Rendijas de Solidaridad – parte II – Cómo todo comenzó
Era septiembre u octubre de 1973. Yo trabajaba en el primer piso del edificio de la antigua Estación de Buses, en la Avenida Rio Branco, donde funcionaba la Secretaría del Trabajo y Bienestar de la Municipalidad. Tenía 22 años y era jefa de la Sección de Coordinación de Recursos Sociales, la cual estaba subordinada al Centro de Atención a los Mendigos e Inmigrantes Carentes.
1973 fue el primer año de la segunda gestión de Itamar Franco en la Municipalidad de Juiz de Fora. Cierto día, me acuerdo bien, en un final de expediente, una estudiante en práctica llamada Aninha me dijo que tenía una pareja inmigrante de Pará, pero que se negaba a dar entrevista, a no ser que fuese en particular, sólo para mí, personalmente. Yo insistí para que conversaran con la asistente social Cristina Peliano, que coordinaba directamente el Centro, pero ellos se negaron.
Yo siempre bromeo y digo que, si yo fuese una burócrata, o sólo una técnica, postura que rechacé a lo largo de todo una vida, esta historia no podría ser contada, pues simplemente no habría sucedido. Quebrando la norma, fui al encuentro de Isa y Humberto para atenderlos confidencialmente. Ni siquiera hice una ficha de la atención, ¡OBVIO!
Isa estaba embarazada de Wladimir. Humberto me contó su historia y me pidió hospedaje, pues no tenía nada de dinero. El tiempo, este increíble mago del universo a veces nos engaña, ya pasó tanto tiempo y parece que fue ayer, pues los recuerdos son demasiado nítidos.
Humberto abrió un papel con una letra inconfundible, era la letra de Diva Maria de Souza, mi colega de Servicio Social, gran amiga, novia de Rui, hermano de Humberto, y me entrega un papel pidiendo apoyo para la pareja.
La Municipalidad tenía un convenio con el Dormitorio São Vicente de Paula y con la Sopa dos Pobres, ellos reivindicaron este atendimiento, pero yo decidí invitarlos a hospedarse en mi casa, sin consultarle a mi marido, para atender al pedido de Diva.
Tenía certeza absoluta de que Geninho iba a acogerlos con el mayor entusiasmo y generosidad por sus convicciones políticas. Geninho en esa época era muy ligado a la APLML, la Acción Popular Marxista Leninista, sobreviviente en el Movimiento Estudiantil de Juiz de Fora.
Humberto e Isa se confundían con los inmigrantes carentes. Todavía me acuerdo de Isa, con un vestido de algodón, muy simple, y una casaca marrón. Ellos me impresionaron por las ropas un poco rotas, pero una inteligencia y un raciocinio brillantes… Una conversa maravillosa que nos ayudó a mí y a Geninho a entender lo que fue la saga de los militantes de izquierda, a profundizar nuestros compromisos con el socialismo y con la caída de la dictadura. Compromisos que nos llevaron a cooperar con el FRELIMO, Frente de liberación de Mozambique, aún en la década de los 70, bajo la coordinación del PCB, el Partido Comunista Brasilero, al cual Geninho se afilió cuando todavía era clandestino.
Humberto cambió de nombre, se transformó en Sebastião para viajar a China, país con el que Brasil no tenía relaciones diplomáticas en aquella época. Fueron historias que poblaron nuestro inicio de matrimonio en Juiz de Fora y nos llevaron a entender un mundo inimaginable para nosotros.
En verdad, Humberto vino para ser juzgado en la 4ª Región Militar, podría haber sido absuelto, como él mismo evaluaba, pues ya había cumplido mucha pena. Me acuerdo de la acusación del Promotor Simeão de Faria, que lo condenó a dos meses más. Isa retorno a Pará.
Wladimir, ni es necesario recordar, era una homenaje a Lenin, Humberto era un leninista duro e influenció a Geninho a leer todos los libros del líder soviético.
Un episodio que nunca olvidaré fue en el juicio de Humberto, cuando el promotor intentó adicionar más tiempo a la pena por el hecho de haber hecho un pasaporte con otra identidad. El íntegro juez Mauro Seixas Teles rechazó la moción, alegando que tal mudanza fue una exigencia de su actividad política y que podría ser objeto de la justicia civil, como falsedad ideológica, y no objeto de la justicia militar.
Terminado el juicio, ya era de noche, bien tarde, Humberto fue directo para la Penitenciaría de Linhares, Isa fue a mi casa y lloró, lloró mucho. Yo no sabía qué hacer.
En la noche del juicio no logramos dormir, pues tuvimos que colocar en nuestra cama a la pequeña Bia, de un año y medio, arrancada de los brazos de su madre Zoraide por una condenación inusitada. Pero esta es otra historia. Volvamos a Humberto.
Humberto fue la razón que nos aproximó a los presos políticos de Linhares. Él sentía fuertes dolores de cabeza y Geninho, que ya estaba terminando la carrera de medicina, decidió investigar. Él pidió permiso para salir y hacer consultas y exámenes médicos que no concluían nada… hasta que un día se sospechó de que podría ser una lesión maxilar.
Fuimos con Geninho a la casa del Dr. Cassadio, en el elegante barrio Santa Helena, y le contamos la historia de Humberto. Cassadio se dispuso a atenderlo solidariamente y para esto tuvo el apoyo de su esposa Cléa, que participaba del movimiento de Renovación Cristiana y, junto a doña Leda y doña Célia Teixeira, integraba grupos comprometidos en la lucha política de resistencia democrática y solidaridad en Juiz de Fora.
El caso de Humberto era grave, la tortura dislocó sus maxilares. Cuando salió de la prisión, se quedó en Juiz de Fora. Hizo un tratamiento de rico, que pocos podrían hacer, en las manos milagrosas del gran profesional Antonio do Couto Cassadio.
La red se formaba en el telar de la solidaridad, con el segmento progresista de la sociedad de Juiz de Fora, especialmente de la iglesia orientada por la Teología de la Liberación, el movimiento estudiantil, los demócratas, los resistentes, cantados en el libro “Baú de Ossos”, de Pedro Nava.