El fardo de la libertad

Publicado por Antonio Carlos Santini 14 de septiembre de 2012

 

¿Pelé o Garrincha? ¿Bandeira o Drummond? ¿Independencia o muerte? ¡Qué difícil es elegir!

¿Romario o Maradona? ¿Mozart o Bach? ¿Rosado o azul? ¡¿Realmente estoy obligado a escoger?!

¡Ah! ¡Las dudas de la novia en la víspera del matrimonio! ¡Ah! ¡La angustia del joven en la víspera de la ordenación sacerdotal! ¿Por qué es necesario sufrir tanto para dar un paso? Sería mucho más cómodo si una especie de destino nos arrastrara a cada paso, dándonos el derecho o la disculpa de justificar nuestros errores y locuras: fue el Destino el que quiso…

Sería mucho más fácil si un haz de instintos puramente animales orientara nuestro comportamiento. Por eso mismo andan a la búsqueda de genes que determinen nuestros gestos y actitudes. El gen de los celos, el gen de la pereza, el gen de la lujuria – ¡ah! ¡Cómo sería práctico vivir como esclavos de la genética!

Hasta la literatura está llena de textos que hablan del corazón humano que oscila entre dos deseos (al final, el hombre es un ser de deseos…) Por ejemplo, nuestro poeta arcadio Alvarenga Peixoto, 1744 – 1793, produjo el conocido soneto “Estela y Nize”:

Yo vi la Linda Estela, y enamorado

hice rápido un eterno voto de quererla;

mas vi después a Nize, y la encontré tan bella

que merece igualmente mi cuidado.

¿A cuál escogeré, si en este estado

no puedo distinguir a Nize de Estela?

Si Nize viniera aquí, me muero por ella;

si Estela viniera ahora, quedo abrasado.

Mas, ¡ah! Que aquella me desprecia amante,

pues sabe que estoy preso en otros brazos,

y ésta no me quiere por inconstante.

¡Ven, Cupido, a soltarme de estos lazos;

o hace de dos semblantes un semblante,

o divide mi pecho en dos pedazos!

*   *   *

El fardo que pesa en nuestros hombros es el magnífico don de la libertad. El Creador no quiso autómatas, cyborgs, realizadores de enseñanza básica que respondiesen a su toque como el interruptor de la lámpara. La agonía de Jesús en Getsemaní eleva a su ápice la facultad de elegir, cuando Él suda sangre y agua, pero dice al Padre, y da la vida para salvarnos.

Notable la observación de Victor Frankl en un campo de concentración nazi:  aun en una situación de extrema barbarie, los hombres permanecen libres pare ser cerdos o santos.

En pleno Siglo XXI, la sociedad humana muestra el desfile de hombres y mujeres partidos, divididos, neuróticos, sin saber escoger lo mejor en la vitrina iluminada del Mercado. ¿Violencia o paz? ¿Lujo o sobriedad? ¿Odio o amor? ¿Egoísmo o solidaridad? ¿Dominación o partición?

Y cada uno debe hacer su elección. La libre elección que nos hace semejantes a nuestro Creador…

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