Limpieza Urbana en Belo Horizonte – parte 3

Publicado por Fátima Abreu 4 de agosto de 2009

Recolectores de materiales reciclables –precursores de la recolección selectiva

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El mercado de la reutilización y de reciclaje es antiguo en el país y en Belo Horizonte, siendo bastante anterior al “boom” del reciclaje que, principalmente a partir de los años 90, pasó a formar parte de las acciones de recuperación ambiental del planeta. Los recolectores de papel, que en los años 50 ya eran vistos en la capital recolectando “basura de valor”, son, por lo tanto, los precursores de la recolección selectiva de la ciudad. Víctimas del desempleo y de los dramas sociales vividos por el sector más pobre del país, los recolectores, hasta finales de los 80, trabajaban exclusivamente para los dueños de depósitos, que, aún hoy en día, son intermediarios de gran parte de la venta del material reciclable a las industrias.

“Recolectar papel en el centro, separar la basura en la calzada, empujar carritos cedidos por los propietarios de los depósitos… ese trabajo diario era trocado por alojamiento, algunos míseros reales o a veces por una botella de cachaza” (extraído del informe “Plan de Gerenciamiento de Residuos Sólidos de Belo Horizonte”, 2000. Superintendencia de Limpieza Urbana –Prefectura Municipal –SLU/PBH). En 1993, un gran número de recolectores actuaba en el área central de Belo Horizonte, donde había concentración de puntos de selección de papel y cartón en las calzadas, principalmente de noche, con la permanencia de recolectores viviendo en la calle por la falta de lugares de almacenamiento y selección de los materiales recolectados, lo que los imposibilitaba para retornar a sus moradas. Otros realmente no tenían casa y vivían en la calle, junto a su lugar de trabajo.

Después del fin del horario comercial del centro de la ciudad, los recolectores comenzaban a aglomerarse en los puntos donde acumulaban papel, cartón y otros materiales que recolectaban en los establecimientos comerciales y de servicios. Generalmente sucios, muchas veces alcoholizados, recolectores y sus familias, mezclados con la basura que juntaban, causaban reacciones de repulsión en gran parte de la población, que los responsabilizaba por la suciedad en las calles de la ciudad. Había reclamos, en general justificados, de que al recolectar los materiales reciclables, los recolectores dejaban la basura restante esparcida en las calzadas. Incomodaba también el hecho de que los papeles recolectados volaban por las calles, especialmente en las épocas del año con vientos más fuertes.

No se reconocía el hecho de que los recolectores interferían diariamente en el ciclo de limpieza urbana, interceptando materiales reciclables que de otra forma tendrían que ser recolectados por la prefectura y tratados en el relleno sanitario que estaba en vías de agotarse. Prestaban por lo tanto un importante servicio a la comunidad.

En realidad, los recolectores siempre participaron de procesos productivos y de prestación de servicios. Agentes inaugurales del mercado de reciclaje, esos trabajadores permanecían –y aún permanecen – distantes de las mayores ganancias proporcionadas por el mismo. Debilitados por la desorganización, los recolectores tenían poco o ningún poder de presión y de transformación de la dura realidad en que vivían como trabajadores callejeros, ganando solo para su sobrevivencia.

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En Belo Horizonte, la sobreexplotación de los recolectores conoce una contraposición hacia el final de la década de los 80, cuando una acción pastoral de carácter socio-pedagógico iniciada por la Pastoral de Calle ligada a la Archidiócesis de Belo Horizonte y por la Caritas Brasileña, entidad ligada a CNBB, Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, culmina con la fundación de la ASMARE – Asociación de Recolectores de Papel, Cartón y Material Reaprovechable, el día primero de mayo de 1990.

