En el famoso samba “Feitiço da Vila”, Noel Rosa se vanagloriaba: “¡São Paulo da café, Minas da leche, y la Vila Isabel da samba!”. Pues bien, Minas continúa siendo lejos el mayor productor de la mejor leche, el café salió de São Paulo y se vino para acá. Y ahora la mejor noticia que podemos dar: ya no es necesario ir a Rio de Janeiro para conocer una buena roda de samba. Antes esto sólo era privilegio de algunos pocos que podían ir a Rio y que además tenían buenos contactos para llegar al “samba da gema”. En Bahia y en Maranhão, de una manera menos divulgada, siempre hubo también buenos lugares con el samba auténtico. Después le tocó a São Paulo valorizar este género musical y cultural. Belo Horizonte siempre tuvo buenos sambistas, pero la población venía manteniéndose al margen de esa bella manifestación.
Hoy aquí en Belo Horizonte, además de terreros, tenemos bares en el centro y en la Avenida do Contorno donde podemos oír y bailar samba en medio de gente que sabe apreciar ese ritmo con buena calidad. Hay promotoras y críticos que se turnan para visitar las diferentes casas de esa maravillosa diversión.
En una roda de samba hasta los menos apegados al estilo imitan los pasos. Comienzan tímidamente con un balanceo en el mismo lugar, van mudando los pies, hacen algunos gestos y el cuerpo comienza a temblar y se deja llevar por el verdadero samba. Algunos para “entrar en el clima”, aparecen con un sombrero de panamá con alas estrechas, camisas listadas en horizontal y hasta zapato de punta fina y medias blancas, pareciéndose más a los pillos cariocas. Los turistas y las personas convidadas por primera vez comparecen con la ropa convencional, y en el transcurso de la fiesta, después de unas cervecitas, entran al samba y van aprendiendo.
Los “gringos” incluso se esfuerzan, pero dicen los entendidos que sólo los brasileños y brasileñas samban con “ginga” y astucia. No es por casualidad que el samba, género musical de origen africana, se tornó una de las principales manifestaciones culturales populares brasileñas y se transformó en un símbolo de identidad nacional. Y es sambando que la gente se divierte en las tardes de domingo en el Quintal da Divina Luz, en la calle Maria Aparecida 375, en el Barrio São Marcos, en la región noreste de Belo Horizonte. Los domingos, después de las cuatro de la tarde, se percibe el movimiento de autos en la pacata calle, lo que indica la localización de una de las mejores rodas de samba de Belo Horizonte.
Porteros educados y bien vestidos abren el portoncito de madera rústica que completa el resto del terreno a la espera del muro que deberá salir a la brevedad; un gallinero con cerca de media docena de gallinas le da el certificado de Quintal; un terreno en declive protegido por frondosos árboles de mango cargados en esta época del año que de a poco va siendo aprovechado para acoger al creciente número de asistentes. El ingeniero Ricardo, frecuentador asiduo, entre un y otro samba va propiciando la próxima mejoría.
La entrada masculina es de 10 reales y la femenina de 8. No se ven peleas o provocaciones ya que todos se dejan llevar por la misma ola. Como dijo Paulinho da Viola: “no pretendas navegar el mar, deja que el mar te navegue”. La camarera Yara se desdobla para atender bien a todos los clientes: cervecita helada con o sin alcohol, galinhada, torrezno con mandioca, pollo a la passarinho, estómago o dobradinha, entre muchos otros platos deliciosos de la culinaria popular.
Rápidamente llega Serginho, dueño del Quintal, saluda a los antiguos y le da la bienvenida a los nuevos y, por si acaso, repite el saludo con los que visitan el lugar por primera vez, invitándolos a sentirse en su casa.
Y va llegando gente: mujeres lindas, negras, mulatas y morenas que agrandan los ojos de los hombres del ramo. Hay también blancas para todos los gustos. Aparecen jóvenes y viejos, todos con espíritu de sambista, como mínimo adquirido por el vestuario o sólo por el hecho de haber ingresado al Quintal da Divina Luz. Los músicos sambistas del Quintal priman por el samba de raíces, que algunos dicen “de raíz”, con profunda sensibilidad y amor al arte, buscando preservar este género, ritmo y estilo musical.
Gente más vieja, gente joven, adultos y hasta niños sueltan la voz para regalarle a los oyentes las más bellas canciones. Sambas antiguos con nuevos arreglos, sambas nuevos e inéditos componen la alegría de quien tiene ese privilegio dominical. Hay un joven en el conjunto con carita de adolescente que toca el cavaquinho como los dioses. Supe que él gano el premio de instrumentista joven del Banco de Desenvolvimento de Minas Gerais, BDMG. Bien merecido. Las voces de las dos muchachas que cantan con alma vibrante logran tapar los sonidos de los pequeños ganzás que ellas manejan en sus delicadas manos. Las voces masculinas también son excelentes. Todos son extremadamente afinados. Es excelente oírlos tocando cavaquinho y guitarras, instrumentos de percusión como el pandero, el surdo, la cuica y el tamborín. Además, es importante registrar que el sonido de la cuica, al ser tan bien tocada, marca una diferencia más en el sonido particular del samba de ese lugar, y llama la atención cuando se hace escuchar. Hay un muchachito, el Cícero, que cumplió cinco años en septiembre del 2010. El niño que toca todavía displicentemente encanta a todo el mundo. Según el mestre Affonso, que estaba presente, hace mucho más que mucha gente adulta: “¡tiene futuro este niño!”.
Adornando el espacio delante de los músicos, una “comisión de frente”, súper animada va creando movimientos y coreografías sin parar, llamando la atención de quien observa el espectáculo. Son bellas morenas y mulatas. Los hombres que bailan al frente son pocos, hasta que llega el Ivanzinho, que sale del Barrio Suzana y, cuando puede, va con la hija, una niñita que no se separa de él por nada del mundo. Ivanzinho danza con emoción a flor de piel. Llora de verdad por el placer de danzar. Y las personas siempre lo admiran. Es un showman. Después de él, algunos hombres más, en el área más alta del espacio, presentan esos pasos de sambistas conocidas como pasos de los pillos del samba carioca.
Personas ligadas al samba siempre están presentes. Son artistas anónimos o conocidos sólo en sus ambientes, pero son excelentes artistas. Otros son de renombre. Bartolomeu y Maristela, que dan nombre hasta a la pimienta que es servida con los bocados solicitados por los clientes: “amor ardiente”… Carlos, director del Conservatorio de Música de la Universidad Federal de Minas Gerais – UFMG; tiene mesa y silla cautivas en el Quintal. En la misma mesa se sientan los amigos tradicionales de la casa. Otro día, estaba presente en medio de tanta gente un hijo de Toninho das Gerais, sambista consagrado en Brasil. Cuando mestre Affonso llega saludando a todos, mientras dice “estoy aquí con mi negrita”. Su “elegida”, dice él, es la única mulata de su vida, pero dejaría hasta al “viejo” Sargentelli con la mandíbula caída. Las mulatas se sienten cómodas en ese Quintal. ¡Y vaya cómo son lindas y atractivas! ¡Qué meneo!
El ambiente del Quintal de la Divina Luz es de mucha alegría y paz. Aunque alguien quisiese ser diferente, el clima local, el ambiente de musicalidad y de danza, sirven de control y llevan a todo el mundo a tener relaciones de camaradería de sonrisa fácil y de armonía plena.
Lo bueno es saber que los domingos, de 17 a 22 horas, siempre hay samba de raíces para lavar nuestra alma que enfrenta tantos desafíos en la rutina semanal.