Vivir a cualquier precio

Publicado por Editor 3 de abril de 2013

Vas a descubrir algunos hechos horribles que los antiguos videntes reunieron sobre la fuerza rodante; y vas a ver lo que quise decir cuando te conté que los antiguos videntes eligieron vivir a cualquier precio.

Había una cosa que intentaron evitar a cualquier costo; no deseaban morir. Tú puedes decir que el hombre común tampoco quiere morir, pero la ventaja que los antiguos videntes tenían sobre el hombre común era poseer la concentración y la disciplina para evitar las cosas por la fuerza de la intención; y con efecto intentaron alejar a la muerte.

Observaron a sus aliados y al ver que ellos eran seres vivos con una resistencia mucho mayor a la fuerza rodante, copiaron su modelo. Los antiguos videntes percibieron que sólo los seres inorgánicos poseen una hendidura en forma de cuenco. Su tamaño, su forma y su fragilidad hacen de ella la configuración ideal para apresurar el quiebre y el colapso de la concha luminosa bajo el asalto de la fuerza tumbadora. Por otro lado, los aliados tienen sólo una línea por hendidura, presentando una superficie tan pequeña a la fuerza rodante que los torna prácticamente inmortales.

Sus capullos pueden soportar indefinidamente los asaltos del tumbador, porque las hendiduras en forma de línea no les ofrecen una configuración ideal. Los antiguos videntes desarrollaron técnicas más bizarras para cerrar sus hendiduras. Estaban esencialmente en lo correcto al juzgar que una hendidura lineal es más durable que una hendidura en forma de cuenco.

Los nuevos videntes se habían rebelado contra las prácticas bizarras de los antiguos videntes y las declararon no sólo inútiles, sino ofensivas a nuestro ser total. Llegaron incluso al punto de prohibir esas técnicas de lo que era enseñado a los nuevos guerreros; y durante generaciones no hubo ninguna mención a aquellas prácticas.

La preocupación de los antiguos videntes con la muerte los hizo examinar las más bizarras posibilidades. Los que optaron por el modelo de los aliados tenían en mente, sin duda, el deseo de un refugio. Y lo encontraron, en una posición fija de una de las siete fajas de consciencia inorgánica. Los videntes sintieron que estaban relativamente a salvo allí. Al final, se encontraban separados del mundo cotidiano por una barrera casi instransponible, la barrera de la percepción establecida por el punto de encaje.

Impulso de la fuerza tumbadora

Los antiguos videntes habían descubierto una manera de utilizar la fuerza rodante y ser impelidos por ella. En vez de sucumbir a los asaltos del tumbador, viajaban con él y lo dejaban mover sus puntos de encaje a los últimos límites de las posibilidades humanas. No había nada que pudiese dar al punto de encaje el impulso que el tumbador da.

La diferencia entre el impulso de la Tierra y del tumbador es que el impulso de la Tierra es la fuerza de alineamiento sólo de las emanaciones de color ámbar. Es un impulso que eleva la consciencia a niveles impensados. Para los nuevos videntes, es una explosión de consciencia ilimitada que llaman libertad total. Por otro lado, el impulso del tumbador es la fuerza de la muerte. Bajo el impacto del tumbador, el punto de encaje se mueve hacia posiciones nuevas imprevisibles. Así, los antiguos videntes se encontraban siempre solos en sus viajes, aunque el emprendimiento en que estaban involucrados fuese comunitario. La compañía de otros videntes en sus viajes era casual, y generalmente significaba un conflicto por la supremacía.

Por más que me sienta asqueado, debo admitir que esos demonios eran muy osados. Personalmente, jamás me simpatizaron, como sabes, pero no puedo dejar de admirarlos. Su amor por la vida está realmente más allá de mí.

Para aventurarse por esa soledad aterrorizante es necesario tener algo más que ganancia. Amor – la persona necesita amor por la vida, por la intriga, por el misterio. Es necesario tener una curiosidad insaciable y mucho coraje.

Durante el sueño normal, el movimiento del punto de encaje se da a lo largo de cualquiera de los márgenes de la faja del hombre. Esos movimientos están siempre combinados con el sueño. Los movimientos que son inducidos por la práctica de ensoñar corren a lo largo de la sección central de la faja del hombre y no están combinados con el sueño, aunque el soñador esté adormecido.

Fue exactamente en esa junta que los antiguos y los nuevos videntes hicieron sus intentos diferentes de obtener poder. Los antiguos videntes querían obtener una réplica del cuerpo, pero con mayor fuerza física, y así hacían deslizar sus puntos de encaje a lo largo del margen derecho de la faja del hombre. Cuanto más profundo se movían a lo largo de la faja derecha, más bizarro se tornaba su cuerpo soñador.

Los nuevos videntes son completamente diferentes. Mantienen sus puntos de encaje a lo largo de la sección central de la faja del hombre. Si el movimiento es pequeño, como la mudanza hacia la consciencia intensificada, el soñador es casi como cualquier otra persona en la calle, excepto por una ligera vulnerabilidad a las emociones, tales como miedo o duda. Pero a cierto grado de profundidad, el soñador que está moviéndose a lo largo de la sección central se torna una burbuja de luz. Una burbuja de luz es el cuerpo del soñador de los nuevos videntes.

Un cuerpo soñador tan impersonal es más receptivo a la comprensión y al examen, que son la base de todo lo que los nuevos videntes hacen. El cuerpo soñador intensamente humanizado de los antiguos videntes los llevó a buscar respuestas que eran igualmente personales, humanizadas.

La energía aprisionada dentro de nosotros, en las emanaciones durmientes, tiene una fuerza inmensa y un alcance incalculable. Podemos estimar vagamente el alcance de esa tremenda fuerza, considerando que la energía involucrada en percibir y actuar en el mundo de la vida cotidiana es producto del alineamiento de cerca de un décimo de las emanaciones contenidas en el capullo del hombre.

Lo que pasa en el momento de la muerte es que toda esa energía es liberada de una sola vez. En ese momento los seres vivos se ven inundados por la fuerza más inconcebible. No es la fuerza rodante que quebró sus hendiduras, porque esa fuerza nunca penetra en el interior del capullo.

Sólo hace que entre en colapso. Lo que los inunda es la fuerza de todas las emanaciones que son súbitamente alineadas después de estar durmientes por toda una vida. No existe otra salida para una fuerza tan gigantesca sino escapar a través de la hendidura.

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