Relaciones Eróticas Paralelas

Publicado por Carlos Bitencourt Almeida 21 de junio de 2011

Ya escribí un artículo sobre adulterio. Esta vez quiero usar una expresión más neutra. Aquello que está adulterado fue corrompido, desvirtuado. Es una palabra con significado negativo. La palabra traición o infidelidad también está cargada de censura moral. En esta ocasión prefiero esta expresión más neutra porque la ética involucrada en esta cuestión es polémica, delicada, difícil de ser categorizada de modo contundente o definitivo.

En la vida de todos nosotros existen situaciones que son difíciles de lidiar. Por más que nos preparemos, raramente estamos listos cuando la situación entra de hecho en nuestra vida. La muerte de personas queridas; enfermedades graves; el robo proveniente de parientes o de personas muy amigas; el término de una relación amorosa de larga duración, sea noviazgo o matrimonio; la ocurrencia de relaciones eróticas fuera del noviazgo o del matrimonio – todas estas situaciones casi siempre son chocantes, nos debilitan de modo más o menos intenso y la mayoría de nosotros no encuentra fácil lidiar con ellas.

Que yo tenga conocimiento, las relaciones eróticas fuera de la relación principal siempre existieron y existen en todas las sociedades del pasado o del presente. Ni la ley religiosa, ni la ley civil, ni los castigos severos lograron extinguirlas jamás.

Como la mayoría de las sociedades que conocemos son o fueron machistas, hace milenios que este comportamiento venía siendo predominantemente masculino, pero jamás exclusivo de los hombres. Las mujeres eran violentamente castigadas, pero no por esto desapareció dicha conducta.

En las sociedades occidentales, tal vez desde hace un siglo o muchas décadas, ocurrió un proceso de liberación de las mujeres, de modo que cada vez más frecuentemente también las mujeres se sienten más libres para establecer relaciones eróticas fuera de la relación principal.

Como para la cultura machista las relaciones eróticas fuera de la relación principal siempre fueron consideradas por los hombres un derecho natural – exclusivo de los hombres – existe la tendencia de que los hombres tengan menos sentimiento de culpa delante del hecho.

Aparte de esto es raro entre las mujeres una conducta intensamente promiscua. Las mujeres son más selectivas, criteriosas y casi siempre tienden a establecer relaciones con mayor o menor medida de envolvimiento afectivo.
Ya pude observar a lo largo de las décadas que el egoísmo humano es supra sexual. Lo que el otro hace, que va en contra de nuestros intereses casi siempre nos parece más grave. Si yo tuve en el pasado o tengo actualmente la misma conducta, miro mis actos con más comprensión y benevolencia. Es mucho más fácil perdonarme de corazón que ser capaz de perdonar al otro exactamente la misma conducta.

La capacidad de perdonar de corazón el hecho de que mi cónyuge haya tenido relaciones eróticas con otra persona es rara, muy rara. Muchas relaciones prosiguen a pesar de esto, pero envenenadas. Puede haber un enfriamiento erótico o afectivo involuntario. O actitudes castigadoras voluntarias. El cónyuge que se siente víctima puede vengarse de diferentes maneras, inclusive teniendo relaciones eróticas con alguien por pura venganza. Y puede mantener absoluto secreto del hecho, saboreando en silencio el relativo placer de haberse vengado. Pero en general esta venganza no tiene la capacidad de restablecer la confianza que antes existía o la liviandad de la relación afectiva. Casi siempre, relaciones paralelas fuera de la relación principal son pesos difíciles de cargar, aunque sean recíprocas. Nunca imposibles. Pero pocas parejas logran lidiar con el hecho sin resentimientos, sin represalias, sin sentirse más inseguros desde ese acontecimiento.

Por otro lado, existen personas, hombres y mujeres, que logran mantener relaciones eróticas fuera de la relación principal, de corta o larga duración, sin que jamás el hecho se haga público o sea descubierto. No estoy hablando de lo que es sabido y nunca se comenta. Hablo de aquello que no es conocido ni es motivo de sospechas fuertes o desconfianza. Existen casos así. Por extraño que pueda parecer, en estos casos el efecto negativo puede ser pequeño. No hubo quiebre de confianza explícita. No hubo certeza del hecho ni sospechas intensas. El cónyuge que mantiene la relación paralela con sigilo absoluto o que haya tenido episodios de este tipo con más de una persona a lo largo de la vida, puede haber mantenido la misma cualidad afectiva dentro de la relación principal o incluso puede haberse tornado más alegre, feliz, y cariñoso con quien mantiene la relación principal.

Es chocante pero es verdad. Es posible. Hay casos así. Contar o no contar, esa es la cuestión. No se trata de cinismo. No defiendo aquí el arte de mentir bien. Sólo narro hechos. Quién puede juzgarlos, no sé. Yo no. Ya pasó el tiempo en el cual yo creía saber lo que es correcto y equivocado en cada situación de la vida. La vida es mayor que esto, más compleja. Que vengan los moralistas con sus sentencias y amenazas. Ellos mismos son transgresores. Nadie vive sin errar.

Hay casos en que una persona hace años viene desarrollando una enfermedad grave, gravísima, asintomática. Nadie sabe. De repente viene el diagnóstico médico, el paciente se entera, se aterroriza, empeora rápidamente y muere. ¿El hecho de saber fue realmente útil?

Conozco mujeres que fueron violadas por el marido y quedaron embarazadas. No había el menor amor entre la pareja. Un estupro lleno de odio por un marido con rabia de no ser más amado ni deseado por la esposa. El niño creció y se desarrolla normalmente. ¿Será útil para él saber cómo fue generado? ¿Será útil saber que es fruto de un estupro nacido del odio?

Sería bueno si supiésemos de modo seguro e infalible lo que es correcto y equivocado en cada situación de la vida. ¿Será que debemos contar todos nuestros pensamientos y deseos para nuestro cónyuge? ¿Sería esto la verdadera honestidad, sinceridad y transparencia? ¿Serías feliz sabiendo que todos tus pensamientos, sentimientos y actos son percibidos y conocidos por tu cónyuge, sin que lo puedas impedir? Termino con una citación del autor Kyriacos Markides: “Tengan cuidado. La verdad es fuego y algunas veces no tenemos el derecho de quemar a nuestros semejantes porque creemos que tenemos que decir la verdad”.

banner

Fundação Metro

¡Haga clic aquí!