XV – Hechos Desobjetivos

Publicado por Bill Braga 2 de marzo de 2021

Sobre médicos y locos, o tal vez médicos-locos, afirmo una cosa: todo es una cuestión de representación. Hoy entiendo eso, y por más que todavía permanezca encarcelado, entendí que tengo que jugar el juego para salir. Tenemos que entrar en él para modificarlo, para invertirlo, para exponer crudamente nuestra razón única, nuestra visión de mundo diferenciada. Definitivamente ellos, hombres de blanco, familiares, no están listos para experimentar la expansión de la mente por la cual pasamos, pasé, paso. Descubrí, después del encuentro de hoy con el doctor Lucas y mi pobre madre, que yo puedo jugar su juego, que saldré de aquí y podré proclamar mis verdades a los cuatro vientos. En realidad hay un universo allá afuera que clama por mí, no con voces torturadoras, sino con el apoyo que siento por dentro, en mi alma y mi corazón. Luego, ustedes entenderán esta conmoción, pues esta no es la primera vez que me trancan. Pero todavía no es el momento.

El encuentro con mi novia fue devastador. Yo esperaba el regazo, el abrigo propio de quien ama, no necesitar más de los consejos de Tatiana, cuya voz me torturaba incluso mientras dormía. Ocurrió lo opuesto, la descarga emocional, puse todo sobre ella, y las voces ganaron aún más fuerza. Fue devastador para mí, y ella parecía que me abandonaría a mi propia suerte. ¿Cómo era capaz?, ¿no veía que ella podía ayudarme, calmarme? ¡No, no podía ver! Nuestras visiones son limitadas por nuestros horizontes de experiencia. Yo me sentía como en la canción de Pink Floyd: shining like a crazy diamond, o de The Doors: I´ve break on through to the other side. Pero nadie entendía mi brillo, nadie pasó al otro lado, el de la expansión mental por el cual yo pasaba. Yo era reprimido y recriminado dentro de mi propio hogar. Mi cuarto, mi universo, se tornó mi mundo, lo que a veces era torturador. Yo quería el mundo, y tenía un cuarto. Yo quería a todas aquellas mujeres que quedaron por el camino, de Rio a BH, Sandra, Tatiana, mi novia. Tenía el aislamiento. Pasé a ser considerado una amenaza por querer libertad, la calle y personas cueste lo que cueste. Contra la amenaza, ¡siempre hay un psiquiatra!

Un flash más en mi mente. Un período obscuro, no linear, caótico, muchos sentimientos conflictivos pasan en mi mente mientras escribo sobre la Pinel. El camino fue rápido hasta aquí, pero los hechos desobjetivos, tan fragmentarios, escapan por entre los meandros de las memorias. Es como si yo hubiese sido apagado. Posiblemente son los malditos remedios de los sanos. Drogas pesadas, comercializadas como soluciones, que prometen, pero crean masas amorfas, letárgicas, viciadas. Lobotomía laboratorista, eso sí.

Yo realmente necesitaba salir, no era un deseo, sino una necesidad, de ser guiado por las voces en medio de la multitud, un psiquiatra debería cuidarme. ¿Loco? ¿Cómo osas decir eso de tu propio hijo?, ¡yo gritaba! ¡Si no me entiendes, si tú tienes una visión limitada, no me taches de loco! No me encuadres en clasificaciones, en patrones, deja que gane las alas de la percepción para volar alto, ¡más alto de lo que todos ya volaron!

Yo estaba aborrecido, el mundo permanecía dividido en dos polos: uno corporeizado por mi familia, siendo mi madre el personaje principal, conservador y represor; otro del mundo homo, de las voces que me guiaban, comprendían y ayudaban, a pesar de que muchas veces me cansaron. Esos polos no eran dialécticos, estaban en conflicto, sin resultar en síntesis. Y yo sentía el dolor de cargarlos solo, sentía como Drummond clavó en sus versos:

“Tengo sólo dos manos

Y el sentimiento del mundo

Pero estoy lleno de esclavos

Mis recuerdos escurren

(…)

Cuando me levante, el cielo

Estará muerto y saqueado

Yo mismo estaré muerto,

Muerto mi deseo, muerto

El pantano sin acordes”

 

En medio de tanto sentimiento, tanto deseo, tanta vida, querían que yo fuese al psiquiatra de mierda. No sé cómo, pero me llevaron. Sé que me rebelé, maldije, perneé, ¿cómo? ¿Cómo seudo-científicos que nunca habían vivenciado lo que yo pasaba podían saber respuestas? La vida no se aprende solamente en los libros, sino en la experiencia. La figura era  taciturna, un señor calvo, en su postura de analista, lanzando una mirada aterradora. Cuanto más él me desafiaba, más yo destilaba mi desmesura, pero yo quería contradecir. Y él quería mostrarme la falta de lógica de mi raciocinio. ¿Lógica? ¿Quiere algo más lógico que yo estando sentado aquí oyendo estas tonteras seudo-psíquicas, mientras el mundo allá fuera clama por mí?… ¿mientras haya amores a ser vividos, poemas a ser escritos, canciones a ser compuestas? ¿Qué dosis de locura hay en eso? Locura es no tener esta vida mediocre que usted tiene, creyéndose el señor de la verdad, medicando pacientes que pasan a vivir sin emociones, ¡sólo por vivir! Si usted no oye las voces y no sabe que mi padre está cerca, yo lo oigo, yo lo sé. ¿Por qué su verdad objetiva y rasa debe sobreponerse a la mía, alada, creativa y sin límites? No, sus tácticas psíquicas no me van a tornar un mediocre. No, no tomaré sus malditos remedios, no, no volveré aquí. Y que usted y su psiquiatría se jodan… El mundo me espera y yo lo espero a él.

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