Peligros en la Adolescencia – parte 1

Publicado por Carlos Bitencourt Almeida 17 de febrero de 2011

No tengo hijos. Como todos, puedo estudiar mi propia adolescencia con la distancia y la claridad posible de aquellos que ya recorrieron algunas décadas de vida. Un largo tiempo de vida profesional y la observación de cómo amigos y parientes lidiaron con su propia adolescencia y la de sus hijos me permite constataciones que pueden ser útiles a aquellos dentro del fuego de la dificultad con los propios hijos adolescentes. El psicoterapeuta, cuando logra conquistar la confianza de sus clientes adolescentes, puede recibir confidencias bastante íntimas, aunque a veces tenga más edad que los padres de sus clientes, pues no tienen con estos una relación de autoridad, censura y castigo, lo que puede tornar la relación en ciertos aspectos más abierta, íntima y transparente. Otra fuente de informaciones útiles proviene de la psicoterapia con los clientes adultos, que frecuentemente relatan  detalles de su infancia y adolescencia.

Es común que las madres se aflijan cuando los hijos se tornan adolescentes. De una manera más o menos intensa pasan a extrañar a sus hijos. “Adónde se fue ese niño tan dócil y tierno, tan cooperativo, que deseaba tanto mi compañía?” Ahora quiere salir solo, evita programas con los padres, sólo quiere saber de los amigos de su propia edad.

No es raro que los padres se sientan rechazados, mal amados, interpretan como ingratitud el alejamiento de sus hijos. En estos momentos siempre es útil recordar con detalles la adolescencia de uno mismo. ¿Fue diferente con usted? ¿Usted le contaba a sus padres todo lo que hacía? ¿Les relataba a sus padres los descubrimientos que hacía en el campo de la sexualidad o las aventuras más o menos peligrosas en las cuales estuvo involucrado?

Muchas veces los hijos de padres separados quieren pasar a vivir con quien no fue el tutor, el responsable hasta entonces. Con frecuencia las madres que los crearon observan con tristeza el deseo de sus hijos e hijas de ir a vivir en la casa de su padre. A veces él fue un padre ausente que se envolvió poco en las dificultades financieras, escolares, de salud, de la vida de sus hijos. Y el hijo optó por vivir con él. Es difícil para una madre comprender esto sin sufrir o sin sentir que es una injusticia.

El adolescente ama la novedad, la aventura, lo desconocido y lo no vivido. Quiere experimentar todo lo que desconoce. Quiere otro estilo de vida, otra escuela, otra ciudad, quiere viajar, cambiar su peinado, la ropa, la alimentación, hacer todo lo que hasta entonces era prohibido y que él acató con obediencia. Él quiere descubrir el mundo. De un modo instintivo quiere tornarse adulto, autónomo, tener su proprio juicio sobre la vida, tener experiencia personal de lo que es prohibido y desconocido para probar si realmente eso es malo y nocivo o entonces agradable e interesante.

Pero el camino para un juicio proprio, autónomo y maduro puede ser bastante largo. La travesía de ser niño obediente para adulto independiente no es simple, ni fácil, ni rápida. Los padres pueden ayudar o estorbar en el proceso, incluso a veces hacen las dos cosas a la vez, dependiendo del momento o la situación.

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