idiota que quiere hacerse el inteligente.
Poder sin magnanimidad y aire de luto sin dolor, son cosas que no soporto presenciar.
No te preocupes si los otros no te comprenden, preocúpate con el hecho de que comprendes a los otros. No importa si los hombres no te comprenden, sino que tú sí los comprendes.
El corazón del sabio, tal como el espejo, debe reflejar todo sin macularse.
Es necesario que el discípulo de la sabiduría tenga el corazón grande y corajudo. El fardo es pesado y el viaje largo.
Ser ofendido no tiene ninguna importancia, a no ser que continuemos acordándonos de eso.
Se puede inducir al pueblo a seguir una causa, pero no a comprenderla.