Pasado y Presente

Publicado por Carlos Bitencourt Almeida 15 de marzo de 2010

Passado e Presente

Hay personas que creen que si actualmente tienen problemas y dificultades psicológicas es porque acarrean algún trauma de infancia del cual no se acuerdan y llegan al psicólogo diciendo que quieren hacer una regresión para descubrir cuál es. De hecho, esto puede acontecer. Todo lo que fue muy intenso emocionalmente en nuestra vida, sea un hecho muy bueno o muy malo, puede dejar marcas que nos transforman y que pueden influir en nuestro comportamiento. Volver al pasado olvidado puede no ser un proceso fácil y rápido. A veces el recuerdo vuelve como algo vago y distante. A medida que los meses o los años pasan, el mismo recuerdo puede retornar, cada vez más claro, más fuerte, con más detalles, y lo que es más importante, cada vez la emoción vivida en el pasado viene con más intensidad y claridad. Hay personas que llegan a sentir como si todo estuviese pasando de nuevo, allí en ese momento.

Cada vez que un recuerdo importante es recuperado, junto con el dolor, miedo y tristeza que puedan haber sido revividos, viene un sentimiento de alivio, de calma, de energía. Un recuerdo importante guardado en el olvido es un pedazo de nuestra alegría y vitalidad que desapareció. Recuperarla es completarse, fortalecerse y tener más energía para la vida.

Otras veces, la persona se acuerda de sus traumas pero la emoción no viene. Es como si le hubiera acontecido a otra persona. El olvido tiene grados. Es una defensa inconsciente, un muro que construimos intentando liberarnos de lo que nos hizo mal. La persona puede olvidar todo, o apenas el sentimiento, el dolor o miedo. Aquí también puede ser necesario que el sentimiento se descongele, explote, se transborde. Sin esto, nos quedamos presos y sofocados.

Muchas veces la persona se acuerda de todo, hechos y sentimientos, pero no resuelve el problema. Hay personas que nunca olvidaron sus traumas. Son una herida abierta, consciente, viva, que nunca cicatrizó. El camino aquí es otro. No basta sólo acordarse. Lo que nos traumatiza no son los hechos. Lo que es traumático para alguien puede ser fácilmente superado por otro. Hay personas que se quedan estancadas en el sentimiento de rabia, revuelta, deseo de venganza, tristeza o culpa. Podemos haber sido víctimas de un pasado traumático, pero estacionarse en la posición de: “pobre de mí, vean cuánto sufrí”, no lleva a nada, a no ser a una vida desperdiciada, destructiva y vacía. Es necesario querer vivir, saber que la vida aún nos puede proporcionar alegría y crecimiento, siempre que trabajemos para esto.

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