La implacabilidad

Publicado por Editor 31 de julio de 2013

El hombre antiguo sabía de manera más directa qué hacer y cómo hacerlo mejor. Pero por el hecho de que procedía tan bien, comenzó a desarrollar el sentido del yo, que le dio la sensación de que podía predecir y planear las acciones que estaba acostumbrado a realizar. Y así la idea de un yo individual apareció. Un yo individual que comenzó a dictar la naturaleza y el objetivo de las acciones del hombre.

A medida que la sensación del yo individual se tornaba más fuerte, el hombre perdió su conexión natural al conocimiento silencioso. El hombre moderno, siendo heredero de ese desarrollo, se encuentra tan desesperanzadamente removido de la fuente de todo, que sólo le resta expresar su desespero en actos violentos y cínicos de autodestrucción.

La razón del cinismo y desespero del hombre es la cantidad de conocimiento silencioso dejado en él, el cual hace dos cosas: primero, da al hombre un vislumbre de su antigua conexión a la fuente de todo; y segundo, hace al hombre sentir que sin esa conexión no tiene esperanza de paz, de satisfacción, de realización.

Los brujos descubrieron que cualquier movimiento del punto de encaje significa un movimiento alejándose de la excesiva preocupación con ese yo individual que es la marca del hombre moderno. Ellos creen que es la posición del punto de encaje que hace del hombre moderno un homicida egoísta, un ser totalmente involucrado con su auto imagen. Habiendo perdido la esperanza de jamás retornar a la fuente de todo, el hombre busca consuelo en la sensación de sí mismo. Y al hacerlo termina por fijar su punto de encaje en la posición exacta necesaria para perpetuar su auto imagen.

Por lo tanto, es correcto decir que cualquier movimiento del punto de encaje hacia fuera de su posición de costumbre resulta en un movimiento alejándose de la auto reflexión del hombre y de su concomitante autoestima.

Los brujos están absolutamente convencidos de que al mover nuestros puntos de encaje hacia fuera de su posición de costumbre, adquirimos un estado de ser que podría ser llamado simplemente implacabilidad. Los brujos saben por medio de sus acciones prácticas que tan pronto como sus puntos de encaje se mueven, su autoestima se desmorona. Sin la posición de costumbre de sus puntos de encaje, su autoimagen no se puede sustentar más. Y sin el pesado foco sobre esa auto imagen, pierden su auto compasión y con ella su autoestima. Por lo tanto, los brujos están en lo cierto al afirmar que esa autoestima es sólo auto piedad disfrazada.

La posición de la auto reflexión fuerza al punto de encaje a agrupar un mundo de falsa compasión, pero de crueldad muy real y auto centrismo. En ese mundo los únicos sentimientos reales son aquellos que convienen a quien los siente.

Para un brujo, la implacabilidad no es crueldad, y sí lo opuesto de la auto piedad, o autoestima. Implacabilidad es sobriedad. La implacabilidad de un brujo tiene muchos aspectos. Es como una herramienta que se adapta a muchos usos. Implacabilidad es un estado de ser. Es un nivel de intento que el brujo alcanza. El brujo lo usa para atraer el movimiento de su propio punto de encaje o el de sus aprendices. O lo usa para acechar.

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