A los editores: sugiero la divulgación de ese artigo acerca de los rolezinhos publicado por Al Jazeera.
Roger Willians
Por Zeynep Zileli Rabanea para Al Jazeera
http://m.aljazeera.com/story/2014256443521737
Hordas de jóvenes cantando y danzando están invadiendo los shoppings y asustando clientes y vendedores. ¿Pero qué significa todo eso?
Las personas han llamado este fenómeno revolución política, “flashmob”, guerra de clases, vandalismo, tedio adolescente y frenesí de redes sociales… Los medios internacionales y brasileros se han movilizado para comentar lo que está aconteciendo en los shoppings brasileros desde diciembre del 2013.
Reportajes en la TV han mostrado la imagen de miles de jóvenes invadiendo los shoppings mientras cantan música funk por los pasillos, asustando a los compradores y vendedores que desconfían y se preguntan si esa excursión va a tomar un rumbo agresivo.
El fenómeno es llamado “rolezinho”, cuyo significado es dar una vueltita, un paseo para relajo y ocio, y el primer episodio ocurrió el 7 de diciembre en Itaquera, un barrio en la periferia de la zona este de São Paulo. El rolezinho fue organizado por un grupo de jóvenes en Facebook para dar una vueltecita alrededor del shopping. De alguna forma, se transformó en un gran encuentro, donde cerca de 6000 jóvenes brasileros se reunieron en el centro comercial, generando miedo entre los comerciantes y clientes. Fue más la ansiedad generada por el gran número de adolescentes ruidosos que cualquier actividad criminal real, pues hubo pocos relatos de robos durante ese día.
El reportaje de los medios sobre el evento de Itaquera inspiró muchos otros paseítos en varios shoppings. Estos encuentros no obedecieron a un carácter específico, pues algunos tenían una agenda política expresando preocupaciones sobre las cuestiones sociales, otros eran simplemente encuentros donde los jóvenes se reunían para pasear y conocer muchachas.
En Brasil se hizo notoria una obsesión por los shoppings centers. Entre el 2006 y el 2012, hubo 106 nuevos centros comerciales construidos en todo Brasil, marcando un aumento de un 23% solamente del 2011 al 2012. Los shoppings son construidos en ciudades con una población superior a 100.000 habitantes y el mayor número de centros comerciales están concentrados en São Paulo. Cerca de nueve millones de personas visitan los shoppings cada día en todo Brasil.
El shopping pasó a ocupar un espacio simbólico en el país, destacándose la obsesión por el consumo y la crisis de seguridad que es atribuida al resentimiento de las subclases brasileras. Debido a los altos índices de criminalidad, en gran parte atribuidas a las desigualdades sociales, los shopping centers se tornaron un puerto seguro de consumo.
El concepto de comercio de calle es prácticamente inexistente para las clases de elite que viven en constante miedo de ser víctimas de asaltos o secuestros. A excepción de algunas pocas calles en São Paulo y Rio de Janeiro, las clases altas y media alta compran casi exclusivamente en shoppings, donde las personas se sienten seguras por la presencia de guardias de seguridad y cámaras de vigilancia. Estos centros funcionan como zonas relativamente seguras para las propensiones consumistas de la sociedad, ofreciendo todo bajo el mismo techo, compras, entretenimiento y amenidades como correos, bancos y supermercados.
¿Una revolución del funk ostentación?
La serie inicial de rolezinhos en los shoppings de São Paulo no era de carácter político, pero cuando la administración en algunos shoppings comenzó a negarle la entrada a los visitantes, preocupada con el número de participantes, generaron una reacción hostil que rápidamente produjo un intenso debate político. El color de la piel, edad, apariencia y vestuario eran determinantes para elegir quién podía entrar y quién no. El evento más simbólico ocurrió en el JK Iguatemi, un shopping lujoso en São Paulo, que cerró las puertas más temprano un día sábado para evitar una visita de rolezinho. El cierre fue ampliamente interpretado por los medios de comunicación como evidencia de la segregación en la sociedad brasilera y del miedo entre los ricos en relación a las clases inferiores.
