La magia sublime de un amor profundo inscribió para siempre en la eternidad la suave aproximación que me regalaste tantas veces. Mis manos se acordarán para siempre de tus manos suaves enlazadas a las mías. Aún siento en ellas el toque de tu rostro, tu espalda, tu vientre. El dulce pelaje de tus brazos aún sopla como brisa suave y firme en las manos que la tocaban.
Tú me abrazas largamente, entregas a mis manos la suave ternura de tu piel. Eres solidez y liviandad en mi vida. Alimento substancial y viento leve que baña mi ser. Cómo es bueno tenerte sentada en mi regazo. Eres el peso más delicioso del mundo, tan sólido, tan concreto, tan suave y delicado.
Tú eres como un sueño que se repite todas las semanas. Nube querida, viento que me alegra, peso que me hace tan feliz. Tu entrega nace de tu felicidad. Cuando estás en calma tú te derrites en el amparo de mi cuerpo. Pasan los años, pero la magia de tu presencia se mantiene en mi vida. El milagro de la intensidad siempre se renueva. Sagrado presente. Cada nuevo encuentro es como estrella que nace dentro de la noche luminosa de mi corazón.
Tu presencia fulgura dulce y perfumada dentro de mí. La presencia de tu cuerpo junto al mío, tan cálidamente entrelazado arderá por siempre dentro de mí. Brasa bendita, fuego que ilumina. Tú eres como un blanco jazmín resplandeciente, sol de luz, amor y alegría que exhala su perfume dentro de mí.
Tu desnudez es para mí un lecho de nubes. Tú te abres y me dejas tocarte como flor que revela su perfume. Me embriagas, me dejas tonto de alegría. Soñé tu desnudez tantas veces… Tú te entregas con ardor y dulzura. El fuego manso e intenso de tu deseo me envuelve en tus brazos. Tu lindo cuerpo, de formas llenas, vibra junto al mío en una fusión deliciosa, envolvente, pulsante.
Tú me diste calor centenas de veces. Yo podía calentarme al margen de la fogata, mi corazón en brasa. Un día danzaste conmigo dentro del fuego. Fuego dentro del fuego, tu perfume me embriaga, mi corazón acelerado baña mi cuerpo en sudor. Dentro de ti, dentro de mí, fronteras que se mueven y se disuelven… El intenso placer sensual resplandece dentro de lo Sagrado… Tú te entregas de modo solemne, sin reservas, libre como un viento de tempestad. Tú santificas este momento con tu pureza, tu inocencia. De día eres vibrante como una cascada. De noche eres suave como luz de luna.
Tú te hiciste mía. Fue una larga espera. Ahora vives dentro de mí en cuerpo, alma y espíritu. La fusión espiritual se tornó humana, lo Sagrado camina sobre la Tierra, inunda tu cuerpo y el mío, torna el placer inocente y bendito.