Peligro

Publicado por Carlos Bitencourt Almeida 1 de julio de 2010

Vivir es estar vulnerable. Vulnerable al dolor y a la alegría, al sufrimiento y al placer. Desde el momento en que nacemos, corremos riesgo de vida, riesgo de tener privaciones o frustraciones. En nuestra imaginación, estamos con frecuencia buscando medios de evitar el sufrimiento y encontrar el placer y la alegría. En el proceso de intentar evitar el sufrimiento podemos también cerrar el camino para aquello que puede hacernos felices. Es indispensable desarrollar la capacidad de ser cauteloso, de prever resultados desfavorables y de evitar sufrimientos innecesarios. Pero la cautela pide su opuesto: coraje, osadía. Es necesario saber arriesgarse, lanzarse con el pecho abierto en dirección a nuestros sueños, proyectos y necesidades. Arriesgarse inteligentemente, pero sabiendo todo el tiempo que el peligro está al acecho y que algo puede salir mal. Quien quiera vivir en un mundo seguro, previsible y mantener todo sobre control, nació en el planeta equivocado. En gran parte, vivir es imprevisible e incontrolable. Es necesario contar con esto, jugar con esto, disfrutar sin desesperación.

Hay padres que creen que pueden evitar que sus hijos sufran. Les prohíben que salgan solos a la calle y sólo permiten que jueguen con otros niños con la compañía de otros adultos o en la propia casa. Hay padres que prosiguen en este cuidado incluso después de que el hijo es adolescente. Llevan y van a buscar a su hijo a la escuela. No les permiten viajar sin los padres. No permiten que frecuenten las casas de amigos o que vayan a clubes sin la presencia de los padres. Prohíben noviazgos que no sean dentro de casa.

Conocí personas que fueron tan bien protegidas por los padres que, con más de treinta años tienen miedo de salir de su casa. No logran hacer casi nada solos, no logran relacionarse con personas de su edad. Seres humanos atrofiados, víctimas de sus padres que sobreprotegieron a sus hijos y los mataron internamente.

Pueden acontecer accidentes, pueden ocurrir traumas o tragedias. A nosotros y a nuestros hijos. Es necesario contar con esto. No todo puede ser evitado y no todo sufrimiento es por nuestra culpa. Accidentes acontecen tanto dentro como fuera de la casa. Situaciones de abuso sexual a veces acontecen dentro de la propia familia, involucrando personas que aparentemente no tienen ninguna sospecha. Aquel que huye del sufrimiento cae dentro de él: vidas vacías, amargas y llenas de miedo. Es necesario exponer inteligentemente a nuestros hijos y a nosotros mismos los peligros de la vida. La alegría, la belleza y el amor también están al acecho. Osar es necesario.

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