Aquellos que participaron de los rolezinhos fueron caracterizados por una apariencia estilizada asociados con el género musical “funk ostentación”. La mayoría de los seguidores del funk ostentación son jóvenes de las clases media baja y pobres que abiertamente aspiran a un estilo de vida materialista, pero que de alguna forma es casi una parodia de los ricos brasileros.
Las letras de música funk ostentación hablan sobre ostentar objetos de lujo, manejar coches caros, vestir ropas que exhiben las marcas, etc.
Los medios rápidamente transformaron los rolezinhos en un debate político sobre raza y clase, y la negación del acceso a los espacios destinados a la elite para las personas venidas de las periferias. Sin embargo, la mayoría de los funkeros ostentación nunca tuvo una agenda política. Fue la envidia materialista o simplemente un intento de encontrarse con algunos amigos los que llevaron a esos jóvenes a ir en bando a los rolezinhos.
Otra meta de los organizadores de los rolezinhos fue identificar espacios para conocer muchachas. Un par de jóvenes “famositos” de los medios sociales comenzaron a llamar a sus seguidores para aparecer en el shopping. Es un fenómeno común en los días de hoy que los jóvenes creen un enorme séquito de seguidores en internet simplemente por haber creado un video divertido o tener un talento especial para usar las redes sociales con el objetivo de promoción personal. Ellos ganan miles de fans y seguidores para sus perfiles de Facebook e Instagram. Los líderes políticos deben envidiar la facilidad con que esos adolescentes populares en las redes sociales se comunican, organizan y movilizan grandes números de personas con el mínimo de esfuerzo y para objetivos bastante elementales, como conocer chicas en el shopping.
Aunque los eventos no tuvieron necesariamente la propuesta de montar una crítica a la injusticia social en Brasil, su acontecimiento provocó discusiones políticas pendientes hace mucho tiempo en el país. Pero claro que es irónico que un movimiento que comenzó con un grupo fuertemente asociado a una cultura del género pop, que afirma el materialismo y la ostentación como los únicos aspectos deseables en la vida se haya transformado en una crítica social.
Con una población de doscientos millones de habitantes y una infraestructura frágil e incapaz de proporcionar a las masas brasileras ocio en los espacios públicos, hay una abundancia de oportunidades para innovación social, de la cual el rolezinho es un ejemplo vívido. En tiempos de grandes eventos, festivales, fiestas, bien como manifestaciones políticas, hay siempre una ansiedad ampliamente compartida de que todo el sistema puede explotar desde dentro en cualquier momento debido a su incapacidad de calmar a las multitudes. El temor despertado por los rolezinhos apareció, en parte, debido a las multitudes que se agruparon en los shoppings, sin experiencia para lidiar con el fenómeno. Aquellos preocupados con la seguridad del shopping se quedaron con miedo de que esos eventos podrían rápidamente tornarse caóticos y transformarse en un desastre.
Hace mucho tiempo, la agenda política de Brasil sirvió para incentivar las crecientes clases medias, referidas como la clase C, a consumir como un medio estratégico para estimular la economía del país. Como consecuencia de eso, una obsesión nacional con los espacios de consumo se tornó inevitable, a veces dando origen a debates necesarios sobre el futuro de la sociedad.
Una discusión más crítica sobre los espacios públicos y segregación continúa en Brasil gracias al estímulo implantado por los rolezinhos. La esperanza para el futuro es que Brasil va a invertir más energía y recursos en la creación de espacios para la confraternización social fuera de la esfera del consumo, bien como trabajar de forma más eficaz para atenuar las desigualdades sociales que continuamente causan una sensación de ansiedad aguda en todo el país.
Zeynep Zileli Rabanea es escritora y analista enfocada en cultura, medios y comunicación, actualmente con base en São Paulo.