IV – Antes de la Otra Inyección

Publicado por Bill Braga 16 de diciembre de 2019

Dejaba Rio, pero llegaría a Juiz de Fora, otra ciudad muy agradable que me había conquistado. Nuestra historia, la mía y la de aquella ciudad, era reciente pero intensa. Allí era un pedazo de Rio, como decimos los mineiros, tal vez por eso es que a mí me gustaba tanto. Esa vez ni las cicatrices que la estadía dejaría servirían para alejarme de allá. Por más que no volviera con tanta frecuencia, esa ciudad, o mejor dicho, ella y algunas personas que habitan allá, también habitan en mi corazón.

Juiz de Fora representó algunos años atrás un desafío en mi vida. Simplemente porque mi padre después de volver de Londres y asumir su homosexualidad se mudó para allá. Vivía con su compañero, Marquinhos, en la ONG que montaron, el Movimiento Gay de Minas, MGM. Yo tenía algunas noticias, sabía del trabajo que desarrollaban, pero nunca había ido. Aparentemente lidiaba bien con su orientación sexual, pero no conocía a su compañero oficialmente – aunque sí lo había conocido en mi infancia, como un amigo de mi padre. Era todo un desafío para superar ir hasta allá. No en esa época de Rio. En esa época yo consideraba esa ciudad como un segundo hogar. Pero la primera vez fue por una feliz coincidencia del destino. Un viaje de investigación me llevó a enfrentar lo inevitable, y abrió un mundo de posibilidades, la diversidad se expuso desnuda y cruda.

En el distante año 2005 estaba haciendo una investigación, sobre la historia de la farmacia en Minas. No era un asunto que me llamaba la atención a primera vista, pero prometía rendir una buena platita, así que me embarqué. Con la investigación el tema se mostró fascinante, y la historia, dependiendo del modo como es hecha y contada, es realmente preciosa. Uno de los lugares en que yo y el equipo con el que trabajaba debíamos ir era Juiz de Fora. Luego me ofrecí a ir, diciendo que mi padre vivía allá. Eso suscitó la curiosidad de las personas, queriendo saber lo que él hacía y con qué trabajaba. Dudé un poco en un primer momento, esquivando preguntas, pero de a poco revelé a algunos colegas la curiosa historia.

Terminé yendo solo la primera vez. Antes de llegar la expectativa era grande, cómo yo reaccionaría y cómo era ese mundo en el que mi padre vivía que nos parece tan distante, el mundo de los gays. Pero no es tan distante. En realidad en algunos aspectos, como en el sentimiento de posesión, los heterosexuales están bastante atrasados en relación a los homo-afectivos.

A fin de cuentas, aunque la cultura sea formadora de mentes, somos todos, gays y heterosexuales, humanos por sobre todas las cosas. ¿Pero será que existirá una esencia del ser humano? Esencia. ¿Y la locura? ¿Sería causada por alguna esencia mal formada? Me acordé de la teoría de los cuatro humores, que explicaba la locura y la melancolía en la Edad Media. ¿Será que yo tenía cura? Me pierdo en devaneos, y casi olvido la historia que estaba contando. Contaba de mi primera ida a Juiz de Fora. Ah, ¡cómo esa ciudad me impresionó de buena forma! Cómo pasó a vivir en mi corazón. No solamente por las bellas mujeres que por ahí gorjean, sino por la amabilidad de las personas. Nada de estilo carioca, por más cariocas que ellos se consideren. Muy interesante, pero volvamos a los hechos, al menos a los que recuerdo.

Fui a investigar y me encontré con lo inevitable. Pero eso se hizo tan caluroso para mí que lo inevitable se tornó agradable. La receptividad que tuve en la ONG de mi padre, que al mismo tiempo era su casa, fue impresionante. Además, también se volvió una casa mía. El cariño que recibí allí, sin exageraciones y sin ser demasiado meloso, fue sorprendente. Todos se enorgullecían de mi postura y todos estaban curiosos por saber quién era el famoso hijo de mi padre. Curioso. Quería poder continuar contándoles, pero en este instante los remedios turban mi visión. Y para colmo me llaman para otra inyección. Quieren podar mi creatividad. ¿Qué fue lo que hice tan mal? No me puedo acordar. Los pocos recuerdos son dolorosos. Pero si reconstruimos el hilo de esta narración, usted y yo, lograremos entender el porqué. Los porqués nos mueven y nunca los desciframos, pero no podemos dejar de intentar.

 

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