Hay personas que se dicen rebeldes. Les gusta hacer lo que está prohibido, les gusta ir en contra. Ya que usted no quiere que yo lo haga, eso es lo que voy a hacer. Esta es una actitud típica de la adolescencia. El adolescente, en busca de su identidad, quiere experimentar cosas nuevas, fuera de lo común. Frecuentemente ama la desobediencia. Cree que si hace lo que está prohibido, eso que sus padres no quieren que haga, prueba que es una persona libre e independiente. Hay muchos adultos que continúan con esta actitud toda la vida.
Lo que el rebelde no percibe es que estar en contra es una forma de obediencia y de dependencia. Es una obediencia al contrario. Él hace lo que el otro quiere, sólo que al contrario. Él no es libre para concordar. Él tiene que discordar. Él tiene que hacer lo que los otros no quieren. Es esclavo de la oposición.
Aquél que es libre e independiente es capaz de pensar. Él puede examinar cada opción de conducta, cada opinión, buscando percibir lo que le parece verdadero. Él puede concordar, concordar en parte o discordar.
Puede oír un consejo. Puede concordar provisoriamente, hasta ganas más experiencia en determinado asunto y poder así formar una opinión, un punto de vista proprio. Él puede discordar con alguien diciendo: “actuar de esta manera es bueno para usted. No sé si será bueno para mí. Somos personas diferentes. Lo que es bueno para usted puede ser correcto, lo que es bueno para mí puede ser diferente, pero también ser correcto”. No existe sólo un modo cierto de actuar. Ser libre e independiente exige atención, reflexión, disposición de partir a la experiencia. Es más útil que estar en contra.
Por otro lado, existen personas que creen que amar es concordar siempre, agradar, hacer lo que el otro quiere. Son obedientes a los deseos de aquellos que aman. Si la persona que amo pelea con alguien, también yo corto relaciones. Si la persona que amo hace algo equivocado, yo me callo, lo defiendo y me pongo de su lado. Así pruebo que lo mamo. Acontece que aquél que recibe tantas pruebas de amor puede irse de repente. No soporta más a alguien tan servil, que no es capaz de enseñarle algo, que no es capaz de ayudarlo a percibir cuando se equivoca.
Amar y ser útil es estimular el crecimiento del otro y querer el bien del otro. Hacer sólo lo que el otro quiere puede ser mimarlo, fortalecer su egoísmo, ayudarlo a ser caprichoso, mezquino, delincuente. Para haber amor entre adultos son necesarios dos individuos. Si uno manda y el otro obedece, sólo existe un individuo. El otro se anula. Es un esclavo.