Todos nosotros tenemos limitaciones. Existen tareas y situaciones que para nosotros son difíciles. Pero por otro lado, es muy interesante percibir que frecuentemente disfrazamos nuestra pereza o desinterés con el velo de la incapacidad. Hay personas que se quejan de que tienen mala memoria. Que no logran recordar bien ciertos conocimientos o compromisos. Analizando más de cerca, vemos que cuando están motivados, o cuando sus intereses están amenazados, su memoria se pone nítida y firme. Otros en su vida profesional evitan o postergan ciertas tareas que consideran demasiado difíciles. Pero ante la perspectiva de un aumento de salario o de la amenaza de despido, las mismas tareas fluyen con entusiasmo y competencia.
Los hábitos alimenticios, nocivos o no, son muy arraigados, como lo son también algunos vicios como el cigarro o el uso de bebidas alcohólicas. Hay personas que se disculpan durante años con la justificación de que no logran liberarse. Sin embargo, durante una enfermedad grave o bajo un riesgo de vida, muchos modifican estos mismos hábitos, a veces para el resto de sus vidas.
Hay dificultades de pareja dentro un matrimonio que se repiten durante años. Son ciertas cosas que hacemos o dejamos de hacer que dañan a la persona que vive con nosotros. Muchas veces la justificación es la misma: “no logro cambiar, cuando veo, ya lo hice”. Luego, la persona más insatisfecha comienza a hablar seriamente de separación o de divorcio. Para algunos matrimonios, éste es un fortificante muy eficaz. Mudanzas que antes eran imposibles comienzan a acontecer y se mantienen en el tiempo.
Muchas personas se quejan de falta de tiempo. No hacen nada para sí o para los otros por su absoluta falta de tiempo. Pero de repente percibimos que no tenemos tiempo para ciertas personas, pero para otras buscamos alguna forma de tenerlo. Esa tarea que veníamos postergando, en frente a la perspectiva de grandes lucros o perjuicios terminan concretándose.
Esto no quiere decir que todos somos astutos o hábiles mentirosos. Frecuentemente nos auto-engañamos, nos mentimos a nosotros mismos. Somos inconscientes de nuestras capacidades, nuestra pereza, desinterés o resentimiento. Pensamos que no somos lo suficientemente capaces hasta que la vida nos apreta o nos motiva con intensidad. A veces es desconcertante para la propia persona percibir que ella es realmente capaz y que lo que la estaba bloqueando era la inercia, el miedo o la vanidad. Podemos incluso llegar a sentir gratitud por habermos sido obligados a seguir un camino, porque a través de eso podemos descubrir capacidades en nosotros que no sabíamos poseer y de este modo, nuevas alegrías y fuentes de realización personal.