Ya se habían cumplido más de cuatro años desde que Martha se había separado de su esposo. No obstante, en nombre de la verdad, la historia no es tan así. Lo que consta es que hace más de cuatro años ella fue abandonada por Geraldo, que la cambió por Patricia, su mejor amiga.
Patricia no salía de la casa de Martha. Su dedicación a la familia era admirable: cuidaba de los hijos de la pareja, lavaba, planchaba y cocinaba. Mientras Martha corría de una escuela para otra – era profesora-, Patricia a veces hacía de dueña de casa. Con el tiempo, Geraldo se encariñó tanto con ella que, un bello día, decidió salir de casa y asumir su relación con Patricia, por quien sentía un deseo avasallador. La salida repentina de su esposo dejó a Martha inconsolable:
“Lo peor de esa traición es que fue con Patricia, mi mejor amiga”, lamentaba cuatro años después, “pero yo sé que esa pasión se va a terminar luego. Eso es sólo una cuestión de tiempo”, completaba llena de esperanza.
Geraldo, aunque no demostrase que quería volver, jamás abandonó del todo a su ex esposa. Todos los días, bien temprano, a las 6h30min, estaba en la puerta de su antigua casa a la espera de Martha para llevarla a la escuela. Y, todos los días, a las 11h10min dejaba todo lo que estuviese haciendo – era un dedicado funcionario de una oficina de contabilidad – para ir a buscar a Martha a la escuela y llevarla a su casa.
La rutina de Martha permanecía igual hace cuatro años. Por la mañana, era profesora en una escuela estatal y por la tarde era supervisora en la red municipal de educación. Sus fines de semana continuaban sobrecargados: pruebas para elaborar, cuadernos para corregir, diarios de clase para actualizar, etc.
“No entiendo cómo aguantas vivir en una situación así, amiga”, decía Simone, su colega de escuela. “Si fuese yo, hace mucho tiempo que hubiera puesto otro hombre dentro de casa”, agregaba.
“Para Geraldo es muy cómodo”, decía María. “Todo el día te recoge en tu casa, te trae para la escuela y, con eso, impide que mi amiga encuentre otro hombre”.
“El matrimonio para mí es sólo una vez en la vida. Además, ningún hombre se ha interesado por mí desde que me separé. Y sé que luego Geraldo va a volver. Si eso no fuese a acontecer, ¿por qué él tendría todo ese cuidado conmigo? Él continúa siendo el mejor hombre del mundo. Sólo me dejó por culpa de Patricia. Ella prácticamente obligó al pobrecito a irse de la casa”, decía Martha en su defensa, mientras las colegas se miraban de reojo.
“Martha es un modelo de mujer que ya no existe más, le confidenciaba Geraldo a Paulo, su colega de trabajo hace cerca de un mes. “Es el tipo de mujer perfecta: madre ejemplar y profesional dedicada. No logro desligarme de ella. Pero, no sé lo que pasa, hasta hoy no comprendo por qué aún no se relacionó con otro hombre. Y eso me mata toda la excitación. Su fidelidad incondicional fue la principal responsable por nuestra separación”, completaba con aire de tristeza y pesar.
Una semana después de esa confidencia, Geraldo tuvo una gran sorpresa al llegar a las 6h30min para llevar a su ex mujer y depararse con una escena inimaginable: Martha entrando en el carro de su amigo Paulo, que la llevó por primera vez al trabajo.