A veces las mujeres se presentan con la queja: “Estoy casada hace varios años. Antiguamente sentía placer sexual con mi marido, pero desde hace algunos años, raramente lo siento. Ha empeorado con el tiempo. El modo que él hace el amor conmigo no cambió. Fui al ginecólogo para ver qué es lo que está mal conmigo y dijo que todo está normal. Me recomendó que buscara un psicólogo”.
En general, la sexualidad en la mujer está fuertemente entrelazada con la vida afectiva. Sexo, amor y confianza se mezclan, vienen juntos. En un caso como el que cité, frecuentemente, más o menos en la época en que el placer de la mujer comenzó a desaparecer, ocurrió una gran decepción con el marido. Descubrió un caso de adulterio o hubo una pelea con violencia corporal, o entonces, gradualmente, el marido se fue enfriando, no sexualmente, sino que desde el punto de vista afectivo. Fue volviéndose menos cariñoso, conversaba menos, comenzó a beber mayores cantidades de alcohol, demoraba más en llegar a la casa, los desentendimientos se hicieron más y más frecuentes. A veces, cuando ocurre un adulterio del marido o una pelea violenta, la pareja queda peleada por un tiempo y después se reconcilia. Al final, están juntos hace mucho tiempo, tienen hijos y ya fueron felices antes. Deciden intentar de nuevo. No quieren separarse. Pero sucede que no logran volver a como era antes.
Puede ser que en el caso que cité, la mujer no logra perdonar y confiar verdaderamente. Se queda desconfiada, piensa que va a volver a acontecer y tiene miedo de entregarse por entero. Muchas veces el deseo sexual continúa presente, pero cuando ocurre el encuentro sexual, no logra sentir placer. Querer mantener un matrimonio y no desear la separación es diferente a sentirse casada, sentirse amada y confiar. Si la mujer no se siente amada, la sexualidad se duerme, se enfría.
En los casos donde no hubo adulterio ni peleas violentas, lo que puede haber acontecido son decepciones que se vienen acumulando a lo largo de los años. A veces el marido tiene dificultades de mantenerse en un empleo, pierde dinero en el juego, bebe demasiado, es muy callado, maltrata a los hijos o tiene celos enfermizos. La mujer creía que con el tiempo él iba a cambiar, que el cariño de ella haría de él un hombre diferente. Pero esto no sucedió. Ahí la decepción crónica actúa como veneno y va enfriando todo.
Es más común que los hombres mantengan un cierto interés sexual en la esposa aunque estén decepcionados con ella. Él se puede enfriar afectivamente pero mantener el interés sexual. Pero esto no es suficiente para la mujer. Ella siente la frialdad afectiva y esto la seca, la enfría. Ella no quiere solo el interés sexual del marido. También quiere su cariño, admiración y colaboración en las tareas de la vida.
No existe una receta lista para salvar un matrimonio. Todo depende de la capacidad de diálogo, del amor real que aún pueda existir y de la capacidad que tiene cada uno de percibir sus fallas importantes y lograr modificarse.