Piense en las personas que a usted le agradan mucho, a quienes usted ama. Novio, novia, familia, amigos. ¿Usted tiene una real capacidad de oírlos? ¿Por cuánto tiempo? ¿Usted escucha con interés, sin prisa, o rápidamente interrumpe para dar su opinión, o para contar una historia de su vida? ¿A usted le gusta oír, o realmente le gustan las personas a quienes les gusta escucharle? Entre las personas que le agradan, ¿existen algunas que usted oye con frecuencia y existen otras que usted busca más cuando necesita ser escuchado? Oír no es solo dar tiempo para alguien hablar, desahogarse, contar sus historias. Oír es percibir al otro y relacionarse íntimamente. ¿Usted mira a los ojos de las personas que ama? ¿Usted deja que estas personas miren dentro de sus ojos? ¿O usted tiene miedo de que lo vean a través de los ojos? Oír es también percibir la mirada de quien nos habla. A veces la boca nos dice algo, pero los ojos lo desmienten. A veces el habla está controlada, pero los ojos están húmedos de emoción. Existen personas que disputan el tiempo de un encuentro. Hablan y hablan, interrumpiendo siempre a quien intenta hablar. Es como si dijeran: “El tiempo es mío, yo necesito ser oído, no quiero oírte pero quiero que tú me oigas”. A veces cuando se dice “yo te amo” a alguien, el mensaje es: “A mí me gusta ser oído por ti, me gusta recibir tus cariños, me gustan los consejos que me das, me gusta que me hagas compañía yendo conmigo adonde quiero ir y me gusta que me ayudes resolviendo mis problemas prácticos. En este caso, decir ‘yo te amo’ equivale a decir: “Me gusta recibir tu cariño, amor y atención. No estoy disponible para dar. Es muy bueno recibir de ti casi todo lo que necesito.” Existen personas que les gusta ser escuchadas, pero no se imponen, no exigen atención, no sienten necesidad de hablar, a menos que sientan en el otro un real interés, un interés calmo, acogedor, caluroso. Si no es así, son solo oyentes. Saber oír es disfrutar de conocer a alguien. Es ser capaz de mirar hacia el interior, de querer entrar en el mundo de esta persona. Es intentar percibir lo que el otro piensa, siente, quiere, lo que le alegra, lo que le deprime y lo que le asusta. Es ser capaz de sentirse bien y sentir alegría por conocer verdaderamente a alguien. Oír así es saber amar.