Una forma de lucha

Publicado por Editor 12 de diciembre de 2012

La posición de lucha es en verdad una precaución. Es una posición específica del cuerpo para ser mantenida mientras el guerrero permanece en su sitio benéfico. Consiste en golpear con la mano en la barriga de la pierna y muslo derechos, y golpear el pie izquierdo en una especie de danza que debe ser ejecutada mientras se mira al atacante.

La posición sólo debe ser adoptada en los momentos de crisis extrema, pero mientras no haya peligro a la vista, debes simplemente quedarte sentado en tu punto. Pero en circunstancias de gran peligro puedes recurrir al último medio de defensa – lanzar un objeto de poder sobre el enemigo.

El grito de guerra

En general la persona lanza un objeto de poder que quepa en la palma de la mano derecha y que pueda ser agarrado con el pulgar. Esta técnica sólo debe ser usada si la persona estuviera indudablemente en peligro de perder la vida. El lanzamiento del objeto tiene que ser acompañado por un grito de guerra, un grito que tiene la propiedad de dirigir el objeto a su blanco. Tenga cuidado y propósito en el grito y no lo use innecesariamente, sino solamente bajo graves condiciones de seriedad.

El grito o clamor de guerra es una cosa que queda con la persona por toda la vida; y, como es así, tiene que ser bueno desde el principio. Y el único medio de aprenderlo correctamente es contener el miedo inicial y la prisa, hasta la persona estar llena de poder, y entonces el grito estallará con dirección y poder. Son esas las condiciones de seriedad para dar el grito.

El poder que debe llenarnos antes del grito es una cosa que recorre el cuerpo, venida de la tierra donde la persona esté; es una especie de poder que emana del punto benéfico, para ser preciso. Es una fuerza que impulsa el grito. Si esa fuerza es bien tratada, el grito de guerra será perfecto.

Una postura de poder

Es el lugar de tu última posición, tu última danza. Tú morirás allá, no importa dónde estés. Todos los guerreros tienen un lugar donde morir. Un lugar de su predilección, encharcado de recuerdos inolvidables, donde acontecimientos poderosos dejaron su marca, un lugar en el que él presenció maravillas, donde los secretos le fueron revelados, un lugar en el que almacenó su poder personal.

Un guerrero tiene la obligación de volver a aquel lugar de su predilección cada vez que toca el poder, a fin de almacenarlo allá. O él va caminando o va soñando. Y por fin en el día en que termina su plazo de estadía en la Tierra, y él siente el toque de la muerte en su hombro izquierdo, su espíritu, que está siempre listo, vuela para el lugar de su predilección y allá el guerrero danza hasta su muerte.

Cada guerrero tiene una forma específica, una postura de poder específica, que él desarrolla durante su vida. Es un tipo de danza. Un movimiento que él ejecuta bajo la influencia de su poder personal.

Si un guerrero agonizante tiene un poder ilimitado su danza es corta; si su poder es grandioso, su danza es magnífica. Pero, ya sea su poder pequeño o inmenso, la muerte tiene que parar para ver su última posición en la tierra. La muerte no puede alcanzar al guerrero, que está contando la lucha de su vida por la última vez, hasta que él termine la danza.

Forzar la barriga para abajo

Es una técnica para ser usada en momentos de gran peligro, miedo o tensión. Consiste en empujar el diafragma hacia abajo mientras se inspira cuatro veces deprisa por la boca, seguidas de cuatro exhalaciones profundas por la nariz. Las inspiraciones rápidas tienen que ser sentidas como shocks en el medio del cuerpo, y si se conservan las manos bien apretadas, cubriendo el ombligo, dará fuerza a la parte del medio del cuerpo, ayudando a controlar las inspiraciones rápidas y las profundas, que tienen que ser contenidas mientras se cuenta hasta ocho, mientras se empuja el diafragma hacia abajo.

Las exhalaciones son hechas dos veces por la nariz y dos veces por la boca, de modo lento o acelerado, dependiendo de la preferencia de cada uno.

La destreza física y el bienestar mental

Los brujos no son espirituales. Son seres muy prácticos. Pero es verdad que en general son considerados excéntricos o incluso enfermos. Tal vez sea por eso que pienses que ellos son espirituales. Parecen insanos porque están siempre intentando explicar cosas que no pueden ser explicadas. En el vano intento de dar explicaciones satisfactorias, que no pueden ser satisfechas bajo ninguna circunstancia, pierden toda la coherencia y dicen insanidades.

Si quieres destreza física y sensatez, necesitas de un cuerpo flexible. Esos son los dos aspectos más importantes en la vida de los brujos, porque traen sobriedad y pragmatismo: los únicos requisitos indispensables para entrar en otros dominios de percepción.

Navegar de una manera genuina en lo desconocido requiere una actitud de osadía, pero no de imprudencia. Para establecer un equilibrio entre la audacia y la imprudencia, un brujo necesita ser extremadamente sobrio, cauteloso, habilidoso y estar en excelente condición física.

En una vida mediocre, el deseo o la voluntad de viajar en lo desconocido no son suficientes. Sólo la idea de enfrentar lo desconocido, que irá entrar en él, requiere vísceras de acero y un cuerpo capaz de abrigar esas vísceras. ¿De qué serviría ser dotado de esas vísceras si no tuvieras agilidad mental, destreza física y músculos adecuados?

Todo indica que la excelente condición física es el primer paso para la redistribución de nuestra energía inherente. Esa redistribución de energía es el aspecto más importante en la vida de los brujos, bien como en la vida de cualquier individuo. La redistribución de energía es un proceso que consiste en transportar de un lugar para otro la energía que ya existe dentro de nosotros. Esa energía fue movida de los centros de vitalidad del cuerpo, que necesitan de ella para producir equilibrio entre la agilidad mental y la destreza física.

Un ser humano percibido como un conglomerado de campos de energía es una unidad completa y lacrada en la cual ninguna energía puede ser inyectada y de la cual ninguna energía puede escapar. La sensación de perder energía que todos nosotros experimentamos de vez en cuando es el resultado de la energía siendo ahuyentada, dispersada de los cinco enormes centros naturales de vida y vitalidad. Cualquier sensación de obtención de energía es debida a la redistribución de la energía previamente dispersada de esos centros, esto es, la energía es recolocada en esos cinco centros de vida y vitalidad.

Consecuentemente la energía que existe dentro del conglomerado es todo lo que cada individuo humano puede contar.

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