Enseñar

Publicado por Carlos Bitencourt Almeida 1 de febrero de 2010

El médico cirujano Bernie Siegel en su libro “Amor, medicina y milagros” afirma: “Enseñamos aquello que deseamos aprender”. Un profesor de matemática enseña lo que ya sabe, un conductor habilitado enseña a aquél que no sabe conducir vehículos. Estos son dos ejemplos que desmienten la frase citada. Existen momentos en nuestras vidas que de hecho enseñamos aquello que deseamos aprender, o que estamos aprendiendo lo que a veces sabemos y practicamos, pero otras veces no.

En el arte de vivir con sabiduría, el arte de amar, en el arte de combinar prudencia y osadía, dulzura y firmeza, somos todos aprendices. Hace muchos meses escribo artículos para este portal. Creo en lo que escribo. Escribo sobre temas que nacen de mi vivencia personal y profesional. Al mismo tiempo, muchas veces soy aprendiz de lo que yo mismo escribo. Lo que escribo representa mi lucidez, mis éxitos, lo que ya hice, sentí, comprendí, pero que no siempre logro repetir.

No es fácil vivir despierto. Nuestra lucidez es como una luciérnaga. Ilumina la oscuridad de la noche, se apaga enseguida, y un momento después se enciende nuevamente. Es necesario una enorme paciencia y perseverancia para tornarnos tan buenos como nuestros mejores momentos. Ser exitoso de vez en cuando no es garantía de éxito frecuente.

Cuando intentamos enseñar a alguien algún aspecto del arte de vivir y de relacionarse, es necesario recordar siempre que, frecuentemente, somos incapaces de practicar plenamente aquello que ya experimentamos o conseguimos aprender. Somos falibles, frágiles y vulnerables.

Nuestros momentos de fuerza, coraje, amor y discernimiento son seguidos por otros donde somos cobardes, débiles, egoístas y sin raciocinio.

Con certeza pueden existir períodos en nuestras vidas en que nuestro éxito es frecuente, casi constante. Existen capacidades éticas, intelectuales y afectivas que ya forman parte de nuestro ser. Tienen raíces profundas y son cualidades bien cimentadas. Pero siempre hay muchas otras habilidades en las cuales no somos tan buenos o en las cuales fracasamos frecuentemente.

Si tenemos la experiencia de algo que nos parece importante y útil para ayudar a alguien a vivir mejor, es necesario no quedarse callado. Es bueno tener el coraje de enseñar incluso aquello que aún estamos aprendiendo. Enseñar no es imponer. Lo que es remedio para uno puede ser veneno para otro. Dialogar es enseñar y aprender, hablar y oír. Aquél que quiere nuestra ayuda también puede enseñarnos algo importante.

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