El estado de Rio de Janeiro es actualmente el gran socio del gobierno federal en la partición de los royalties del petróleo. Por el hecho de estar al frente de las áreas de la plataforma marítima donde es explotado el petróleo, algunas de sus ciudades costeras pasaron a servir de apoyo a estas actividades.
Como las reservas conocidas fueron creciendo de a poco, los demás estados federados no se dieron cuenta que por la constitución federal los estados costeros tienen jurisdicción sobre el territorio de las islas no federales, pero no sobre la plataforma continental. Constitucionalmente, la plataforma marítima está bajo jurisdicción federal exclusiva.
Poseedores de los más importantes órganos de los medios nacionales y de los dos mayores PIB, Producto Interno Bruto, el gobierno de Rio ha conseguido unirse a São Paulo en la estrategia de intitularse “Estados Productores”, como si la plataforma marítima estuviese dentro de sus territorios. Y su primera gran victoria fue usar la influencia en los medios de comunicación para martillar estos conceptos hasta conseguir, como lo hicieron, que los representantes de los demás estados considerados “No Productores” pasaran a aceptarlos y repetirlos. A partir de la imposición de este concepto, cualquier reducción de la participación de esos estados pasa a ser tratada como “Concesión de los Estados Productores”. A partir de esta astucia, se sientan a la mesa de negociación como los hermanos ricos que se disponen a ayudar a los hermanos pobres, pero dentro de límites estrechos.
Todo el petróleo extraído de la plataforma marítima está en el mar territorial brasileño, en su Zona Económica Exclusiva, que es bueno que se diga, no es algo pacífico delante de las leyes internacionales, o sea, en cualquier momento existe un riesgo de surgir un cuestionamiento, lo que debe ser esperado en la medida en que se anuncian nuevos descubrimientos.
Si ni siquiera el derecho del país costero está asegurado, pues esta Zona Económica Exclusiva aún no está reglamentada por los órganos internacionales, ningún estado confederado tiene la mínima condición de considerar esta área como su territorio propio. Si hubiera tal cuestionamiento a los derechos económicos de Brasil sobre estos yacimientos, no son las fuerzas de los estados costeros que deberán entrar ciertamente en acción.
Si el gobierno federal a través de la marina de guerra construye submarinos y se arma sabiendo que necesita defender esta riqueza, no serán los estados costeros los que irán a pagar la cuenta, sino el gobierno federal, con recursos recaudados de los ciudadanos costeros y no costeros sin ninguna discriminación. Por lo tanto, el petróleo es producido en territorio federal y no hay que aceptar la dicotomía entre estados productores y no productores. O sea, ¡El Petróleo es Nuestro!
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