La primera atención es, como ya dije, la consciencia que toda persona normal desarrolla con el fin de lidiar con el mundo diario; ella abarca el conocimiento del cuerpo físico.
La primera atención es lo que somos como hombres comunes. Por causa de un control tan absoluto sobre nuestras vidas, la primera atención es el bien más valioso que posee el hombre común. Tal vez sea su único bien. Tomando en cuenta su valor real, los nuevos videntes comenzaron un riguroso examen de la primera atención a través de Ver. Sus descubrimientos moldaron su visión global y la visión de todos sus descendientes, aunque muchos de ellos no comprendan lo que aquellos videntes realmente Veían.
Las conclusiones del rigoroso examen hecho por los nuevos videntes tenían muy poco que ver con la razón o la racionalidad, porque para examinar y explicar la primera atención se necesita verla. Sólo los videntes pueden hacer eso. Pero examinar lo que ven en la primera atención es esencial. Es lo que le permite a la primera atención la única oportunidad que tendrá de comprender su propio funcionamiento.
En términos de lo que los videntes ven, la primera atención es el brillo de la consciencia desarrollado a un ultra-brillo. Pero es un brillo fijado en la superficie del capullo, por decirlo de alguna manera.
El inventario de la primera atención
Al examinar la primera atención, los nuevos videntes descubrieron que todos los seres orgánicos, excepto el hombre, calman sus emanaciones prisioneras agitadas, de modo que puedan alinearse con las emanaciones externas que les corresponden. Los seres humanos no proceden así; en lugar de eso, su primera atención hace un inventario de las emanaciones del Águila en el interior de sus capullos.
Los seres humanos notan las emanaciones que tienen dentro de sus capullos. Ninguna otra criatura hace eso. En el momento en que la presión de las emanaciones libres fija las emanaciones del interior, la primera atención comienza a observarse a sí misma. Nota todo el respeto de sí misma, o al menos lo intenta, pudiendo ser de formas aberrantes. Este es el proceso que los videntes llaman hacer un inventario.
No quiero decir que seres humanos decidieron hacer inventarios, o que pueden negarse a hacerlos. Hacer un inventario es la orden del Águila. Lo que está sujeto a la voluntad, entretanto, es la manera en que la orden es obedecida. Aunque no me agrade llamar órdenes a las emanaciones, es eso lo que ellas son: órdenes que nadie puede desobedecer. Sin embargo, la manera de huir de la obediencia de las órdenes está en obedecerles.
En el caso del inventario de la primera atención, los videntes lo hacen porque no pueden desobedecer. Pero después de completarlo, la abandonan. El Águila no nos ordena que veneremos nuestro inventario; sólo nos ordena que lo hagamos.
Las emanaciones en el interior del capullo del hombre no son calmadas con el propósito de ser combinadas con las externas. Esto es evidente después que se ve lo que hacen las otras criaturas. Al calmarse, algunas llegan realmente a fundirse con las emanaciones libres y se mueven con ellas. Los videntes pueden ver, por ejemplo, la luz de las emanaciones de los escarabajos expandiéndose a un tamaño inmenso.
Pero los seres humanos calman sus emanaciones y entonces reflexionan sobre ellas. Las emanaciones se focalizan en sí mismas. Los seres humanos llevan al extremo lógico el comando de hacer un inventario, y dispensan todo lo que resta. Una vez que están profundamente involucrados en el inventario, pueden acontecer dos cosas. Pueden ignorar los impulsos de las emanaciones libres, o usarlas de un modo muy especializado.
La razón humana aparece al vidente como un brillo opaco ocasionalmente homogéneo que raramente reacciona. Cuando llega a hacerlo, a la presión constante de las emanaciones libres se ve un brillo que hace a la concha ovoide ponerse más fuerte, aunque más quebradiza.
Auto-reflexión
La razón en la especie humana debería ser abundante, pero en realidad es muy rara. La mayoría de los seres humanos se enfoca en la auto-absorción. La consciencia de todos los seres vivos tiene un grado de auto-reflexión para permitir que interactúen. Pero ninguna, excepto la primera atención del hombre, posee tal grado de auto-absorción. Al contrario que los hombres de razón, que ignoran los impulsos de las emanaciones libres, los individuos auto-absorbidos usan cada impulso y los transforman a todos en una fuerza para agitar las emanaciones aprisionadas en el interior de sus capullos.
Observando todo eso, los videntes llegaron a una conclusión práctica. Vieron que los hombres de razón son destinados a vivir más tiempo, porque al ignorar el impulso de las emanaciones libres aquietan la agitación natural de sus capullos.
Por otro lado, los individuos auto-absorbidos, usando el impulso de las emanaciones libres para crear más agitación, acortan sus vidas. La primera atención trabaja con lo conocido y también muy bien con lo desconocido. Ella lo bloquea; ella lo niega tan ferozmente que al final lo desconocido no existe para la primera atención. Hacer un inventario los torna invulnerables; es por eso que el inventario comenzó a existir.