Brasilia, ¡yo te amo!

Publicado por Heliana Kátia Tavares Campos 1 de marzo de 2010

En Brasilia se identifican por lo menos dos grandes tristezas. Una visible ha sido objeto del noticiario local y nacional, y otra grita en el corazón de la región pobre de la ciudad donde está localizado el vertedero. Está sin ningún foco apuntando…

Las festividades de navidad, año nuevo y del carnaval no fueron suficientes para sacar del noticiero una infeliz realidad que se vive en la capital del país. El gobernador electo está preso, el vice-gobernador y el presidente de la Cámara renunciaron y el sustituto de este último es quien va a gobernar. ¿Cuál será el desenlace de esta historia que entristece a los que viven aquí?

La otra gran tristeza acontece bien cerca del centro del poder, pero bien lejos de los noticiarios. Orgullosos de los espacios verdes bien cuidados y de los jardines floridos – por los menos en el Plano Piloto – todo brasiliense debería hacer una visita al local donde se deposita la basura que es generada en la ciudad.

Hace 40 años enclavado en un área bastante cercana del poder de Brasilia – apenas a unos 15 km. del Congreso Nacional – reina imponente el Vertedero de la Vila Estrutural. Llamado técnicamente Aterro Controlado, él representa, en realidad, una amenaza a la salud ambiental del Distrito Federal, cuestión que es admitida por las autoridades. “La gestión de la basura es uno de los problemas más graves del país. Aquí, la situación aún no ha sido resuelta adecuadamente. El Vertedero de la Vila Estrutural queda al lado del Parque Nacional de Brasilia, de donde viene el agua que abastece a más de 500 mil personas. Eso obviamente trae problemas”, dice el presidente del Instituto Brasilia Ambiental (Ibram), Gustavo Souto Maior.

En este vertedero, camino entre el Plano Piloto y Ceilândia, usted tendrá la oportunidad de ver recolectores de materiales reciclables disputando el espacio con tractores y avanzando sobre los camiones para conseguir lo que nosotros, habitantes de la ciudad cincuentenaria, desperdiciamos. Sin apoyo, sin estructura, sin seguridad, pelean por los restos que generamos. Nosotros, los ciudadanos brasilienses   somos los campeones brasileños del desperdicio. Cada habitante genera como promedio 2,4 Kg. diarios.

Nuestro consumo es exagerado, nuestra comodidad en depositar la basura de cualquier forma, en cualquier lugar, nuestra falta de educación ambiental, nuestra negligencia, nuestra falta de sensatez por un lado y, por otro, la falta de una gestión adecuada para procesar la basura, nos hace reflexionar sobre la necesidad de crear o recrear valores de comportamiento que puedan alterar este cuadro.

Si es como dice Elis Regina en una canción “no confío en nadie con más de 30 años”, deberíamos apostar por lo menos en los niños. Hacer que TODOS hagan este tour surrealista. No sirve de nada conocer Disney sin conocer antes el vertedero de la Vila Estrutural. Experimentemos llevar a un grupo de niños y hacer una evaluación del por qué de todo eso. Experimentemos con los niños conseguir lo que debe ser hecho ya que nosotros, adultos, no logramos resolver la situación. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿De qué forma?

El deterioro del poder aquí instituido es tan cruel como la indiferencia con que manoseamos la basura que generamos y con la cual tratan millares de trabajadores informales que lidian con nuestros desechos.

Una sugerencia a los jueces que estipularán las penas a nuestros ex-gobernantes y al ex-presidente de  la Cámara Distrital es que los mismos devuelvan todo lo que robaron y hagan un trabajo comunitario junto a los recolectores del vertedero de la Vila Estrutural. Así tal vez puedan usar su sabiduría para acabar con esta actividad insalubre, instituir la recolección selectiva de la basura y construir galpones adecuados para su procesamiento. Ofreciendo un espacio adecuado y salubre, con instalaciones sanitarias, comedores  y un pago justo por este trabajo tan extraordinario de juntar y aprovechar las sobras.

Sería tal vez una oportunidad para que puedan sensibilizarse con quienes más perdieron con la gestión inescrupulosa que hicieron.
Podemos imaginar que ese no era el ambiente que esos ex-gobernantes acostumbraban frecuentar, pero puede ser una excelente forma de hacer que se dé visibilidad a una situación degradante desde el punto de vista humano, de salud y de valores. Tal vez sea útil con el objetivo de que se interesen en redimir sus errores. Hay que encontrar una solución para estos dos males. Experimente colocarse en esta situación: usted está sin salario, sin rendimiento, sometiéndose a esta minería en los montes de basura para tener qué comer. Experimente pensar en cada residuo que usted genera o que deja de separar,  y en cada recolector de basura como si fuese un ser querido, comprometiéndose en cada acto en no generar más y más basura. Piense en lo que nos mueve como ciudadanos. Si usted, lector o lectora, tuviera una idea mejor para darle visibilidad a este horror, por favor, manifiéstese. Es para indignarse ver a los poderosos y acomodados robando mientras los recolectores de basura juntan restos para sobrevivir. ¿O será el fin del mundo y ciudadanos y recolectores no representan una misma y única especie?

A pesar de todo este triste cuadro que ofusca las celebraciones del cincuentenario, tengo fe y esperanza para decir: ¡Brasilia, yo te amo!

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