En el ámbito de la municipalidad, los recolectores, con apoyo de entidades y técnicos sensibles a su causa, consiguieron en 1990 la inclusión de la Recolección Selectiva en la nueva ley Orgánica Municipal, que establece su implantación por medio de una cooperativa de trabajadores. La administración municipal de Belo Horizonte, de 1989 a 1992, desarrolló las primeras iniciativas de recolección selectiva, aunque de manera tímida y sin la incorporación de los recolectores. Un equipo reducido de la SLU daba apoyo educativo a algunas escuelas interesadas en el tema y llevó a cabo una experiencia de recolección selectiva en el barrio Santa Inês, que no presentó resultados satisfactorios y que fue interrumpida en poco tiempo. En septiembre de 1992, después de muchas luchas con el poder público, la Asociación de Recolectores consiguió apoyo para la construcción de su galpón sede, el primer galpón de selección de materiales reciclables para recolectores de Belo Horizonte, localizado en el área central de la ciudad en un terreno público desocupado, propiedad de la Red Ferroviaria Federal, que ya había sido ocupado por los recolectores. En diciembre del mismo año fue firmado un convenio de cooperación entre la prefectura, la ASMARE y la archidiócesis, viabilizando la manutención del galpón.

Sin embargo, es a partir de 1993 que el poder público da un salto cualitativo al reconocer públicamente la importancia del trabajo del recolector, tanto como agente ambiental como por la economía que generan para la prefectura que deja de recolectar, transportar y dar destino final al material recolectado por este sector informal.

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Hasta entonces la basura era considerada como “propiedad” de la SLU que tomó la decisión de hacer la destinación social de los materiales reciclables con la incorporación de los recolectores de papel como agentes prioritarios de la recolección selectiva, ofreciendo a la ASMARE apoyo logístico, operacional y socio-educativo. La opción del modelo de recolección selectiva de Belo Horizonte, intrínsicamente asociado al fortalecimiento de una organización de base comunitaria como la ASMARE, reforzó el enfoque social de la nueva administración municipal. Cabe observar que esa posición que hoy es vista como absolutamente correcta y hasta obvia, en la época presentaba un carácter extremadamente osado, sustentado políticamente por la prefectura, especialmente por la firme determinación de la administración de la SLU de la época. Algunas características de la gestión de la SLU fueron determinantes para viabilizar las transformaciones en curso y deben ser destacadas, como la firme convicción sobre la necesidad de incorporar los aspectos sociales y participativos al sistema de gestión de residuos, la búsqueda determinada de recursos para la implementación del nuevo modelo y la gran capacidad de movilizar a los equipos de la SLU, con la atención espontánea de los medios de comunicación debido al carácter osado e innovador de las acciones implementadas y a las asociaciones externas para la construcción colectiva de soluciones.

En relación al trabajo en conjunto con la ASMARE, la prefectura apoyaba su funcionamiento, no solo a través de la donación de materiales reciclables, sino principalmente por el abastecimiento de recursos para gastos administrativos, fletes, transporte y uniformes para los recolectores.

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La Asociación entretanto, contaba apenas con cerca de 30 recolectores asociados y la SLU se enfrentaba al inmenso desafío de resolver los problemas causados por cientos de otros recolectores que continuaban actuando en las calles, principalmente en el área central. Trabajaban, en su mayoría, con carros  de los dueños de los depósitos, fuertemente vinculados a ellos, aglomerándose junto a los materiales reciclables en los llamados puntos críticos de selección en el centro de la ciudad. Causaban mucho desagrado a la ciudadanía y pedidos a la nueva administración para dar soluciones a los problemas. Parecía imposible una solución de corto plazo ya que eran prácticamente inexistentes áreas disponibles en el centro para la construcción de galpones nuevos que pudiesen albergar el trabajo de tantos recolectores. Además, el abordar a esas personas era muy difícil ya que había una historia de muchas confrontaciones con algunos equipos de la prefectura que muchas veces, con el objetivo de limpiar la ciudad, se llevaban materiales que a ellos les interesaba recolectar, creando grandes dificultades para la aproximación y construcción de nuevas propuestas de actuación.

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