Voy a repetir lo que debes hacer en tus sueños para cruzar la primera compuerta del ensueño. Primero, enfoca tu atención de ensueño en cualquier cosa, como punto de partida. Luego, pon tu atención en cuantos objetos puedas. Recuerda que si sólo echas vistazos breves, las imágenes no cambian. Después de ver cada objeto regresa al primero que viste.
Llegamos a la primera compuerta del ensueño al darnos cuenta de que nos estamos quedando dormidos, o como tú lo hiciste, al tener un sueño inmensamente real. En cuanto llegamos a esa compuerta, la cruzamos al ser capaces de sostener la vista en cualquier objeto en nuestros sueños.
Los objetos de los sueños se disipan demasiado rápido. A fin de compensar la evanescencia de los sueños, los brujos idearon el uso de un objeto como punto de partida. Cada vez que se le aísla y se le mira, uno recibe una carga de energía. Al principio, no se deben enfocar demasiadas cosas en los sueños. Cuatro objetos son suficientes.
Más tarde, uno puede agrandar el campo de acción hasta abarcar todo lo deseable. Pero tan pronto como las imágenes comienzan a cambiar, y uno siente que se está perdiendo el control, se debe regresar al punto de partida, y empezar otra vez.
Lo más asombroso que les ocurre a los ensoñadores es que al llegar a la primera compuerta también llegan al cuerpo energético – una contraparte del cuerpo físico. Una configuración fantasmal hecha de pura energía, similar al cuerpo físico.
La diferencia es que el cuerpo energético tiene únicamente apariencia, pero no masa. Ya que es pura energía, puede llevar a cabo actos que van más allá de las posibilidades del cuerpo físico, como transportarse en un instante a los confines del universo. Ensoñar es el arte de templar el cuerpo energético, de hacerlo coherente y flexible, ejercitándolo gradualmente.
Por medio del ensueño, condensamos el cuerpo energético, hasta llegar a hacerlo una unidad capaz de percibir. A pesar de que la manera normal de percibir el mundo afecta al cuerpo energético, su modo de percibir es independiente. Tiene su propia esfera.
Esa esfera es energía. El cuerpo energético trata con la energía en términos de energía. Hay tres formas en las que trata. Puede percibir energía a medida que ésta fluye; puede usarla como un cohete para propulsarse dentro de áreas insondables; o puede percibir como percibimos normalmente el mundo.
Percibir la energía a medida que fluye significa ver. Quiero decir que el cuerpo energético ve energía directamente como una luz, o como una especie de corriente vibratoria, o como un disturbio borroso.
O la siente directamente como una sacudida o una sensación que hasta puede ser dolorosa. Puesto que su esfera es la energía, el cuerpo energético no tiene ningún problema en usar corrientes de energía que existen en el universo para propulsarse a sí mismo. Todo lo que tiene que hacer es aislarlas y, al instante, se lo llevan.
Ya te he planteado que los brujos aíslan en sus sueños a exploradores de otros mundos. Sus cuerpos energéticos hacen esto. Reconocen energía y van tras de ella. Pero no es recomendable que los ensoñadores se den a la búsqueda de exploradores. De muy mala gana te hablé de todo esto, porque algunos de nosotros tenemos mucha facilidad para desviarnos en esa búsqueda.
Llegar a la primera compuerta del ensueño, de una manera calculada y con control es llegar al cuerpo energético. Pero mantener ese cálculo y control es básicamente un asunto de tener energía. Los brujos obtienen esa energía organizando, de una manera ingeniosa, la energía natural que poseen y usan para percibir el mundo cotidiano.