Leo el frío titular del periódico: “Faltan ingenieros, electricistas… Mano de obra es el principal escollo” (“O Globo, 23 de mayo). La radio CBN repite la información: “Profesores de la red estadual están en huelga hace 47 días en Minas Gerais”. Y el mismo periódico insiste: “Sólo el 25% de los brasileños están en condiciones de ser capacitados”…
¿Será éste el gigante que despertó? ¿Será éste el país que ganará una copa mundial más y, en consecuencia, intentará cubrir con un velo todo nuestro raquitismo social? Las imágenes del estadio muestran al hincha uniformado, con la bandera en la mano y la boca sin dientes. En las porterías de las fábricas, el letrero ofrece bacantes. Pero los candidatos no están capacitados. Ni lo estarán, incapaces de leer un manual de operaciones…
Me acordé de 1970, cuando 90 millones en acción celebraban la victoria sobre Italia. En esa época, yo daba clases y ayudaba a coordinar un Curso Técnico de Química. El currículo original ofrecía a los estudiantes nada menos que 13 clases semanales de la disciplina principal, entre Química Orgánica, Inorgánica y prácticas de análisis cualitativa y cuantitativa en el laboratorio. Se aprendía Química de verdad.
Luego, vino un decreto del gobierno militar, mandando incluir en el currículo disciplinas aromáticas como Educación Moral y Cívica, Organización Social y Política de Brasil, Psicología del Trabajo, etc. Cada espacio ocupado por la propaganda del gobierno robaba del alumno una clase de Química que podría prepararlo para la vida profesional.
No sorprende que, transcurridos cuarenta años, falten trabajadores para la industria, lo que justifica el gran número de técnicos chinos importados por nuestras empresas. El Club de Ingeniería protesta con la importación, pero debía antes evaluar la calidad de los ingenieros formados en nuestras tabernas universitarias.
También recordé las escuelas profesionales mantenidas por la EFCB – la Estrada de Fierro Central de Brasil, hasta los años 60. Vino la prohibición gubernamental y los adolescentes ya no podían ser instruidos en los talleres que hasta entonces formaban fresadores y torneros-mecánicos de calidad. Los jóvenes aprendían a trabajar con pulgadas, adquirían disciplina y luego eran admitidos y bien remunerados. Con la prohibición, volvieron a la calle…
La historia de la enseñanza en Brasil es para hacer llorar. De tiempo en tiempo, un burócrata del Ministerio de Educación decide cambiar todo, se adoptan teorías extranjeras y se importan métodos no testeados que luego irán a la basura. ¡Ay! Cómo extraño las clases de doña Maria Conterni, que enseñaba a leer, escribir, dictado, copia, caligrafía (¡legible y estética!), tablas de memoria, fracciones y regla de tres. ¡Los niños salían para la vida con un “doctorado” que supera a muchas universidades de este inicio de siglo!
Hoy, proliferan universidades que distribuyen diplomas pagados y analfabetismo profesional, como esas escuelas de Derecho cuyos alumnos tendrán dificultad para ser aprobados en los exámenes de la Orden de Abogados de Brasil, OAB. Estudiantes de Filosofía que no logran acertar la concordancia del verbo con el sujeto. Ingenieros que viven agarrados a la maquinita para calcular…
¡Pobre Brasil! ¡Triste Brasil! ¡Lamentable Brasil! Los chinos están llegando…