Según el Génesis, Dios creó el hombre a su imagen. En contrapartida, tenemos la tendencia a recrear a Dios a nuestra propia imagen. Casi siempre son imágenes que desmerecen la perfección y la santidad del Dios, verdadero Dios. Cuando los navegadores españoles cruzaron el Atlántico en el ocaso del Siglo XV y llegaron a América Central, vieron con espanto las pirámides escalonadas erguidas al dios Xipe-Totec, cuyos escalones estaban cubiertos de cráneos de jóvenes sacrificados a la sed de sangre de aquella divinidad pagana. ¿Qué “dios” es este que bebe la sangre de sus adoradores y que se complace con la muerte de su pueblo?
En uno de sus libros, el consagrado autor Anselm Grün recuerda las imágenes divinas que osamos dibujar: el dios juez, el dios perfeccionista, el dios del rendimiento, el dios del albedrío o el dios-guarda-libros. Podríamos agregar el dios-amuleto, que cierra el cuerpo e inmuniza contra todo problema y sufrimiento de la condición humana. O el dios-vengador, especialista en “ajustar cuentas” que invocamos contra aquellos que nos desagradan.
Religión y poder
Para Grün, estas imágenes serían creadas con la intención de dominar a las personas, como hacen los padres que amenazan a los niños con los castigos divinos por mal comportamiento. Como esas frases de nuestra infancia: “¡Al papá del cielo no le gustan los niños que hacen cosas feas!”
Al contrario, ¡no hay nada más falso! Si el pastor – imagen bíblica de Dios – abandona 99 ovejas en el “desierto” para salir en busca de la oveja negra número 100 que se perdió, ¿no es señal de que los descarriados son blanco de una atención especial, un amor de predilección por parte del Señor? De cualquier modo, las imágenes falsas de Dios despiertan sentimientos de miedo y de culpa; de vergüenza y de inseguridad; de servilismo y de pasividad.
Está a la moda la imagen del dios-inversión: usted da 10 y él devuelve 100; usted da 100 y él devuelve 1000 (estoy usando letras iniciales minúsculas para ese tipo de dios. ¡No merece la letra grande!) Por un lado, astutos explotando al pueblo con promesas que no pueden cumplir: ¡un caso de Protección al consumidor! Por otro, una mezcla de ingenuos e interesados que osan y creen en una divinidad que se deja usar y abusar para generar ventajas materiales a favor de sus “inversionistas”. ¡Da asco!
Dios no es opio…
También se divulga el dios anestesia: tomó Aspirina, ¡el dolor se fue! Como si Cristo no fuese un Dios crucificado… En las palabras de Anselm Grün, “a veces, Dios es usado como si fuese una droga milagrosa. Yo solo necesito entregar a Dios todas mis necesidades y preocupaciones, ya que él va a enderezar todo, curar todas mis enfermedades y yo no necesito preocuparme con nada más. No tendré que enfrentar más las consecuencias y errores de mi vida pasada. Puedo pasar por encima de todo e ir directamente a Dios, que mágicamente hará desaparecer todo lo que sea negativo. Aquí la religión pasa a ser una droga”. Indico el libro “Para experimentar a Dios abre tus sentidos”. Este tipo de “dios” no es más que un camino de fuga de mi realidad humana, pero aún subsiste en las mentes el dios-policial, una especie de big brother celeste, que todo lo ve y registra en un gran libro de capa negra, cuyo contenido será divulgado en el juicio final, para vergüenza de los reos y el deleite de los espectadores.
¿Cómo amar a un dios así?
Venden la imagen de un dios perfeccionista que acoge solo a los atletas espirituales, a los alpinistas del alma, pero que rechaza y frita en el infierno cualquier debilidad humana, ¡como si el Creador no conociese los límites del barro humano que Él mismo amasó y modeló con sus propias manos! Esos fariseos no logran leer en el Evangelio la inclinación conmovida de Jesús por los mendigos y leprosos, por los ciegos y discapacitados (en ese tiempo no se hablaba de deficientes…), por los pecadores y por las prostitutas que, según el propio Maestro, nos precederán en el Reino del Padre.
Descubrir al Padre
Es hora de clamar alto: – ¡Están usando a Dios! ¡Están usando su Nombre santo! Están transformando a Dios en una mercadoría al alcance de todos. Y esto es un pecado terrible…
Necesitamos divulgar día a día un Evangelio como el de San Lucas, donde la misericordia de Dios corre como un gran río de amor. O el Evangelio de San Juan, ¡donde Dios es llamado Padre nada menos que cien veces!
Así, quién sabe si algún día llegaremos a hablar de Dios como un hijo amado refiriéndose a su padre amante. Así, quién sabe si nos aproximaremos al modelo de Jesús, que no pretendía nada de Dios excepto cumplir su voluntad.
Lo demás es crimen, fraude y contravención…