– ¡Gente de dentro!
– ¡Gente de afuera! Vamos a entrar…
– ¿Cómo va la comadre Brigitte?
– Todo OK, comadre Zefa. ¿Y allá en el campo, cómo van las cosas?
– Todo más o menos, como Dios permite. Arnesto, mi marido, anda medio derribado, con la espina caída. ¿Y el doctor Charles?
-El pobre de Charles está con stress… Ya sabe como es, doña Zefa, la crisis es generalizada… ¡la ciudad está un caos con esas manifestaciones en la calle!
-Claro que sé, comaire Brigitte. Hasta da pa´ pensar en un mal de ojo de los argentinos…
– Charles Junior también me está preocupando: ¡anda con una depresión horrible! No quiere ni saber de los estudios…
– Arnestito también está dando trabajo. Anduvo con gripe mucho tiempo. ¡Y el otro día casi que le da un nudo en las tripas!
– ¡Pobrecito! ¡Él es tan flaquito!
– ¿Y su hermano? ¿Ese bien gordo?
– ¿El Dr. Duílio? O sea, ¿no supo nada comadre? ¡Él tuvo un infarto de miocardio y casi se murió! Está en recuperación…
– ¡Que cosa, comadre! Nosotros también nos llevamos un tremendo susto con nuestro hijo menor: ¡El otro día se enfermó y casi paró la pata!
– ¿Fue un mal súbito?
– No sé, comaire Brigitte… Ya pensó si fue por mal de ojo…
– ¿Y no llevaron el niño al médico?
– No ´eñora. Los doctores de Cuba todavía no llegaron… Eso sí, lo llevamos a bendecir. ¡Doña Genebrina es una santa allá en nuestro fin del mundo! Amarró un talismán en el bracito del chiquillo y él ya está casi bien…
– ¡Es así comadre, la fe hace milagros!
– Realmente los hace, comaire. El Arnesto se llevó una picada de urutu y quedó bien mal. El pueblo de allá de las grutas dice que urutu, cuando no mata, deja lisiado. Pues, ¿me va a creer que la doña Ginebrina le dio unas hierbas de pajarito preparadas a su manera y el hombre amaneció con el brazo en el azadón?
– ¡Gracias a Dios! Cuando mi mamá tuvo aquel edema de glotis…
– ¿De la gruta?
– No, Señora Zefa… Un edema de la glotis deja a la persona sin poder respirar. Tiene que hacer una traqueotomía…
– ¡Dios mío santo, comaire! ¿Eso muerde?
– ¡No haga bromas! ¡Mi mamá casi se murió! El Dr. Melo Viana dijo que fue un milagro que ella haya sobrevivido…
– ¡Ah! Me acuerdo de ese doctor… ¡Qué hombre bonito ese! ¡Hasta se parece a Rodorfo Valentino!
– Pues está con los días contados: metástasis generalizada. Los médicos no pueden hacer nada por él.
– ¿Y por qué no llama a doña Genebrina?
– ¡Ah! Comadre, aquí en la capital nadie cree en esas cosas. Es medicina ortomolecular, resonancia magnética, cóctel de drogas…
– ¡Santa Perpetua y Santa Felicidad! ¡Cuánta grosería!
– Son los nuevos términos de la medicina, comadre. Es una ciencia moderna que ha evolucionado bastante en los últimos años…
– ¿Y ya encontraron la cura para la gripe?
– ¿Para la gripe, comadre Zefa?
– Eso mismo. Gripe, resfriado, insolación, viento virado… Esas cosas de a allá del campo…
– Sí, Señora Zefa, para esas cosas, no… La medicina todavía está buscando…
– ¡Ah! No tiene cura, ¿cierto?
– Todavía no, comadre.
– Es por eso que nosotros vivimos atrás de la doña Genebrina…